lunes, 4 de enero de 2016

Baquelita, la abuelita del plástico

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Ya en 1833 el pensador alemán John Adolphus Etzler adelantaba en "Un paraíso al alcance de todos…" las posibilidades de moldeo y resistencia del plástico. Entonces no se le hizo mucho caso, pero el tiempo le daría la razón. Desde mediados del siglo XIX se fueron desarrollando considerablemente los plásticos naturales, aquellos procedentes de una secreción de un tipo de escarabajo, de la resina gutapercha o el bois durci; los semisintéticos también datan de mediados del XIX y su desarrollo propició el cambio revolucionario que supuso el primer plástico sintético: la baquelita
La baquelita fue la primera sustancia plástica totalmente sintética, creada en 1907 y nombrada así en honor a su creador, el belga ganador del Premio Nobel en Química Leo Baekeland.
Debido al apellido del creador, el nombre correcto en español debería ser baekelita, pero dado que somos afectos a las deformaciones por el uso, ha quedado así.
Claro que hay quienes le otorgan el descubrimiento a Adolf von Baeyer quien ya había experimentado con este material en 1872, pero lamentablemente apara él y para sus seguidores, Don Adolf no completó su desarrollo.
La baquelita fue también uno de los primeros polímeros sintéticos termoestables conocidos. Se trata de un fenoplástico que hoy en día aún tiene aplicaciones reducidas aunque interesantes. Este producto puede moldearse a medida que se forma y endurece al solidificarse. No conduce la electricidad, es resistente al agua y los solventes, pero fácilmente mecanizable.

 
El alto grado de entrecruzamiento de la estructura molecular de la baquelita le confiere la propiedad de ser un plástico termoestable, ésto quiere decir que una vez que se enfría no puede volver a ablandarse. Esa caracterítica lo diferencia de los polímeros termoplásticos, que pueden fundirse y moldearse varias veces (o reciclarse), debido a que las cadenas pueden ser lineales o ramificadas pero no presentan entrecruzamiento.


La evolución del material ha sido tremenda, ganando en ligereza, resistencia, transparencia, posibilidades de acabado… En manos de diseñadores industriales, surgieron piezas que cambiaron, para modernizar, el paisaje doméstico, ya fuera metiéndose en la cocina, dibujando juguetes, radios…

 
Los plásticos también son considerados como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, “ilusión o fatalismo”. En su contra, hay razones ecológicas. Y lo que puede ser una virtud se convierte en defecto dependiendo de quién y cómo lo trate. Así, su bajo precio, que permite la democratización de un material fácil y cómodo, se traduce en una sobreproducción que no cuida la calidad y el gusto. Sin embargo en la historia del plástico hay muchos ejemplos sugerentes y atractivos que merecen ser recordados y recuperados.


Existen obras de creadores reconocidos como Raymond Loewy, Isamu Noguchi. Gio Ponti o Philippe Starck. Hoy la melancolía le devuelve el protagonismo a cosas que un día dejaron de ser cotidianas, como esas radios de líneas curvas que parecen pedir ser acariciadas, los juguetes de otra época, o esos teléfonos pesados y contundentes de hace medio siglo.


Una vez llamada "el material de los mil usos", la baquelita es hoy el material de los objetos coleccionables. Todo, desde radios y televisores antiguos y transistores hasta juguetes y bisutería pueden estar hechos de baquelita, pero un coleccionista serio debe prestar mucha atención. La baquelita puede parecer un plástico duro y pesado pero, de hecho, es una resina sintética que se dejó de usar en 1950.

 

Si sospecha que es el poseedor de un elemento de este material y quiere verificarlo, mire bien la pieza de baquelita que quiere identificar. Busque los bordes de moldura que indican que es plástico duro. Una lupa puede ser útil para buscar detalles. A diferencia del plástico moderno, la baquelita era tallada, por lo que no debe haber bordes de moldes ni uniones. Además, la baquelita original no se arquea ni pierde la forma con los años, como lo hacen muchos otros plásticos, así que hay que estar atento a cualquier pérdida de forma o derretimiento.
Encuentre un área pequeña y escondida de la pieza para hacer pruebas. Aplique un limpiador multiuso en la punta de un hisopo y páselo por el área escondida. Esto prueba la pátina de la baquelita, ya que cualquier pieza natural será afectada por la oxidación. Luego de limpiarla, si el hisopo está de color marfil o amarillo pálido, la pieza es de baquelita. Los plástico duros dejarán otros colores o ninguno sobre el hisopo.
Abra el agua caliente de la canilla. Una vez que el agua esté caliente, coloque el borde más fino de la pieza debajo de ella. Sostenga la pieza allí por 20 o 30 segundos. Luego de este tiempo, si la pieza tiene un fuerte olor como a aguarrás o barniz, es baquelita. La baquelita está hecha de fenol, que emana ese olor extraño cuando es calentado. Los plásticos duros no producen olor. 


Mire atentamente la pieza de baquelita. Muchas reproducciones modernas se hacen usando vieja baquelita almacenada, así que preste atención a los tallados recientes. Los tallados en las reproducciones modernas son menos detallados que en las piezas antiguas de baquelita. También busque cualquier parte metálica, bisagras o trabas. Las piezas antiguas de baquelita usan piezas metálicas unidas con pequeños tornillos, clavos o remaches, pero nunca pegamento.
Si llega a encontrar que una de sus posesiones cumple con todos los requisitos de éste material, no dude en guardarlo celosamente, porque la abuelita del plástico tiene una cotización creciente en el mundo del arte del pasado.

Taluego. 

Tomado de varias fuentes :
http://www.descubrirelarte.es ; Wikipedia y http://www.ehowenespanol.com

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El artículo Baquelita, la abuelita del plástico fue publicado por OPin el lunes, 4 de enero de 2016. Esperamos que le sea de alguna utilidad o interés. Gracias por su visita y no olvide dejar su comentario antes de partir. Hasta el momento hay 0 comentarios: en el post Baquelita, la abuelita del plástico

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