Hace no tantos días reapareció la vieja y querida pareja de Los Expedientes X que nos había abandonado allá por el año 2002, es decir hace catorce años. El Agente Especial Fox William Mulder encarnado por David Duchovny, y la Agente Especial Dra. Dana Katherine Scully encarnada por la afónica Gillian Anderson, retornaron para un refrito de seis capítulos en una décima temporada que nadie se esperaba.
Como antigüo seguidor de la serie me apoltroné para ver el capítulo 0 que nos contaba cómo se había organizado el rejunte y me quedé esperando que arrancara la nueva entrega. El capítulo 1 dejó mucho, muchísimo que desear, ya que parecía un resumen de todas las teorías conspirativas juntas y resueltas mediante el viejo tema del gobierno que manipula tecnología robada a un pobre plato volador que les cayera del cielo.
Casi que me vi obligado a hacer un pacto con mi propia persona, en el sentido de no volver a verla nunca más. Pero, como siempre, no pude honrar mi propio pacto y seguí viendo una serie que retomó ya en el capítulo 3 , el humor necesario para que uno se prenda en la fantasía.
La otra ventaja es que la cadena saca el capítulo en castellano tan rápido como en la redes piratas , así que veo el subtitulado en la Red y el castellano , si quiero, en el Cable.
Mención aparte: Odio que se les haya ocurrido doblar todas las series. No hay nada mejor que escucharlas en idioma original, algo que aplica en todo, menos en los dibujos animados.
Como sea, al viejo estilo de Tato Bores, lo mejor es abandonar mientras se está en la cima, cuestión de poder volver algunos años después, cuando se haya renovado la audiencia, y así mantener la magia y el encanto del éxito , tan viva como la primera vez. (aunque más viejos)
Claro que ésto nos lleva a recordar cuantos no saben dejar a tiempo y siguen explotando a la gallina de huevos de oro hasta dejarla seca y desplumada.
Sobre éste tema me gustó la nota de Martín Fernández Cruz para el diario La Nación y es por eso que hoy vamos a un conveniente copy-paste.
Dice el amigo periodista:
"Hay amores que de tan intensos, es mejor que duren poco. Y lo mismo pasa con las series. Hay ficciones que empiezan con una fuerza y un talento, que no queda más remedio que entregarse a ellas con los brazos abiertos, generando así un nivel de adicción que prácticamente controla nuestras vidas. Pero cuando la cosa empieza a estirarse y la calidad a licuarse, es momento de decir "adiós" cuando aún queda algo de dignidad por salvar. Por ese motivo, y con el corazón estrujado, hacemos un repaso de varias series que tuvieron un pasado de gloria, pero que en el afán por seguir existiendo, parecieran empecinadas a morir en el barro.
Dice el amigo periodista:
"Hay amores que de tan intensos, es mejor que duren poco. Y lo mismo pasa con las series. Hay ficciones que empiezan con una fuerza y un talento, que no queda más remedio que entregarse a ellas con los brazos abiertos, generando así un nivel de adicción que prácticamente controla nuestras vidas. Pero cuando la cosa empieza a estirarse y la calidad a licuarse, es momento de decir "adiós" cuando aún queda algo de dignidad por salvar. Por ese motivo, y con el corazón estrujado, hacemos un repaso de varias series que tuvieron un pasado de gloria, pero que en el afán por seguir existiendo, parecieran empecinadas a morir en el barro.
1. The Big Bang Theory
Cuando en aquel lejano 2007 salió la primera temporada de esta fábula nerd, todo era pan y rosas. Sheldon parecía un personaje de comedia inagotable, y el amor de Leonard por Penny, una chica que de golpe y porrazo se veía envuelta en un mundo dominado por el Halo, las historietas y Battlestar Galactica, era materia para mil chistes. La segunda temporada, con su perfección desbordante, auguraba una serie que podía convertirse en la gran sitcom de la década. pero pronto todo cayó. El síndrome Friends que parece salpicar a todas las sitcoms norteamericanas (y que consiste en transformar cualquier comedia en una triste parodia sobre cómo sus protagonistas solo sirven para formar pareja y casarse), se cobró con el elenco de TBBT una nueva víctima. La serie rápidamente empezó a estancarse, los protagonistas comenzaron a ser burdas fotocopias de lo que eran y la chispa murió irremediablemente. Pero el pecado capital de esta serie, fue que empezó a mirar con burla a sus héroes comiqueros. Lejos de Spaced o de The I.T. Crowd, en donde los amantes de las historietas son la norma, y los amantes de lo frívolo el objeto de burla, el ángulo en TBBT se corrió, y donde antes Sheldon era divertido porque era el centro de ese universo, con el tiempo empezó a ser divertido porque era el "distinto". The Big Bang Theory traicionó su propio concepto y no tardó en convertirse en una sitcom del montón. Con nueve temporadas al aire, sería prudente antes de seguir metiendo la pata, terminar una serie que, hace muuuucho tiempo, fue de visión obligatoria.
2. Los Simpson
Paradigma absoluto de la serie que debió terminar, por lo menos, hace quince años. Luego de un auspicioso paso por un programa de variedades, en 1989 Los Simpson estrenaba su primer episodio, y la sátira social de Matt Groening se convertía en un clásico instantáneo. Con los nuevos capítulos, la lista de secundarios crecía a paso agigantado, y cada uno de ellos parecía tener el jugo necesario para coprotagonizar mil historias más. Para colmo, cada episodio tenía tantas citas cinéfilas/musicales/pictóricas que permitía deleitar al espectador con los cientos de homenajes ocultos. Y lo más importante, el verdadero corazón de la serie, es que trataba sobre una familia clase media y las muchas miserias que la rodeaban. Los Simpson era capaz de reírse con acidez como de emocionar con la más absoluta de las ternuras (y sino ahí tienen el famoso "do it for her"). Pero claro, ni Los Simpson se escaparon del agobio creativo. Con seguridad, la octava temporada (año 1996/97), esa que incluye el noviazgo de Nelson y Lisa, la aparición de Frank Grimes, el divorcio de los Van Houten y por sobre todas las cosas, ese inmenso episodio en el que aparece John Waters (Homer´s Phobia), fue el pico más alto de una serie que a partir de ahí, solo podía ir en bajada. La ingeniosa sátira se convirtió en un festival centrado en las torpezas de Homero, las travesuras de Bart, la ñoñez de Lisa, y nada más. O sea, en la superficie zonza de un programa que supo ser brillante. La distancia que tomó el propio Matt Groening (que siguió dando cátedra en Futurama) y otros productores históricos, hundió a la familia de Springfield en los abismos de la pavada. pero la popularidad nunca bajó, y el impulso de lo que alguna vez fue una serie gloriosa, se encargó de tapar lo flojo de sus últimas doce temporadas. Los Simpson son dibujos animados, no envejecen ni renuncian, y por ese motivo, están condenados probablemente a vivir por siempre, presos de la avaricia corporativa que se niega a soltar esta verdadera gallina de los huevos de oro.
3. Grey´s Anatomy
Las buenas ficciones de hospital, se sabe, pueden durar mucho. Los productores de ER Emergencias lo sabían, y por ese motivo estiraron la serie por quince temporadas. Y con Grey´s Anatomy sucede lo mismo. Al igual de lo que pasa con Supernatural, esta serie que en algún momento fue un verdadero suceso, hace varios años se mantiene al aire gracias a un nicho recontra fiel que sigue apasionadamente las tribulaciones amorosas de todos estos doctores y doctoras. Pero las ridículas vueltas de tuerca que debieron sacar de la manga los guionistas como para darle algo de emoción a esta serie (y que incluyó una tragedia aérea digna de Lost), no alcanzan para sostener el nivel de una ficción que se niega a morir, pero que ya tiene suficientes motivos como para despedirse. Vamos Grey, tuviste tus buenos momentos, ya podés retirarte.
4. Game of Thrones
No queremos ser polémicos. Game of Thrones es una joya, es adictiva y es totalmente necesaria para cualquiera que quiera llevar una dieta televisiva medianamente digna. Pero la última temporada, empezó a tener tufo a estiramiento. Sí, lo dice mucha gente, "¡pero los últimos dos capítulos fueron la gloria!". Y bueno, que ya sabemos eso, pero no alcanza. Teniendo en cuenta que la serie tiene diez episodios por año, justificar una temporada por dos capítulos es, por lo menos, algo con gusto a poco. Muchos podrían decir "¡ey! ¡Pero lo mismo pasa con The Walking Dead!", y claro, pero ahí hay una diferencia, y es que TWD no tiene un final porque básicamente, es una historia sobre supervivencia y el nudo del conflicto es lisa y llanamente ni que te mate un humano loco ni que te coma un muerto de esos que va por ahí caminando a dos por hora.
Como sea, lo cierto es que Game of Thrones corre el peligro de estirar la cosa, de seguir refugiándose en el asesinato indiscriminado de personajes que amamos y en no saber cerrar a tiempo una historia que ya debería estar en su recta final. GoT todavía no está en un nivel bochornoso, pero de comenzar a dilatar la llegada del ansiado cierre, podría llegar a estarlo. Para colmo, la noticia de una renovación para una séptima y octava temporada, en ese sentido, no augura en absoluto que el final esté cerca. Y mientras los productores cuentan dinero y estiran la saga, a nosotros nos distraen haciéndonos debatir qué onda con Jon Snow
5. Homeland
Gran ejemplo de una serie que tiene una brillante idea, que la ejecuta a la perfección, pero que rápidamente se da cuenta que no tiene forma de estirarla. A Homeland le pasa algo parecido a lo que sucedió con Prison Break: ambas arrancaron con la fuerza de un Formula 1, para al poco tiempo tener el empuje de una bicicleta vieja a la que seguimos usando más por fidelidad que por utilidad real. El planteo de Homeland era digno hijo de 24: un soldado héroe de su país, vuelve pero con la posibilidad de haber sufrido un lavado de cerebro terrorista. Intrigas como muñecas mamushka se encerraban una dentro de otra, y la pobre Claire Danes intentaba ponerle garra a un personaje que le quedaba algo poco grande. Con el paso de las temporadas, la trama comenzó a desinflarse como globo viejo, y de ahí en más, la debacle: la tensión se perdió, el drama se eliminó y la serie se convirtió en una especie de guía turística panfletaria sobre lo feo y malo que es Medio Oriente. Un forense a la derecha, el paciente perdió hace rato sus signos vitales."
Seguramente usted tiene alguna que otra más para agregar a la lista, pero le aseguro que mientras los números de audiencia no decaigan, es muy difícil que los productores las den de baja. No son Friends, ni Seinfield, como para irse con los bolsillos tan llenos que no tengan que trabajar jamás.
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