En la querida Argentina las cosas se ponen calientes cuando la gente comienza a tomar conciencia de que el gobierno se pone del lado (y es parte) de la delincuencia enraizada en lo peor de la Nación. Es que si usted está presente en un robo y sabe que el delincuente es amigo de la policía, o que cuando llama a la misma esta llega solo para levantar a los finados, se pone más que tenso, se arma hasta los dientes y si puede patearle los testículos a un ladrón que ya está tirado en el suelo, lo hará sin ningún cargo de conciencia, aunque sabe que luego la policía lo vendrá a buscar a usted y el ladrón lo mirará desde la calle cagándose de risa en plena libertad.
Entiendo
que mucha gente tenga que ser políticamente correcta cuando habla en
algún medio, pero también uno sabe tomarle la temperatura a la calle y nota que mientras ellos condenan la justicia por mano propia por
ausencia del Estado, los delincuentes que los miran por TV están preparando las armas
mientras ríen estruendosamente.
Es que mientras matan a inocentes por un simple celular y por la espalda, si la gente se organiza y le pega a un par de ladrones, todo el mundo pierde la cabeza y hasta la presidente se convierte al "amor y paz" olvidando sus raíces guerrilleras.
Si, la misma que te habló de esa juventud maravillosa que tomó las armas
para cambiar el orden establecido asesinando gente inocente y después te hablo de los maravillosos
barras bravas que ponían toda su pasión y arrebato en cada puntazo que le propinaban a alguien, ahora que se le pone
la cosa densa y teme que la violencia le llegue a su puerta se
convierte en Gandhi y te dice que lo importante es el amor.
Yo no puedo ni siquiera echarle la culpa a la policía, porque si usted recuerda, la ministra Garré mandó a la policía y al ejército a hacer un curso sobre Derechos Humanos y al igual que en la facultad de abogacía les implantaron el chip de que el ladrón es una víctima de la injusticia social y que vos, como vivís sin afanar, sos el inadaptado y el culpable de todos sus delitos. Llegaron al extremo de que si el policía que hacía un arresto era denunciado por un familiar o por el mismo delincuente, era pasado a disponibilidad y enjuiciado, convirtiendo al victimario en víctima sin más predicamento.
Ahora la policía lo piensa diez veces antes de intervenir ante un delito.
Y ante esa ausencia la gente toma su función por mano propia y a veces con algún exceso.
¿De quién es la culpa?
La ausencia del Estado en el tema seguridad es tan evidente como que nadie conoce a la ministra María Cecilia Rodríguez. Como consecuencia de eso el cuerpo social, que es el pueblo, genera los anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad que lo está atacando. Si el Estado no "vacuna" al país con policía y justicia dura que sea garante constitucional tanto para delincuentes como para ciudadanos, seguiremos generando los anticuerpos de la justicia por mano propial. La misma mano del pueblo honesto y trabajador abandonado a la buena de Dios por gobernantes que no aceptan su responsabilidad como si los hubieran obligado a aceptar su cargo.
Sugiero que nos pongamos de acuerdo en algo.
Si participamos de un intento de linchamiento lo primero es tranquilizar a la gente para que no se le vaya la mano y logre su objetivo.
Después hay que organizarce para llamar a la policía, que posiblemente tarde unos 45 minutos o más.
En el tiempo de espera usted puede hablar con el delincuente para promover su reintegración a la sociedad como un individuo útil que llegue a ser un buen ciudadano.
Como usted y yo sabemos que al día siguiente estará libre y no se acordará de nada de lo que le ha dicho, usted puede optar por dos soluciones humanitarias.
A saber:
1-Le puede romper ambos brazos con una maniobra de palanca simple, y así lograr que al menos durante el mes que esté enyesado no le robe a nadie.
o
2-Puede partirle ambas piernas para que en el próximo robo no pueda darse a la fuga.
Luego de esta clara contribución a los derechos humanos y la convivencia en sociedad, quedo a disposición de todos ustedes para lo que gusten mandar.
Taluego.
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