Alaska fue comprada por los Estados Unidos de Norteamérica. Ni conquistada, ni ocupada, ni heredada, comprada. Pero aunque a usted le resulte un poco extraño, esas tierras heladas tan distantes del territorio original de USA, no fueron compradas a quienes uno supone sus legítimos dueños, los esquimales. Es más, probablemente ya no queden esquimales puros en pocos años y tal como los Onas de nuestros pagos, terminarán en las listas de pueblos desaparecidos de la faz de la Tierra.
Claro, en la actualidad tanto el canal Discovery, como el History dedican sus programas de sobre-vivencia o pesca mortal con personas que se asientan en las gélidas tierras. La oferta ya no tiene que ver con la fiebre del oro o con el petróleo sino con la necesidad de poblar ese punto estratégico del planeta. Así se otorgan porciones de territorio a quién lo solicite, en forma gratuita y con posesión asegurada hasta segunda generación de la familia solicitante. Algo que ha logrado que muchos semi indigentes se movilizaran e intentaran sobrevivir al mejor estilo de sus antepasados, casi sin ninguna comodidad de la vida moderna.
Curiosamente Alaska es el estado más grande de Estados Unidos, ocupa 1 717 856 km2, el doble de lo que ocupa Texas. Desempeña un papel extremadamente importante en la economía del país ya que acoge industrias como la de la pesca y el petróleo, y no nos olvidemos de su innegable (aunque cuestionable) aporte a la industria televisiva, con títulos ilustres como Rutas Mortales, Vida Bajo Cero, Pesca Mortal y otros tantos reality shows interesantísimos.
Su ubicación, bien al norte y atravesando Canadá, con un brazo hacia el estrecho de Bering probablemente le haga sospechar que sus dueños deberían ser otros. Y por supuesto tiene razón, hasta el siglo XIX, Alaska perteneció a Rusia y Estados Unidos la compró por un precio realmente increíble.
Resulta que los rusos habían llegado a Alaska buscando productos que eran muy solicitados en el mercado de ese entonces, como el marfil de colmillos de morsas y la piel de nutrias. Por mucho tiempo, Rusia disfrutó de la explotación de este territorio. Desde la ciudad de Novoarkhangelsk (ahora llamada Sitka), se comercializaban pieles, té y telas de China e incluso hielo (que en esa época, previo a la invención de los refrigeradores, era un producto muy comercializado).
Los negocios en Alaska prosperaron bajo la dirección de Alexander Baranov, un exitoso comerciante que se describía a sí mismo como «el Pizarro ruso». Los problemas surgieron cuando se jubiló y el comercio de Rusia en territorio norteamericano comenzó a estar manejado exclusivamente por militares. Los oficiales no tenían ni idea para los negocios y a esto se le sumó que asignaban sueldos astronómicos, como para hundir cualquier ganancia.
Con el comienzo de la guerra en Crimea, Rusia ya no podía asignar los recursos necesarios para mantener ese nivel de control sobre Alaska y temía que un conflicto con Gran Bretaña y su poderosa marina pudiera dejarlos finalmente sin nada.
Allí fue cuando comenzó a germinar la idea de la venta.
Aunque la historia reciente lo haga difícil de creer, en ese entonces las relaciones entre Estados Unidos y Rusia eran más que buenas y ambos gobiernos veían con buenos ojos llevar adelante esa transacción, aunque los ciudadanos de ambos países pensaran que simplemente uno eran idiotas y los otros demasiado bandidos.
Los rusos con toda razón no entendían cómo se podía estar considerando vender un territorio tan rico, donde se sabía que había reservas de oro, carbón, madera y petróleo. Los estadounidenses, por otro lado, no concebían la idea de estar gastando plata en lo que consideraban un simple pedazo de hielo, a tal extremo que llamaron a la compra «la locura de Seward» (por William H. Seward, quien era entonces secretario de estado y fue uno de los promotores de la transacción).
A pesar de las críticas a ambos lados del pacífico, el negocio se llevó a cabo. Estados Unidos compró Alaska el 30 de mayo de 1867 por poco más de 7 millones de dólares, ¡menos de 5 dólares el km cuadrado, pero sólo pasó a ser parte de la Unión como un Estado en 1959. Pese a la oposición de la época, hoy en día es evidente que fue una de las mejores inversiones de la historia antes de Trump.
Alaska no solo tiene oro, sino también petróleo. Produce casi 45 mil millones de dólares al año y tiene uno de los PBI más altos de todos los estados. A fin de cuentas, la «locura de Seward» parece haber sido una verdadera ganga.
Pero los esquimales como los inuit, es decir los habitantes de la tundra ártica del Norte de Alaska, Canadá y Groenlandia (unas 100.000 personas) y los yupik, habitantes del Sur de Alaska y de la península siberiana de Chukchi, nunca recibieron nada.
Pero los esquimales como los inuit, es decir los habitantes de la tundra ártica del Norte de Alaska, Canadá y Groenlandia (unas 100.000 personas) y los yupik, habitantes del Sur de Alaska y de la península siberiana de Chukchi, nunca recibieron nada.
Ni un mísero cubito de hielo.
Taluego.
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