Resulta extraño mezclar personajes tan diferentes en un simple post. Claro, no son los únicos pero sí los más famosos y mejor tratados por los historiadores. Los tres casos tienen un mismo hilo conductor, una facción violenta que hacía "justicia por mano propia" y que nunca llegaron a cumplir condena por sucesivas admitías otorgadas por los gobiernos que ejercieron a posteriori. Se denominó de distintas formas y muchos integrantes emigraron de unas a otras según la utilidad estratégica que presentaran sus integrantes. Ellos se creían "Justicieros glamorosos" y alguna proporción del pueblo durante un cierto tiempo lo ha creído y otros se han quedado estancados en ese pasado idolatrándolos hasta el presente.
En oportunidades ejercieron la justicia por mano propia contra enemigos, otras contra supuestos traidores y otras contra quienes podían quitarles una porción de poder.
En muchos casos no se ha realizado una investigación a fondo de cada caso porque no se trataba de figuras públicas de gran relevancia. Trataré entonces de dar un vistazo general a este comportamiento con sólo tres famosos ejemplos.
Desde aquí condenamos todos y cada uno de estos hechos al igual que los cometidos por los gobiernos de facto y consideramos que es necesario refrescar la memoria para que situaciones similares no nos vuelvan a tomar desprevenidos y nos lleven por delante una vez más.
Pedro Eugenio Aramburu fue un militar y político argentino,
gobernante de facto de la Argentina, autotitulado presidente (1955-1958), durante el régimen militar denominado como la
Revolución Libertadora. Fue secuestrado el 29 de mayo de 1970 en la primera acción pública de los
Montoneros. En cautiverio, fue acusado por su accionar durante el Golpe de Estado de 1955, y los
fusilamientos de José León Suarez de 1956. La organización Montoneros denominó las acusaciones "juicio popular", y dispuso su muerte. Aramburu fue muerto por
Fernando Abal Medina (si le suena el apellido es porque algún pariente está actualmente en el gobierno) de un tiro de pistola en el sótano de la estancia La Celma en la localidad de
Timote (partido de
Carlos Tejedor,
provincia de Buenos Aires). Sobre esta muerte se escribiría: "
Aún cuando Aramburu hubiese sido responsable de numerosos crímenes, su muerte lo único que hace es añadir otro asesinato a la lista. No resuelve, ni anula, ni compensa nada. Es otro crimen."
Según el historiador Carlos Altamirano:
"A comienzos de 1970 era un secreto a voces que Aramburu estaba a la búsqueda de un acuerdo con Perón para una salida electoral y, por supuesto, los Montoneros no lo ignoraban. "Actualmente Aramburu significa una carta del régimen", consignaba el primer comunicado de la agrupación armada, que denunciaba el propósito de engañar al pueblo en una falsa democracia. (...) Anular esa "carta del régimen" significaba anular la posibilidad de que el peronismo fuera desviado de su destino revolucionario"
La sentencia que se dictó a raíz de la muerte de Aramburu condenó a varios de los autores por el delito de homicidio, pero las penas no llegaron a cumplirse pues fueron aministiados al llegar
Héctor José Cámpora a la presidencia.
En 1974 el cuerpo de Aramburu fue secuestrado con el fin de presionar al gobierno constitucional de Perón a traer el cadáver de
Evita, que se encontraba en la quinta "17 de octubre" de propiedad de Perón en España. Este hecho fue reconocido por la organización
Montoneros.
Augusto Timoteo Vandor "El Lobo", nació en 1923 en
Bovril (Entre Ríos) fue un ex suboficial de la
Armada Argentina y dirigente sindical del gremio de los metalúrgicos.
Promovió dentro del peronismo una facción participacionista, dispuesta a pactar con el gobierno
de facto y proponía un "
Peronismo sin Perón". Muchos historiadores y "compañeros" de la época aseguran que era una estrategia que el mismísimo Perón le había encargado aunque el punto aún queda pendiente de esclarecimiento.
El 30 de junio de 1969, en el marco de lo que se denominó "
Operativo Judas", un grupo de guerrilleros lo asesinó de cinco disparos en la sede de la
UOM, Rioja al 1900, dejando en su escape una bomba de trotil que al explotar destruyó parte del edificio.
Algunos autores atribuyen el asesinato al grupo "Los Descamisados"
, mientras que otros señalan que la operación era demasiado compleja para esa organización recién formada y sostienen que los autores eran en su mayoría de la
CGT de los Argentinos.
José Ignacio Rucci: fue un dirigente sindical y político argentino. A principios de septiembre de 1973 la organización
Montoneros comenzó a analizar la posibilidad de matar a Rucci. Por casualidad la
FAR había descubierto a Rucci en el momento de salir de una casa en la calle Avellaneda 2953, del
barrio de Flores, en la Capital Federal.
Roberto Perdía contó que después de la
masacre de Ezeiza se reunió con
Lorenzo Miguel: “Lorenzo explicó que el sindicalismo no había tenido nada que ver con la masacre: de hecho, sus militantes al igual que los nuestros, acudieron a recibir al General armados con palos, cadenas y algunos «fierros» cortos, sin otro ánimo de enfrentamiento más allá de los tumultos ocasionales que pudieran producirse debido al indeseado pero estrecho contacto al cual nos obligaba la movilización. A partir de este encuentro, entre montoneros y sindicalistas, se integró una comisión no sólo destinada a prevenir potenciales enfrentamientos sino, además, para llegar a acuerdos políticos entre ambos sectores.
“Observo hoy —escribe Perdía— que las fuerzas que empujaron hacia el desarrollo de la confrontación eran más poderosas que aquellas otras que, dentro de la confusión, buscábamos el acuerdo (...) Cada gesto conciliador del jefe metalúrgico se correspondía con reacciones altisonantes por un sector de su propio entorno. Cada intento nuestro por establecer puntos de acuerdo despertaba en muchos las sospechas de traición”.
No obstante, a partir de los hechos de Ezeiza del 20 de junio existían en la organización dos enfoques políticos que decantaron en dos sectores internos: "movimientistas" y "militaristas"
El asesinato de Rucci marcó el predominio político del sector militarista dentro de la conducción montonera, que en ese momento estaba integrada por ocho miembros. De ellos, cuatro (
Firmenich, Hobert,
Perdía y Yager) provenían de Montoneros. Tres (
Quieto,
Roqué y Osatinsky), de Fuerzas Armadas Revolucionarias y, por último, Horacio Mendizábal, de Descamisados. No existe confirmación de que “orgánicamente" la totalidad de la conducción haya autorizado la ejecución. Algunas versiones afirman que Roqué tomó la decisión por sí.
Roqué se instaló en un departamento de
barrio de Floresta, Juan B. Justo 5781, a diez cuadras del domicilio de Rucci y mandó traer al departamento las armas necesarias para el operativo: las llevó Gustavo Laffleur, camufladas como máquinas de coser Knittax y en un auto oficial del gobierno de la provincia de Buenos Aires, aunque esto no implica que dicho gobierno participara o estuviera en conocimiento de la acción o del uso del automóvil.
Roqué convocó al equipo operativo, nueve combatientes, la mayoría provenientes de las FAR, si bien no había acuerdo general sobre la oportunidad ni la necesidad política del operativo. El "gordo" Fernando Saavedra había sido designado inicialmente como jefe del mismo, las versiones mencionan que se oponía por razones políticas y una semana antes durante un entrenamiento se rompió un tobillo (supuestamente adrede para no participar).
Luego del asesinato, la militancia montonera coreaba: “Rucci traidor, saludos a Vandor”.
A mi criterio cuando algunos "iluminados" llevan sus fantasías de venganza o justicia mal entendida, del mundo de la imaginación al de la realidad, terminan las consideraciones glamorosas y comienza el temido reino de la Anarquía.
Taluego.
Fuente de resúmen: Wikipedia.
Verificado en obras de: Ceferino Reato y Felipe Pigna
Amigo, es un placer que la fuente de mis placeres letrados sea usted y su manantial inagotable de imaginación e información. Poco importa que extraiga lo que sabe de las páginas que sabemos. Poco importa, y mucho se lo agradezco, que escriba como lo hace, que imagine como imagina, que contagie como contagia, que contribuya, como contribuye, con el factor escrito a la literaturiedad de mi día a día.
ResponderEliminarSu entrada anterior, la comparto, ya se lo comenté... y esta, como otras y "otroras", ay, hacen que tire de sus conocimientos y las causas que los provocan, para contagiar a los míos, para presentarlo en mi sociedad escrita.
Socio, muchas gracias por sus palabras, por sus maneras para conmigo...
Un abrazo, un manantial de abrazos.
Mario
Don Mario. Gracias por acercarse a comentar. Su obra ha sido algo refrescante en una semana muy acalorada y la he disfrutado muchísimo.
ResponderEliminarPor lo que corresponde a esta entrada, es simplemente un recordatorio que me debía y le debía a los demás.
Por más que lo intento no me salen entradas agradables y las que tengo preparadas son directamente beligerantes, ¿pero sabe qué? tan errado no ando si en un año he alcanzado el Page Range 3 en Google con éste mi humilde blog rojo y negro. Significa que muchos me enlazan y referencian aunque los comentarios sean escasos. Significa también que existe el mismo miedo a opinar que existía durante las dictaduras y muchos agradecen la revisión de los hechos que se pretenden ignorar.
Nuevamente muchas gracias socio por pasar por aquí aunque aquello que comento le sea (por suerte) completamente ajeno.
Hola Don OPin.
ResponderEliminarLa historia de la verguenza siempre brota como los yuyos malos de un jardin.
Los montoneros hicieron mucho daño a aquellos jóvenes idealistas que los siguieron y a sus familias. Hoy reflexiono sobre la impunidad en que se movieron aquellos que faltando a una obligación políticosocial democrática, eligieron la violencia y venganza en la clandestinidad; y para rematar la ansiada esperanza de lo justo, fueron los primeros en tomarse el buque y traicionarla.
Ninguno de ellos pidió disculpas a esas madres sin hijos. Ningún dirigente pidió disculpas por tantas matanzas como la de Ezeiza.
Gracias por dejarme expresar
Un abrazo
Doña Maica. Nunca mejor dicho. Carlotto ahora dice por los medios que si la gente hubiera reaccionado condenando el crimen de Aramburu se habrían evitado los posteriores derramamientos de sangre. ¿Olvida que fue parte?
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