jueves, 2 de octubre de 2014

Los emigrados a España

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Cuando era chico aún se escuchaban las historias de los abuelos inmigrantes, esforzados laburantes que habían abandonado sus respectivos países debido a las guerras, las hambrunas o las persecuciones políticas y religiosas. Aún con esa mochila tan pesada de cargar, los ojos se les llenaban de lágrimas y el corazón se les estrujaba cuando hablaban de sus queridas y lejanas patrias.
Uno no podía menos que sentir curiosidad por esos paisajes lejanos que habían acunado a nuestros ancestros, y eso estaba bien.
Por mis pagos se valoraba ese tipo de sentimiento.
Las corrientes migratorias se han revertido en los últimos tiempos y muchos descendientes de aquellos inmigrantes han a su vez emigrado hacia parajes muy diversos.
Personalmente me llama la atención, tanto así como para motivar este post, las diferencias entre los emigrantes argentinos y sus comportamientos en sus destinos finales. Seguramente debe existir algún tipo de estudio psico-sociológico al respecto y supongo que algún día lo encontraré perdido en los vericuetos de Internet, pero por ahora me remito a mi acotada y subjetiva observación personal.
Para ir resumiendo, he notado no sin cierta sorpresa que mis conocidos emigrados hacia EEUU, Canadá, Bélgica, Alemania, Italia y Suiza mantienen un hilo conductor con sus orígenes y los exhiben con orgullo. Acepto que los individuos de muestra son muy escasos a la hora de querer generalizar, pero es lo que tengo a mano y saco mis conclusiones en base a esa observación sesgada.



Los individuos radicados en los países mencionados que conozco, cuentan con pasaportes y doble nacionalidad, y a pesar de ello uno nota que se muestran orgullosos de ser argentinos y ese orgullo se lo transmiten a sus hijos y a su relación con la sociedad que los acoge.
Si, aunque parece una broma, aún con todo lo que implica hoy en día ser argentino, hay quienes prefieren esa pertenencia de tercera categoría a sentirse abandonados en el Limbo de quienes no pertenecen a ningún lado.
Se emocionan al escuchar folklore, un tango o viendo flamear la bandera en algún edificio. y aunque pueda resultar vulgar y remanido, son reacciones lógicas y hasta deseables en una personalidad normal. Ese tipo de emigrante suele viajar seguido a casa para visitar amigos y parientes y sostienen contacto fluido con su argentinidad. Y está bien, eso es sano. Los hace mejores personas. Más completas. No hace falta quemar las naves para progresar en nuestras vidas emocionales ni estigmatizar a quienes quedaron atrás como si fueran perdedores en una carrera que nunca intentaron ganar.
Por el contrario, y esta es la verdadera razón de este post, los pocos emigrantes a España que conozco rompen esa regla de comportamiento y se dedican a abonar algo parecido a la vergüenza ajena, e intentan distanciarse de sus orígenes, evitar ser identificados y criticar a su país de nacimiento como si fuera un prerequisito para ser aceptado por la sociedad española.
Por supuesto que estos mecanismos son inconscientes. Ni los españoles generan el hueco intencionalmente ni los argentinos entran en negación ex profeso. Y aunque hay un gran número de españoles que rechazan a los argentinos, otros tantos aceptan nuestras particularidades y hasta las disfrutan sin hacer distingos.


Mis blogs están llenos de visitas de bloggers españoles que demuestran afecto y respeto. Pero algunos argentinos exiliados en España no. Cada vez que los leo exudan veneno, se apoyan solo en remarcar defectos  y luego de mucho esfuerzo me sigue costando mucho entender el por qué.
Ya son varios de ellos los que me han borrado de sus listas de amigos en Facebook, básicamente porque han perdido, por falta de uso, ese músculo de la comunicación escrita que hace falta ejercitar para desembolverse en la Red y manejar los mismos códigos que el otro. Ya no hablan ni entienden "argentino". No aceptan escuchar un "vos" sin que se les retuerzan las tripas o el acento porteño sin un reflejo vomitivo.
Y si se les discute se ofenden muy facilmente posicionados en una soberbia siempre a la defensiva, casi como un jefe que no soporta a un empleado que discuta sus desiciones.
Se apropian del éxito de su país de adopción, aún si haberlo abonado con esfuerzo.

Hay un grupo de radicalizados que opinan que los argentinos radicados en España reaccionan con un "ese argentino quién se cree que es" olvidando que viven de prestado en una sociedad que se ganó a puro esfuerzo su bienestar, mientras ellos, co-responsables del estado de su patria , emigraron para chupar la teta del país huésped que los sufre como parásitos. Olvidan que ellos siguen siendo y serán hasta la muerte el mismo tipo de argentino que pretenden denostar.
Otros, como yo, piensan que no, que se han ganado el derecho a la búsqueda de la felicidad como dictan las Cartas Magnas de varios países, pero eso no implica ningún derecho a abonar la infelicidad de quienes han preferido mantener sus raíces. Si permanecieran callados sería mejor.

Me da la impresión, más bien me huele, que la sociedad española tiene un poco que ver. Que al menos les indica el camino de la negación necesaria para ser aceptados. Como un resarcimiento cruel con ese extraño que viene a ocupar la plazas laborales que deberían ser para sus hijos.


Pobres españoles, están a la defensiva y no es para menos. Los antecedentes son bien malos. En el pasado les hemos enviado guerrilleros, gremialistas, políticos, abogados, psicólogos, sociólogos, etc. etc. que poco proveen al desarrollo de un país y más se parecen a ladrones titulados que a buenos ciudadanos. Sólo en la emigración del 2001 pudimos ver que aquellos que se mudaban de querencia eran gente de valía y como tales fueron aceptados.

Podría seguir teorizando un largo rato en vano, así que supongo que si cuento un caso real se hará más digerible mi sarta de conclusiones traídas de los pelos.
Hace no más de diez meses un ingeniero programador senior argentino, nieto de españoles, aseguraba a quién lo quisiera leer o escuchar que él era español, simplemente porque contaba con el pasaporte. Por un lado eso es cierto, pero si yo fuera español tendría mis serias dudas y se lo expresaría claramente; una doble nacionalidad no es lo mismo que haberse ganado el espacio en una sociedad. Él aseguraba que NO era argentino, aunque el Estado Nacional de ese país así lo dijera. Como un transexual con documento nuevo, aseguraba ser una cosa que a simple vista se desmentía, y proclamaba que para los españoles él era un español más, aún con su marcado acento y ego sobrevalorado.
Insultaba a Argentina por algo que el partido gobernante supuestamente le había hecho y lo había obligado a emigrar. Se ufanaba de haber sido aceptado por España por sus capacidades, que olvidaba mencionar habían sido adquiridas mediante la educación pública y gratuita que sus negados conciudadanos le habían pagado con sus impuestos. Al resto de familiares y amigos les refregaba por la cara su supuesto éxito y remarcaba que eran inferiores por no haber seguido los mismos pasos. (así como lo lee) Él era español, capaz, inteligente y superior a cualquiera de los afectos que había dejado.

Si bien en un primer momento me chocó cuando leí su manera de pensar, debo aceptar que era mucho más sincero que otros. Una sinceridad cruel y hasta malvada. Un odio enfermiso que no logro comprender pero que se repite entre algunos exiliados en España. Y como quienes han quedado atrás son inferiores asumen que si no  siguen sus exitosos pasos a la primer oportunidad, están autorizados a desvincularse de cualquier responsabilidad para con quienes fueron su conexión afectiva en el pasado.

Si no aceptás la oportunidad o no seguís mis pasos, dejás de ser familia, amigo, o lo que sea y ya no tengo porqué atenderte nunca más. Yo español, vos argentino.

Me huele a que como todo exiliado, para no paralizarce necesitan reafirmar sus actos y lograr internalizar lo correcto de los mismos. Llevar como todos medianamente bien ese momento de ruptura en donde dejaron todo atrás y tal vez nunca volvieron a ver a aquellos que fueron los que más los amaron es duro y merece una cirujía de amputación cruel y definitiva.


Pero a mi, le repito, me sigue llamando la atención que en unos países no se dé el mismo efecto que en otros y tiendo a pensar que tiene que ver con que para algunos habitantes originarios, Argentina es un país interesante, intrigante y hasta hilarante, por no decir patético. Nos miran con curiosidad y cariño y eso mismo es lo que reciben nuestros coterráneos cuando llegan allá. De ahí que los hagan sentir cómodos y no se generen rencores ni ocultamientos y hasta expongan con gusto nuestras particularidades para que las conozcan los demás. No representamos una amenaza inminente ni los vamos a dejar sin trabajo.
Pero, mi amigo, parece que para algunos argentinos emigrados a España la cosa es distinta.
A ellos parece que se les complica.
Me alegra que mis amigos de Alemania, Suiza, EE.UU, Bélgica y tantos otros, sigan con la hermosa costumbre de honrar al terruño sin avergonzarce nunca de sus orígenes.
Que como nuestros abuelos, honren la memoria y dispensen cariño para quienes se quedaron por decisión propia a lucharla.
Pero seguiré sintiendo una honda tristeza por aquellos que para hacerse un lugar de comodidad en una sociedad como la española, han quemado en la pira de la fatuidad toda la esencia de contar con una patria, una familia, un origen y una identidad nacional que los enorgullezca.


Taluego.


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NINGÚN TEXTO ES ANÓNIMO.

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El artículo Los emigrados a España fue publicado por OPin el jueves, 2 de octubre de 2014. Esperamos que le sea de alguna utilidad o interés. Gracias por su visita y no olvide dejar su comentario antes de partir. Hasta el momento hay 2 comentarios: en el post Los emigrados a España

2 comentarios:

  1. Por un lado, no había notado eso del desprecio a su patria en los emigrantes a la tierra de mis padres. Pero si he notado muchas diferencias en el tipo de emigrantes que les mandamos y tal vez, esté ahí una gran parte de esta situación.
    Desde mi punto de vista, que tampoco es un estudio sociológico, sino simple observación de mis casos cercanos, noto que las personas más progresistas, buenos profesionales y en general buena gente, si elige irse lo hace buscando mejorar su profesión, perfeccionarse y para eso busca destinos como EEUU, Alemania, Canadá, etc. Y es cierto que jamás escuche una queja de que fueran mal recibidos, solo algunos lamentos de lo que les cuesta adaptarse a sociedades tan diferentes.
    En cambio, la gran mayoría de lo que conozco que se fueron a España estos últimos 20 años, lo hacen para salvarse. Escapan de su mala situación acá y esperan mejorar estando allá, pero, mejorar económicamente.
    Sin dudas, sólo con esos datos se aprecia una notable distinción de personas. Para unos mejorar es ser mejores profesionales y para otros es hacer dinero.
    Como comentaba al comienzo, soy hijo de españoles y mis padres se sentían avergonzados en algunas oportunidades al ver como fueron tratados acá al venir de España y que ahora a los que van desde acá los maltrataban, discriminaban y ponían trabas. Pero terminamos llegando a esta conclusión, que lo que les estamos mandando, es de lo peorcito.
    Tal vez mi postura no sea muy simpática, pero ya me conoce.
    Le mando un abrazo.

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  2. Gracias por su punto de vista Don Gamar, sin duda andamos cerca de conocer la razón de estas diferencias.

    Un abrazo para usted también.

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