La primera de cinco votaciones

Siempre arranco mis votaciones al mediodía con la ilusa idea de que la gente se apura por la mañana para hacer una comilona familiar a la hora de almorzar y que por lo tanto las mesas estarán vacías.
Gran error, todos piensan lo mismo y entre las 14 y las 15 se suman quichicientas personas sorprendidas al observar que deben hacer una inesperada cola para votar.
Pero al menos esta vez había algo diferente. Entre otras cosas hoy estrené nuevo lugar de votación y mesa mixta. Igual no era muy lejos del sitio habitual. Hace ya más de quince años que di mi cambio de domicilio y la Junta Electoral se niega a cruzar datos con la Dirección Nacional de las Personas obligándome a cruzar media ciudad para colocar mi voto en un lugar del que hace años me decidí mudar. Suerte que estamos en la era de las computadoras.
En fin, viajar para votar no fue nunca mi mayor problema hasta hoy que comenzamos a elegir “Comuneros” cosa que me correspondería hacer en mi propia comuna como indica la lógica popular. Pero la lógica deja de tener valor cuando casi el 50% de mis familiares y amigos viven en provincia y vienen a votar a Capital, ya no comuneros sino toda la plana que nos va a gobernar. Ellos siguen con sus falsos domicilios capitalinos para no perder los beneficios hospitalarios y de impuestos automotores en general que resultan mucho más baratos por acá y deciden nuestros destinos con total caradurismo. Diga que de tanto en tanto se invitan un asado con pileta y uno los llega a perdonar.
La cuestión es que luego de cursar la autopista a toda velocidad mi mesa resultó la más lerda de toda la escuela cosa que si se la sumamos a la fila de treinta minutos que debí soportar para poder cargar un poco de nafta para llegar, lo mejor de la jornada resultó ser la compañía mixta.
Que quiere que le diga, antes las filas eran un embole. Mucho olor a huevo y conversaciones de lo más aburridas. Ya estaba pensando en aguantar media hora de fútbol en boca de iluminados de la redonda cuando vi que había desde hermosas señoritas, señoras mamás y capos de la vida cotidiana con los que casi enseguida me puse a conversar. Si, yo que soy más amargo que la suela de un zapato luego de pisar un tereso, disfruté de la charla y compañía de estas hermosas personas que en la zona de Mataderos casi Parque Avellaneda compartieron casi los mismos padecimientos y opiniones que usted asiduamente lee en este mi humilde blog.
Me han hecho reconciliar con la raza capitalina y nos hemos despedido hasta a los besos una vez cumplida la formalidad. Bueno, en realidad con las más linda y que mejor onda tiraba, una señorita con veinte años menos que yo que insistía en que se deberían troquelar los DNI para poder tirar a la mierda la hoja donde figura nuestra anterior pareja. Bah, nos informaba que estaba divorciada y dispuesta a delinquir. No, si la verdad que las mesas mixtas son una maravilla.

Claro que como la cola era la más lenta empezaron a llover las críticas, cayeron los veedores o fiscales generales a controlar y la gente comenzó a poner un poco más de atención a la velocidad ya que la escuela estaba desierta a no ser por la bendita mesa letárgica.
Yo sin darme cuenta me pesqué pensando en las diferencias de cuando presidir una mesa era un acto ciudadano sin opción de retribución alguna, mientras ahora se paga unos 500 pesos por la tarde perdida.Ya los compañeros de la fila se comenzaban a anotar percatándose de lo beneficioso del nuevo método dado que más rápidos que yo para los números ya habían sacado la cuenta. Si sumamos las cinco elecciones nos da unos 2500 pesitos por tan solo unas 50 horas de trabajo sentados y poniendo sellitos. Todo el que no esté afiliado puede optar por esta nueva ocupación que paga mejor que los míseros sueldos de los médicos de los hospitales públicos a nivel nacional.
Ahora quedan menos elecciones y esperar las cifras finales para poderlas cotejar con el curro de las encuestas que nunca termino de interpretar. ¿Sabe? En casa no respondemos encuestas de ningún tipo ni damos datos personales por teléfono aunque sabemos que se venden con mucha facilidad y provienen principalmente de las bases de datos bancarias. En realidad no conozco a nadie que responda a las encuestas y es así que me cuesta creer que son de verdad. Cuando un encuestador me llama por teléfono o me para en la calle, sé que está cobrando un sueldo y que la empresa que lo contrata le cobra a otros miles de dólares por contabilizar la información que nosotros damos sin ni siquiera recibir un pancho y una coca como retribución por esa data crucial para realizar el negocio.
No, la gente de marketing va a tener que pagarnos por opinar o no cobrar por sus servicios, de lo contrario es una estafa. Que le vayan a preguntar a sus abuelas.

A propósito de abuelas ¿se dio cuenta cuantos jubilados que no votaban por estar exceptuados decidieron hacerlo con tal de eliminar a quien usted sabe de la contienda? Pregunte y asómbrese. Si, ya sé que no va a alcanzar, pero que bueno que la bronca obligue a las clases relegadas a enseñar los dientes, en este caso postizos, y oponerse a esa idea de que solo la juventud, tan fácil de engañar, y no los valores y la experiencia es lo que vale en la Argentina de la modernidad.

Que lindos pibes

Taluego.