Nota de Daniel Balmaceda en su blog Historias Inesperadas
El premio a la Trayectoria en la noche de los Martín Fierro 2001 correspondió al genial Carlos D’Agostino, el locutor cuya carrera se inició en 1938 en Radio Excelsior y terminó en 2005, en FM La Barca, de San Isidro, pocas semanas antes de partir hacia el Olimpo de los conductores donde ya debe haberse dado un abrazo con el Beto Badía. Por cuestiones de espacio, convendría enumerar qué no hizo D’Agostino. Aunque sería un pecado dejar de mencionar que fue la voz del noticiero del cine “Sucesos Argentinos”, que en la tevé condujo el primer ciclo de “Odol Pregunta”, además de otros programas de juegos como “La justa del saber” y “Dar en el blanco”, que transmitían en dúplex Radio el Mundo y Canal 13.
D’Agostino manejaba los hilos del noticiero con maestría en aquel tiempo en que nadie sumaba experiencia en la televisión. Nuestro prócer miraba a cámara con una enorme sonrisa cuando se daba una buena noticia. En cambio, cuando era mala, su rostro se transformaba y sus labios se inclinaban hacia abajo, como un emoticón triste. Jorge Nielsen, el gran historiador de la TV, cuenta que a veces la información se complementaba con títeres que recreaban la noticia que se anunciaba.
Había dos secciones -ya sobre el final del programa- que acaparaban la atención del televidente. Aclaremos que en un principio Canal 7 no tenía competencia, pero la necesidad de capturar la audiencia nació con la televisión. La primera sección estelar era la meteorología. Una cartulina con el dibujo de un sol o un paraguas era todo el complemento de la información que en un principio daba el mismo conductor. La otra sección era la despedida. Allí, Carlos D´Agostino presentaba cada noche una nueva secretaria y la miraba alejarse con cara de pícaro. Tanto éxito tenía el segmento final, que más adelante terminó realizándose la elección de Miss Secretaria.
Merecidísimo fue el homenaje de APTRA a este pionero de los noticieros que es recordado en más de un libro con el siguiente furcio. En sus inicios en radio, el joven locutor saludó diciendo: “Transmite Radio Excelsior desde la ciudad de Buenas Noches”.
Que tiempos.
ResponderEliminarRecuerdo que, una vez, el relator deportivo de Rivadavia, estaba enfermo y no pudo ir a la cancha a relatar el partido.
Entonces lo relatò desde la casa!! Le pasaban el resultado por telefono, y el inventaba todo lo demas.
Un abrazo.
Don Gaucho. Nada mejor que la inventiva para paliar las falencias. Si hay pobreza que no se note ;)
EliminarUn abrazo.
Qué tiempos aquellos en los que se iniciaban los noticieros, por lo menos aquí también, con un avance de lo que el tiempo nos iba a traer de bueno o de peor. Pero vamos, que la nostalgia habita sus textos, o los de sus conocidos.
ResponderEliminarMedio ando desconectado, andando y desandando las aceras y buscando un lugar en el que el sol de la escritura se asome para calentarte, para redimirme, para las dos cosas. Pero aun así, andando medio desconectado, sigo visitando los sitios acordados porque, créame, aunque parezca lo contrario algunas veces, nada me hace disfrutar tanto como las historias ajenas, los personajes rivales de mis textos, los amigos encontrados a pie de página y los puntos suspensivos que desembocan en la necesidad y la realidad aumentada y multiplicada. Porque cada vez que salgo de unas de nuestras páginas suceden dos cosas: que quiero leer más, que quiero saber escribir más...
Por cierto, amigo y socio-maestro, no sé si ha leído mi último relato. Puede que sí, y puede que no le haya parecido lo más mínimamente interesante y ha preferido obviar cualquier comentario. Pero si le hago esta observación es porque de sus observaciones no hay otra cosa que aprender, o corregir, o lo qué sea...
En fin, voy a por un café, que es una de las cosas que, junto a la lectura, soy incapaz de abandonar ande por donde ande. Las letras, al final, son mi propia sombra, o algo así.
Le dejo un abrazo, estival.
Mario
Don Mario. Usted se ha convertido en el símbolo del comentarista libre y siempre dispuesto a dedicar su mejor empeño en cada comentario. Claro que nadie le exige permanencia ni continuidad, dado que como alma libre que es usted, pasará cuando así lo disfrute y dejará su comentario para que los demás podamos disfrutar a su vez con él.
EliminarHe visitado su sitio al menos dos veces y no me he decidido a arrancar con la lectura por no estar en esos días en que el ánimo me acompaña. Nada peor que arruinar un buen texto con una voluntad mellada, así que lo he ido postergando hasta que pueda sentarme a disfrutarlo como se merece.
No dude que en cuanto ponga un poco de orden en mis pensamientos voy a dejarle mis pareceres como usted merece.
Un abrazo estimado amigo y maestro.