El peligro del escrache

La gente esta un poco loca y ya no sabe diferenciar una Red Social de la vida real. Cuando uno viraliza un mal comportamiento como el del argentino que hizo repetir a una menor rusa palabras de contenido sexual sin que ella lo supiera, lo que hace es difundir un hecho que , a su criterio, debe ser castigado socialmente y dentro de los márgenes de la ley.
Uno busca que las autoridades competentes se enteren, tengan suficientes datos y tomen cartas en el asunto. Una vez que se ha logrado el objetivo, como en el caso de este individuo, y se lo ha expulsado de Rusia sin que pudiera ver los partidos que ya tenía pagos del Mundial, un extra es que de paso se le impida asistir a los estadios de Argentina.
Punto.
Se terminó el tema y a otra cosa.
Pero el tipo además de ser un nabo, tenía compañía y al cabo de pocas semanas sumamos tres casos similares, uno con pérdida del empleo incluida.
Todos se muestran arrepentidos al llegar a la Argentina,y le dan la derecha a las autoridades rusas, quienes les exigieron que se disculparan por lo que habían hecho. Sin embargo, para Caterina, la víctima del chiste de mal gusto del primer imbécil, lo mejor que le pasó tras el incidente fueron los miles de mensajes de apoyo que recibió a través de las redes sociales.
Curioso y para recalcar es que la propia AFA había publicado una guía del viajero dando consejos de cómo levantarse a una rusita.
Si la Asociación del Fútbol Argentina demuestra su calidad de subnormal, cómo podemos esperar que los que tienen guita como para viajar a Rusia sin que les afecte la economía diaria, no se comporten como tales.

Ahora para mi sorpresa y la de muchos, el castigo que recibieron no resultó suficiente y piden escraches en el aeropuerto, pintadas en su negocio y de ser posible y legal, ir en manada a violarle a la mujer y a la hija.
Un argentino le hace decir pija a una rusa y casi piden pena de muerte.
No hay límites.
Vivimos en un país donde un  gremialista como Sobrero gestiona a viva voz un golpe de estado y, en lugar de ir preso por sedición, es artista exclusivo de América TV e ídolo de Corea del centro.
La imbecilidad argenta no tiene límites en sus extremos y cualquier error que se difunda en las redes, aunque sea el más simple y hasta rayano con la estupidez, hace que miles de santos devotos clamen por la sangre del idiota que se equivocó e ignoran el mal mayor.

Muchos se llaman católicos, justos o inteligentes, pero la anarquía de dejar que las masas castiguen sin atenerse a reglas hace que se termine en exageraciones como la quema de los domicilios de los sospechosos, o en la nada misma. Cómo saberlo ?

El comportamiento de la manada siempre es impredecible y deleznable. Pero no es lo mismo escrachar en las redes que ir a la casa de un tipo a pintarle leyendas, acosar a sus hijos, o insultarlo mientras cena en un restaurant. Sobre todo si el tipo en cuestión ya ha sido condenado o cumple una pena.

La manada busca la sangre del animal herido. Y si uno quiere detenerla, automáticamente se convierte en el enemigo que trata diferente a unos u otros.

Si yo condeno y ridiculizo en las Redes a CFK, no es lo mismo que si voy a la casa a insultarla. Una porque en el primer caso es un simple desahogo que termina en bloqueo y en la segunda 45 guardaespaldas me pegarían hasta que no respirara más y me radicara en el cementerio.

Chistes aparte, uno tiene derecho a expresarse sobre las personas públicas. Principalmente con tareas de índole político. Por eso en miles de trámites preguntan si uno está expuesto a los devenires de la función pública. Porque no es lo mismo. Si se es político hay que soportar la opinión de la gente, buena o mala. Pero como ciudadano raso, nadie tiene el derecho de efectuar un escrache, perjudicando su medio de vida, o a los menores a cargo, sin pagar por la jodita.

La gente oportunamente se quejó de que a Kichillof lo escracharan en un viaje a Uruguay, pero no por el político, sino porque estaba frente a sus hijos. Ahí radica la diferencia.
Considero que hay que mantener las aguas dentro de sus causes. Y a muchos les gusta desbordarse. Ser exageradamente correctos.

Tengámoslo claro.

Taluego