Hoy en día hay muchas víctimas de la cosmética, desde los que se masacran al sol para que los demás los envidien por el color que solo se obtiene en una cama solar o en el Caribe, hasta los que aún siendo de piel negra, se la blanquean porque quieren pertenecer al otro bando.
Justamente lo contrario que en el 1700 en Europa donde la piel tostada por el sol era símbolo de que uno trabajaba arduamente y por lo tanto era pobre. Así los poderosos intentaban ser tan blancos como pudieran, demostrando una palidez que gritara a los cuatro vientos que disfrutaban de tanto ocio puertas adentro que seguramente debían ser inmensamente ricos.
El caso de una dama de la alta sociedad inglesa allá por 1760 resulta paradigmático.
Maria Gunning se llamaba la dama . Tan bella y famosa que hasta su zapatero cobraba 6 peniques tan sólo para observar sus zapatos. La gente la acosaba como si fuera una Angelina Jolie de aquellos tiempos y a la señorita esa situación le encantaba.
Había nacido en Irlanda donde transcurrió una infancia muy pobre en Dublin. Luego probó suerte en Londres, donde llegó en 1751 a la edad de 18 años. En la gran ciudad se convirtió en una actriz célebre, famosa por su belleza tal como ocurría en su antiguo hogar.
Cuando ella paseaba en carruaje la gente bordeaba las calles con la esperanza de tan solo verla pasar. Siendo así y como cualquier celebridad actual, no tardó mucho en encontrar un Conde con quién casarse, cosa que hizo en 1752, apena a un año de su llegada.
El afortunado era el Conde de Coventry y con él se estableció para vivir la vida de opulencia de las clases altas.
Todos los días María Gunning, ahora María Coventry, condesa de Coventry, pasaba horas maquillándose la cara para aparecer frente a su devoto público. Y justamente eso fue lo que la mató.
El polvo blanqueador que aplicaba en su cara con un cisne estaba hecho de Blanco de Plomo, que da una cobertura excelente, pero que al combinarse con la humedad de su piel formaba un ácido que comenzó a carcomerle la cara.
Para cubrir esas partes dañadas donde se le había caído la piel, María aplicó aún más blanqueador.
Para colmo de males el colorete para las mejillas que usaba, era una moda importada de Francia donde el aspecto de chica de campo se hizo brevemente popular. Estaba hecho con pasta de Plomo y Cinabrio, un producto de descarte de la extracción del Mercurio. Así que el colorete producía envenenamiento por Plomo y Mercurio a la vez.
Y si ésto le ha parecido poco, como lápiz de labios a María le gustaba usar Fucus Mercuricum, el extracto de un alga con una concentración particularmente alta de Mercurio.
El ácido le comió la piel, el Plomo la envenenó (a este envenenamiento se lo denomina Saturnismo debido a que, en la antigüedad, los alquimistas llamaban "saturno" a dicho elemento químico) y el Mercurio pasó a su sangre y sus llagas se hicieron cada vez más visibles, haciendo que ella utilizara cada vez más maquillaje para cubrirlas.
Murió a los 27 años el 30 de septiembre de 1760 y el último año de su vida lo pasó en un cuarto a oscuras donde nadie pudiera verla.
Originalmente conocida simplemente como una hermosa mujer, llegó a ser conocida en los círculos de la alta sociedad como una "víctima de la cosmética".
Han pasado muchos años y uno pensaría que nos mantenemos alejados de dicho metal, pero no. Las pinturas basadas en plomo tienen muchas aplicaciones, aunque las preocupaciones relacionadas con su toxicidad se han enfocado principalmente en las que se usan en pintura de caballete, en juguetes infantiles donde los niños la encuentran dulce y deliciosa y por último para pintar viviendas. Desde 1978 (no hace mucho) EE.UU. ha prohibido la venta de pinturas que contuviesen más de 90 partes por millón de plomo, y restricciones similares rigen en varios otros países. Se ha señalado, sin embargo, que tomando ciertas precauciones (no comer, beber ni fumar durante su uso, y lavarse las manos a conciencia después de usarlo) el blanco de plomo en forma de pintura o pasta puede utilizarse de manera segura en pintura artística, pero se desaconseja el uso del pigmento en polvo.
Justamente lo contrario que en el 1700 en Europa donde la piel tostada por el sol era símbolo de que uno trabajaba arduamente y por lo tanto era pobre. Así los poderosos intentaban ser tan blancos como pudieran, demostrando una palidez que gritara a los cuatro vientos que disfrutaban de tanto ocio puertas adentro que seguramente debían ser inmensamente ricos.
El caso de una dama de la alta sociedad inglesa allá por 1760 resulta paradigmático.
Maria Gunning se llamaba la dama . Tan bella y famosa que hasta su zapatero cobraba 6 peniques tan sólo para observar sus zapatos. La gente la acosaba como si fuera una Angelina Jolie de aquellos tiempos y a la señorita esa situación le encantaba.
Había nacido en Irlanda donde transcurrió una infancia muy pobre en Dublin. Luego probó suerte en Londres, donde llegó en 1751 a la edad de 18 años. En la gran ciudad se convirtió en una actriz célebre, famosa por su belleza tal como ocurría en su antiguo hogar.
Cuando ella paseaba en carruaje la gente bordeaba las calles con la esperanza de tan solo verla pasar. Siendo así y como cualquier celebridad actual, no tardó mucho en encontrar un Conde con quién casarse, cosa que hizo en 1752, apena a un año de su llegada.
El afortunado era el Conde de Coventry y con él se estableció para vivir la vida de opulencia de las clases altas.
Todos los días María Gunning, ahora María Coventry, condesa de Coventry, pasaba horas maquillándose la cara para aparecer frente a su devoto público. Y justamente eso fue lo que la mató.
El polvo blanqueador que aplicaba en su cara con un cisne estaba hecho de Blanco de Plomo, que da una cobertura excelente, pero que al combinarse con la humedad de su piel formaba un ácido que comenzó a carcomerle la cara.
Para cubrir esas partes dañadas donde se le había caído la piel, María aplicó aún más blanqueador.
Para colmo de males el colorete para las mejillas que usaba, era una moda importada de Francia donde el aspecto de chica de campo se hizo brevemente popular. Estaba hecho con pasta de Plomo y Cinabrio, un producto de descarte de la extracción del Mercurio. Así que el colorete producía envenenamiento por Plomo y Mercurio a la vez.
Y si ésto le ha parecido poco, como lápiz de labios a María le gustaba usar Fucus Mercuricum, el extracto de un alga con una concentración particularmente alta de Mercurio.
El ácido le comió la piel, el Plomo la envenenó (a este envenenamiento se lo denomina Saturnismo debido a que, en la antigüedad, los alquimistas llamaban "saturno" a dicho elemento químico) y el Mercurio pasó a su sangre y sus llagas se hicieron cada vez más visibles, haciendo que ella utilizara cada vez más maquillaje para cubrirlas.
Murió a los 27 años el 30 de septiembre de 1760 y el último año de su vida lo pasó en un cuarto a oscuras donde nadie pudiera verla.
Originalmente conocida simplemente como una hermosa mujer, llegó a ser conocida en los círculos de la alta sociedad como una "víctima de la cosmética".
Han pasado muchos años y uno pensaría que nos mantenemos alejados de dicho metal, pero no. Las pinturas basadas en plomo tienen muchas aplicaciones, aunque las preocupaciones relacionadas con su toxicidad se han enfocado principalmente en las que se usan en pintura de caballete, en juguetes infantiles donde los niños la encuentran dulce y deliciosa y por último para pintar viviendas. Desde 1978 (no hace mucho) EE.UU. ha prohibido la venta de pinturas que contuviesen más de 90 partes por millón de plomo, y restricciones similares rigen en varios otros países. Se ha señalado, sin embargo, que tomando ciertas precauciones (no comer, beber ni fumar durante su uso, y lavarse las manos a conciencia después de usarlo) el blanco de plomo en forma de pintura o pasta puede utilizarse de manera segura en pintura artística, pero se desaconseja el uso del pigmento en polvo.
Por el lado del Mercurio usted seguramente se habrá dado cuenta que cada día son menos los termómetros que lo contienen, no por la llegada de la era digital , sino porque su aspiración o contacto cutáneo es tremendamente venenoso.
Uno se da cuenta que en definitiva tardamos mucho tiempo en aprender de nuestros errores.
Taluego.Uno se da cuenta que en definitiva tardamos mucho tiempo en aprender de nuestros errores.
Fuente: Rococó Cap.3 Waldemar Januszczak- Wikipedia
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