lunes, 25 de septiembre de 2017

Mensaje en una botella para Alien

En mi lista de cosas inútiles, ridículas pero con cierto ángel se encuentra el primer mensaje en una botella que se incluyó en la sonda Pioneer. Creo que incluso conlleva cierta dosis de ego al implicar que cualquier otro ser vivo en el universo tiene patrones de inteligencia similares o superiores al nuestro. Como si en el plano universal fuéramos el modelo de lujo y dueños del sistema métrico de pesas y medidas del plan de Dios y las matemáticas fueran el lenguaje universal.
Incluso los animales y las plantas quedaron fuera de la ecuación de contacto con otras inteligencias.
Aprovechando que la sonda Pioneer 10 y 11, lanzadas a principios de los 70, tendrían el honor de ser los primeros objetos construidos por el hombre que salieran del Sistema Solar, a un periodista se le ocurrió la idea enviar con ellas una especie de “mensaje en una botella” interestelar dirigido a la posible civilización extraterrestre que las pudiera interceptar. Carl Sagan lideró el proyecto que tenía que decidir que poner en ese mensaje y lo no menos difícil: como ponerlo. La gran pregunta era : ¿De encontrarlo los extraterrestres serían capaces de entenderlo?
La idea de enviar un mensaje de la humanidad a una posible inteligencia extraterrestre en la Pioneer 10 en realidad fue de Eric Burgess, un periodista que cubría el programa espacial. Burgess posteriormente le comentó su idea a Carl Sagan con el que habló después de una conferencia sobre inteligencias extraterrestres en Crimea. La idea entusiasmó a Sagan y la NASA accedió a que diseñaran una placa que se colocaría en la sonda, aunque les concedió sólo tres semanas para preparar su contenido.
Pese a las prisas, la placa llegó a tiempo y fue colocada en la sonda. En su confección Sagan y Burgess contaron con la ayuda del doctores Frank Drake y Richard C. Hoagland. Entre todos diseñaron la placa y los pictogramas fueron preparados por la entonces esposa de Sagan, Linda Salzman Sagan. Todo muy informal y de apuro. El mensaje se grabó en una placa de aluminio anodizado, de 229mm x 152mm de tamaño y un grosor de 1.27mm. La placa pesaba unos 120 gramos. Los procesos erosivos en el entorno interestelar eran por entonces desconocidos, aunque se creían que serían menos agresivos que los que ocurren en el Sistema Solar, por lo que según Carl Sagan la Pioneer 10, la placa y el mensaje grabado sobrevivirían a cualquier otra obra del hombre en la Tierra. O a la Tierra misma.


Los autores reconocían que cualquier mensaje de este tipo estaría en mayor o menor medida influido por las limitaciones de percepción y los procesos lógicos de los seres humanos. Aunque creían que una civilización avanzada sería capaz de entenderlo, para ello supusieron que era básico entender el papel que jugaba el hidrógeno, el elemento más abundante de la galaxia y lo incluyeron en la placa. En la parte superior izquierda se encuentra una representación de su transición hiperfina. Debajo de esta representación hay una pequeña línea vertical para representar el dígito binario 1 suponiendo que el álgebra de Boole tuviera un equivalente alien. Esta inversión en la dirección del electrón de spin en un átomo de hidrógeno provoca una onda de radio que permite especificar una unidad de longitud (su longitud de onda, 21cm) además de una unidad de tiempo (su frecuencia, 1420Mhz). Ambas unidades sirven de medida de referencia a los demás símbolos.
En el lado derecho de la placa aparecen la figura de un hombre y una mujer delante de la representación de la nave. Entre las marcas que indican la altura de la mujer se puede ver la representación binaria del número 8 (1000, con un pequeño defecto en el primer cero). En unidades de la longitud de onda de la transición hiperfina del hidrógeno, es decir, 8 x 21 cm = 168 cm. Detrás de las figuras humanas, se puede ver una silueta de la Pioneer en la misma escala. La inteligencia extraterrestre podría deducir la altura de los humanos midiendo la sonda espacial, siempre y cuando su evolución no fuera muy diferente.


El hombre de la figura está levantado su mano derecha como signo de buenos deseos. Aunque este gesto puede ser que no se entienda, permite mostrar el pulgar y como se pueden mover las piernas, no es la única imagen de la placa que sirve para al menos dos propósitos. Inicialmente Sagan dibujó a las dos figuras tomadas de la mano, pero en seguida se dio cuenta que los extraterrestres podrían entender que la figura representaba una única criatura y no dos. En cualquier caso, los autores reconocían que si la civilización interceptora no había tenido ningún contacto previo con organismos similares al ser humano, muchas de las características de las figuras les podían parecer profundamente misteriosas. Las dos figuras humanas parecen corresponder a personas de raza blanca y occidentales, aunque se intentó que ambas figuras fueran lo más neutro posible en cuanto a cuestiones raciales. Prerrogativas del ideal del ser humano que diseño el engendro.
Los genitales de la mujer son mucho menos detallados y evidentes que los del hombre por razones posturales y de autocensura norteamericana. Hay una cierta controversia sobre si en la propuesta inicial no era así. Según algunos, sería el propio Sagan el que decidió eliminar los detalles para evitarse trabas, pero según otros, el diseño original de Sagan sí que era más minucioso pero habrían sido los responsables de la NASA los que habrían pedido su simplificación como condición para dar su aprobación. Según escribió el mismo Sagan, por un lado, pesó en esta decisión el intento de imitar la representación clásica griega del cuerpo de la mujer, y efectivamente, la intención de agilizar todo el proceso y evitar posibles problemas con la dirección de la NASA, aunque dicen que jamás tuvieron ningún problema de puritanismo con ellos. Yo lo dudo.


A la izquierda de la placa se muestra un haz de 15 líneas que radian de un mismo punto. Ese punto es el planeta Tierra, las líneas indican la dirección de los púlsares más significativos cercanos al sistema solar. Las líneas son en realidad números binarios (de 10 dígitos en decimal), que representan los períodos de estos púlsares, usando otra vez la frecuencia de la transición del hidrógeno como unidad. Puesto que estos períodos cambian a lo largo del tiempo, se puede calcular la época astronómica del lanzamiento. Además, las longitudes de las líneas muestran las distancias relativas de los púlsares al Sol. Una marca al final de cada línea da la coordenada Z perpendicular al plano galáctico.
Tal vez un manual de usuario sería más efectivo.
En función del lugar en el que se encontrara la placa, puede ser que sólo alguno de estos pulsares fueran visibles. Sin embargo, al indicar la posición de manera redundante con 14 púlsares, la localización del origen puede ser triangulada incluso si sólo se reconoce a alguno de ellos. El púlsar número quince de la placa se extiende hasta el extremo derecho, detrás de las figuras humanas. Esta línea indica la posición del Sol relativa al centro de la galaxia.
En la parte inferior de la placa hay un esquema del Sistema Solar. Un pequeña figura de la nave sirve para mostrar su trayectoria hasta Júpiter y de allí hacia el exterior del sistema solar. En este esquema se pueden observar los anillos de Saturno, los cuales podrían proporcionar a los extraterrestres una valiosa pista para identificar el Sistema Solar. Los anillos de Júpiter, Urano y Neptuno eran desconocidos cuando se diseñó la placa y Plutón era todavía considerado un planeta, así que ya exportamos indicios de nuestra ignorncia. Los números binarios al lado de los planetas muestran su distancia relativa al Sol. La unidad que se usó era un décimo de la órbita de Mercurio.
La primera placa se lanzó con la Pioneer 10 el 2 de marzo de 1972, y la segunda con la Pioneer 11 el 5 de abril del año siguiente. Las placas de ambas sondas son idénticas, sin embargo después del lanzamiento la Pioneer 11 fue redirigida hacia Saturno y de allí hacía hacia fuera del sistema solar. Este hecho hace que la placa sea imprecisa, al indicar para las dos sondas la misma trayectoria y demuestra lo poco previsora y profesional que es la raza humana.
Obviamente, el diseño de la placa generó polémica y críticas. Muchos creían que su mensaje era demasiado antropocéntrico y demasiado difícil de descifrar. Aunque el mensaje fue diseñado para codificar el máximo de información posible en el mínimo espacio, más que para ser legible fácilmente, muy pocos de los científicos a los que se les enseñó la placa fueron capaces de decodificarla en su totalidad. Irónicamente, una de las partes del diagrama más fáciles de entender para los humanos podría ser de las más difíciles para los extraterrestres: la flecha que muestra la trayectoria de la Pioneer. Según un artículo de la Scientific American, las flechas son un artefacto de las sociedades de cazadores-recolectores, los extraterrestres podrían ser incapaces de encontrar un sentido a ese símbolo.


Según el astrónomo Frank Drake, hubo muchas reacciones negativas porque la placa mostraba a los humanos desnudos. Algunos periódicos recibieron cartas de contribuyentes enojados porque su gobierno malgastara el dinero en enviar “obscenidades” al espacio. Pero no fueron los únicos, algunas feministas encontraron la postura de la mujer demasiado servil, otros se quejaron del aspecto caucásico de las figuras.
Pese a sus esfuerzos, los promotores del envío del mensaje eran conscientes que las posibilidades que la sonda llegara hasta el sistema planetario de alguna civilización avanzada eran casi despreciables, pero quizás esa civilización, mucho más avanzada que la humana, sí que tuviera los medios para detectar la sonda en su viaje interestelar. En cualquier caso la intercepción sería en un futuro muy lejano, por lo que no veían ningún peligro en indicar la posición de la Tierra, aún en el remoto caso que esa civilización fuera hostil.
Según lo planeado, tanto la Pioneer 10 como la 11 cumplieron su misión. La primera pasó por Júpiter tras cruzar el Cinturón de asteroides en 1973 y proporcionó las mejores imágenes de las que se dispone hasta la fecha de la atmósfera del planeta. Siguiendo luego su camino hacia el exterior del sistema solar, atravesando lugares por los que no había pasado nada hecho por el hombre antes. En 1983 abandonó el Sistema Solar. Pese a que su misión acabó formalmente en 1997, la sonda siguió en contacto con la Tierra. La última recepción con éxito de su señal se captó el 27 de abril del 2002. La pérdida de contacto fue probablemente debida a la combinación del incremento de la distancia y al lento debilitamiento de la fuente de energía de la sonda, pero no a un fallo técnico.


La última señal, ya casi indetectable, que se captó fue el 23 de enero de 2003, cuando ya estaba a 12.000 millones de kilómetros de distancia, a esa distancia las emisiones tardaban casi 10 horas en llegar a la Tierra. El 7 de febrero siguiente ya no se pudo contactar con la Pioneer 10 y el último intento, también sin éxito, se llevó a cabo el 4 de marzo del 2006, la última vez que la antena estaría correctamente alineada con la Tierra. En la actualidad se supone que la sonda sigue su camino a la estrella Aldebarán, en la constelación de Tauro, a la que con suerte llegará dentro de 1.690.000 años.
La Pioneer 11 fue lanzada el 5 de abril de 1973 y llegó a Saturno el 1 de septiembre, tomando las primeras fotografías a corta distancia del planeta, allí descubrió dos nuevos satélites y también dos nuevos anillos. Desde allí prosiguió su viaje hacia el exterior del Sistema Solar, estudiando las partículas energéticas del viento solar. Al igual que la Pioneer 10 y el resto de sondas Pioneer, la 11 obtenía su energía de una fuente de isótopos radiactivos. La pérdida de eficacia de esos generadores determinó el final de su misión a finales del 1995, cuando se encontraba a 6.500 millones de kilómetros de distancia de la Tierra. El movimiento de la Tierra hizo que la antena de la sonda perdiera su correcto alineamiento con ella y puesto que la antena no se puede redirigir resulta imposible con la tecnología actual establecer ningún tipo de comunicación con ella.
Sin conexión con la tierra la Pioneer 11 sigue su camino en silencio hacia la constelación de Aquila a la que se espera que llegue dentro de unos 4 millones de años. Como su compañera la Pioneer 10 sigue buscando alguna civilización a la que entregar su “mensaje en una botella” a quién, con suerte, sea capaz de entenderlo, esperando que no sea hostil.


Fuente: http://www.cabovolo.com

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