Parece ser que el amor tiene poco de noble. Sacarle un cacho de afecto a otra persona puede ser una de las tareas más difíciles de lograr. Pero no se ponga triste, que es de lo más natural y no hay que vivirlo como algo personal. Todos estamos cortados por la misma tijera pero preferimos pensar que hay alguna barita mágica detrás de nuestras relaciones con los demás. Y no es así para nada
No hace falta que me ponga a escribir un estudio detallado ni una tesis sobre lo que vengo a sostener, simplemente hay que prestarle atención a la brutal sinceridad con que un niño le habla a su madre. Aquí abajo le dejo el video, pero lamentablemente no lo encontré subtitulado así que le acerco una breve y deficiente traducción, como para que le resulte fácil saber de qué le hablo. Pero véalo igual que es imperdible, no solo lo que dice, sino, cómo lo dice.
Madre-
Repetime lo que me dijiste.
Nene-
Te quiero cuando me das galletitas...
Madre-
Me querés solo cuando te doy galletitas. ¿No me querés todo el tiempo?
Nene-
No
Madre-
¿Por qué?
Nene-
Porque te quiero solamente cuando me das galletitas.
Madre-
Ah, entonces solo me querés si te doy galletitas?
Nene-
Si.
Madre-
Está Bien. !Yo te amo!...
Nene-
Yo tambien te amo, pero no todo el tiempo.
Madre-
Ah , bueno, gracias!
Cualquiera ama a quien ensalza sus cualidades y lo trata como a una pieza única. Al que le da galletitas.
Un amigo será amigo mientras le prestes la oreja para sus confesiones, lo ayudes en las malas o compartas algunos de sus gustos.
La familia será tu aliada siempre que acudas presuroso con ayuda humanitaria o económica, o ponderes la suerte que tienen los demás y que a ti te falta.
La gente quiere a quienes demuestran quererlos o les brindan aquello que necesitan, sean bienes materiales o un poco de afecto y autoestima.
Y como todo lo que digo es válido para ambas partes, ni usted ni yo estamos excentos del mismo comportamiento.
Yo también quiero mi galletita y dejo de querer a alguien cuando me trata de manera lejana o indiferente. O al amigo al que le presto la oreja y luego no escucha mis cuitas.
El ser social que vive dentro de cada ser humano se ha definido por la imposibilidad de enfrentar la vida solo. Necesitamos del vínculo con los demás para reforzar nuestra individualidades. Adoptamos perros porque nos adoran y somos considerados con los gatos porque pensamos que nos quieren más aún, porque a pesar de ser independientes, se quedan a nuestro lado dándonos franeleras caricias.
El amor filial se asemeja a una extensión de nosotros mismos y queremos a nuestros hijos porque se nos parecen y cada uno de sus logros se confunden como si fueran nuestros. La madre hablará horas en la peluquería sobre cada logro de su prole y se sentirá amada por los mismos motivos. Piensa que sus hijos alcanzan objetivos para que ella sea feliz y ella es feliz contándoselo a otros.
El hijo confundirá acostumbramiento, casa y comida con amor, hasta que la muerte lo aleje de alguno de sus padres, ocasión en que el remordimiento ocupará el lugar y le gritará al oido cuanto lo amaba o necesitaba sin darse siquiera cuenta.
Te enamorarás de quien comparta tus gustos y proyectos y sepa hacerte reír cuando te levantas por la mañana y rechazarás a quien te amanezca infeliz..
Como la misma felicidad, el amor necesita de su opuesto para ser valorado en su justa medida. Es por eso que nunca estamos felices todo el tiempo y tampoco queremos de manera permanente y perpetua.
Yo tampoco me quiero todo el tiempo a mi mismo.
¿Y usted?
Taluego.
Absolutamente cierto. Ni más ni menos. Por eso hoy tenemos tanto merequetengue para ofrecer a cambio de un cariño. Los nenes y los grandes manejamos los mismos códigos desde la cuna, bueh, desde estar a upa que es el primer manejo que aprendemos a conseguir..... Muy bueno, yo también a veces me quiero menos. Ni ahí voy a decir que no me quiero.
ResponderEliminarDoña Marga. Lo bueno es que uno se queda con quienes queremos mas seguido ;)
EliminarCariños.