jueves, 28 de enero de 2016

Marcado en la piel

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En occidente tatuarse el cuerpo siempre ha sido una práctica marginal. Lejano a las costumbres tribales que lo impusieran como parte de una creencia religiosa, los marinos, prostitutas y delincuentes lo adoptaron tempranamente, desde el siglo XIIX. Hoy se ha reafirmado como moda, es cierto, pero eso no quita que aún se siga viendo gente que se tatúa el cuerpo como si se tratara de la puerta de un baño de estación de ferrocarril, mientras otros buscan perpetuar lo que consideran una obra de arte sobre su cuerpo.
En pocos años, de los 80´para acá, tener un tatuaje tribal posiciona a quien lo porta, entre los vejestorios del mercado, poseedor de un elemento fuera de moda y hasta degradante. Un ser humano ochentoso que debe urgentemente taparlo con algún diseño que no sea un caracter chino o japonés que nunca nadie se ha tomado es trabajo de verificar su sentido. Y así inauguramos la moda del tatuaje fashion que hoy lidera los reality de cable con varias decenas de ofertas semanales.
Claro que el tatuarse no se trata de una práctica reciente ni del invento de un artista trasnochado. Los primeros tatuajes americanos  se encontraron en momias peruanas de la cultura Chinchorro que datan de 2000 años antes de Cristo y se trataba simplemente de un bigote muy fino sobre el labio superior del individuo. En esa misma zona geográfica se encontraron utensilios de 60.000 años de antigüedad que mirándolos fijo y de cerca, parecieran que son herramientas para hacer tatuajes.


En 1991 encontraron un cadáver humano congelado en medio de los Alpes Austríacos con 57 tatuajes en la espalda. Los mismos no pudieron protejerlo de una aventura de cruce que le costara la vida y lo convirtiera en el denominado "Hombre de hielo". Le han calculado unos 5200 años de antigüedad. Sin embargo, las distintas culturas que usaron el tatuaje lo hicieron por distintos motivos; tanto como arte, en el sentido de creación de significados rituales o simbólicos, como ocurría en el Antiguo Egipto, como para marcar o señalar a los criminales, que es el caso de las antiguas Grecia y Roma. En el caso del «Hombre de Hielo», las marcas seguramente cumplieron un fin terapéutico o de protección, semejante a la hechicería. Otras momias con tatuajes se han encontrado en Egipto, como la momia de Amunet, demostrando que la práctica del tatuaje es tan antigua como la historia de la humanidad. Además también se utilizaba en algunas tribus para diferenciarse los unos con los otros y los marineros y navegantes para reafirmar su hombría y recordar u homenajear a sus seres queridos. Cada cultura le ha dado un sentido diferente a una única palabra.


Aunque tatuaje posiblemente proviene del samoano «tátau», que significa marcar o golpear dos veces (en referencia al método tradicional de aplicar los diseños o plantillas golpeando una vara con púas embebidas en tinta contra la piel de la persona), se incorpora al español a través del francés, tatouage. Los marineros que viajaban por el océano Pacífico encontraron a los samoanos, y quedaron fascinados por sus tatuajes y equivocadamente tradujeron la palabra «tatau» como el producto final :  el tatuaje. En japonés, la palabra usada para los diseños tradicionales o aquellos diseños que son aplicados usando métodos tradicionales es «irezumi» (inserción de tinta), mientras que «tattoo» se usa para diseños de origen no japonés.


En español, los entusiastas del tatuaje pueden referirse a ellos como «tattoos», o usan el término castellanizado «tatú».
Pero mientras los diseños y motivos cambian, uno va notando la diferencia entre quienes desean incorporar una pequeña obra de arte que se arrugue junto con ellos, de los que simplemente piensan que sus pieles son el equivalente a la pared de un baño público en medio de la ruta.


Si usted me pregunta, me gustan coloridos, de estilo watercolor (acuarelas), 3D o tradicional japonés, con peces Koi y dragones intrincados, biomecánicos, retratos y un universo de otros estilos que aún tengo que desenmarañar.
Si se me ocurriera hacerme un tatuaje, sin duda me haría una cruz celta profusamente intrincada y colorida, en el hombro izquierdo. Nada más.


Pero como no soy adepto a andar en cuero, es difícil que alguien lo viera. Por lo tanto, en lugar de hacerlo permanente en mi piel, lo creo en mi mente, lo dibujo y coloreo y lo vuelvo a dibujar tantas veces como cambie de opinión.


Claro que derramo lágrimas por esas hermosas mujeres que se tatúan las lolas, las nalgas o cualquier exquisita parte de su anatomía, pero como cada cual es dueño de hacer de su culo el florero que prefiera, allá ellas, y acá yo.


Eso si, lo que nunca podré superar es a aquellos que van sumando tatuajes monocromos y pequeños, sin unidad temática, como si se tratara de garabatos realizados con una única aguja y tinta de birome, en el baño de una prisión.


Pero no me haga caso, alguien con la piel virgen no puede opinar sobre ésto. Pero sí puede entender que el negocio del futuro es comprar una máquina láser y cobrarles fortunas a todos los arrepentidos que el futuro nos irá entregando.

Taluego.


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El artículo Marcado en la piel fue publicado por OPin el jueves, 28 de enero de 2016. Esperamos que le sea de alguna utilidad o interés. Gracias por su visita y no olvide dejar su comentario antes de partir. Hasta el momento hay 0 comentarios: en el post Marcado en la piel

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