jueves, 19 de agosto de 2010

Whisky de pizzería

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Miguel tenía de Miguelito tan sólo el cariñoso diminutivo. Su metro ochentaicinco era llamativamente recalcitrante para los demás. Todos parecíamos acondroplásicos con tortícolis galopante de tanto mirar hacia las nubes y así encontrar las facciones de Miguelito, siempre brillantes de alegría colgadas en las alturas.
Su parada era casi siempre la misma, junto a la pizzería "San Miguel," donde sentado en alguna mesa de la vereda miraba pasar la vida de los demás con una falta de interés por lo menos llamativa. Cerca de su mano izquierda siempre se podía encontrar un vaso de whisky sin hielo, mientras la otra cansaba la quema automática de un cigarrillo sin pitar. 
Se perdía en su mundo interno, lo sabias por el frío glaciar que invadía sus ojos azules.
La pilcha siempre limpia, planchada y de marca, lo mostraba tal cual era: un treintañero con un buen pasar económico.
Al verlo las chicas ilusionaban amores, atrapaban casamientos y fabricaban vástagos que les asegurarían un buen pasar. Pero los del barrio sabían de los mil imposibles de esa tarea, de esas ilusiones prefabricadas por la sociedad. 
Miguelito no tenía trabajo. 
No había siquiera terminado la escuela secundaria. Y no era por falta de motivaciones, despreocupación tutelar o pocas entendederas. No, no había querido terminar.
A los quince descubrió que podía tener a casi todas las mujeres que quisiera. Descubrió el sabor del ocio sin límites. La vagancia sostenida sin esfuerzo, El efecto seductor del alcohol. la dulce alegría de la hierba, el poderío electrizante de la coca, y el cosquilleo frenético de los sentidos desatados por el éxtasis. 
Los padres siempre lo escoltaron al rescate en los malos momentos. Lo sometieron a diversas recuperaciones, Lo sostuvieron cuando creían que caía. Sufriendo bajo la piel mientras lo veían degradarse cada día más y más, perdiendo su identidad con cada trago o cada dosis. Al tiempo ya no era su Miguelito, ya era irreconocible, sin la llama interior que le habían conocido de chico.
La mayor parte del día vagaba en los alrededores de la "San Miguel" y charlaba con todos quienes desarrollaban sus actividades cotidianas. Por la noche lo encontrabas tumbado, durmiendo la borrachera en algún zaguan mientras el vómito manchaba sus pantalones de marca y el cuero de sus zapatos italianos dejaba de brillar.
Cuando tocaba fondo, luego de largos períodos de descontrol, sus padres lo internaban para desintoxicarlo. Invertían pequeñas fortunas para devolverle un poco de aquella sonrisa compartida en las playas de Villa Gesell o los abrazos que prodigaba a todos los que lo quisieran abrazar. Miguelito era un tierno. Incapaz de insultar, molestar o perturban al resto de la gente. Escondía su condición ocultándose en las sombras de aquellas calles muertas hasta que el efecto buscado perdiera su intensidad. Iba hasta su casa y la madre lo alimentaba, limpiaba sus prendas y lo mandaba a dormir haciendo que todos guardaran silencio para no perturbar su descanso.
Yo lo conocía desde hacía mucho tiempo, veía que la gente lo quería y trataba de encaminar, pero él con su sonrisa de oreja a oreja se ponía a hablar del partido de Boca, del último GP de F1 o de la película que ayer habían pasado en el canal oficial. 
Una noche en que regresaba a casa con mi hijo, cruzamos por una zona oscura, de aquellas que todos tratamos de evitar. Una sombra saltó desde la entrada de una casa hacia nosotros, se tambaleó y cayó de cara al piso. Me pareció escuchar sus dientes quebrase contra las baldosas. Mi hijo aún asustado en sus ocho años, me preguntó "qué" era esa cosa, ya que ni siquiera era reconocible como una persona. Pensaba que tal vez algún ser mitológico de película clase B, un monstruo, algo irreal,  había saltado hacia nosotros con la clásica consigna de beber nuestra sangre, decapitarnos o simplemente arrastrarnos hacia su escondite secreto, allá en las sombras. 
-Es Miguelito , le dije y pareció dudar de mi palabra.
Ese ser sobrenatural era el hombre de la mirada clara y la sonrisa amable, trepadas  ambas a su metro ochentaicinco, mientras pasaba una de sus peores noches. 
Con el celular discando el  "107" del SAME me acerqué y traté de socorrerlo o al menos contenerlo hasta que llegara la ambulancia y los policías que seguramente la acompañarían. En su afán de protegerlo varios amigos habían salido al encuentro y trataban que su estado no fuera visible ni público para nadie más. Interrumpieron mi intento y se llevaron en brazos aquél bulto inerte
Nunca olvidaremos esa escena. Una persona entera, buena, simpática, querida, había llegado al límite último al que uno mismo nunca quisiera llegar.
Asustados y tristes, seguimos el camino, convencidos que ésta era sólo una más de las tantas veces que Miguelito había limpiado la calle con su cara.
Al día siguiente estaba nuevamente sentado en la "San Miguel", con un vendaje clandestino en su barbilla y su vaso de whisky en la mano izquierda mientras el cigarrillo sin pitar se consumía en la otra. Una vez más con la mirada perdida en algún sueño que no se pudo concretar.
Porque Miguelito perdió repentinamente muchas cosas. Perdió el tiempo, los amigos, el amor, el respeto, el control, los límites, el orgullo, hasta que finalmente perdió la vida. Y ahí no hay una segunda oportunidad.
Taluego.

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El artículo Whisky de pizzería fue publicado por OPin el jueves, 19 de agosto de 2010. Esperamos que le sea de alguna utilidad o interés. Gracias por su visita y no olvide dejar su comentario antes de partir. Hasta el momento hay 11 comentarios: en el post Whisky de pizzería

11 comentarios:

  1. Triste, pero a la vez hermosa historia, de alguien que opto por el riesgo de vivir en la intensidad del peligro,quizá atrapado, quizá consciente,quien sabe? Otros optan por el sofa de la conformidad, y duran mas años, sentados en el.

    Felicidades Opin,he disfrutado de su relato.

    Un sonrisa, sin ojos azules.

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  2. He conocido alguna gente asì.

    Todo lo tenìan, y todo lo perdieron.

    Adolescentes atractivos, triunfadores, lìderes, atiborrados de "seguidoras", e "imitadores".

    Uno, sin sus talentos, y sin resignarse a ser uno de sus adlàteres, los miraba desde lejos, casi con envidia.

    Suyas eran las novias que uno añoraba. Las oportunidades que uno buscaba, Todo.

    Y un buen dìa, se terminaba la estudiantina. Quedaban solos. Estafaban a sus pocos afectos. Hacìan sufrir a sus padres. Molestaban a los que antes, eran sus "amigos".

    Y terminan mal. Siempre mal.

    Que pena.

    Un abrazo.

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  3. Doña Noah: Interesante punto de vista.
    Quien opta por el riesgo de vivir en la intensidad del peligro, no debería dañar a sus afectos. Miguelito para mí era un representante de debilidades más que fortalezas y que sobrevivían gracias al sufrimiento y apoyo incondicional de sus padres.
    A los 30 ya es como mucho.
    Tengo entendido que Miguelito falleció a los 31.
    Gracias por ser una lectora crítica e incondicional.
    Un abrazo.

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  4. Don Gaucho: Como siempre logra resumir mi perorata de manera magistral.
    Su resumen delata que lo ha disfrutado.
    Yo contento con los lectores que he conseguido.
    Un lujo todos.
    Un abrazo.

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  5. Con todo el respeto Opin, no todos somos fuertes, hay quien esta manejado por las debilidades, y que cualquier opción puede dañar a terceros es algo que va implicito en las decisiones no aprobadas por la mayoria, pero para mi,eso no descalifica ni a unas, ni a otras, porque soy de las que piensan que detrás de una decisión siempre hay una razón.

    Saludos

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  6. Doña Noah: Su opinión siempre es bien recibida (y esperada) y soy consciente que lo que dice es completamente cierto. No podría discutirle sus enunciados sin faltar a la verdad.
    Pero este relato lo he realizado desde el afecto y sin intención de juzgar o estigmatizar a nadie. Ni siquiera al que vive su vida tendido en un sofa.
    He contado hechos y en esos hechos hay puntos que no puedo considerar como "sanos" para ningún mortal.
    Mi posición personal es no hacer apología de los comportamientos que no quisiera ver en mis propios hijos. Pero si ocurriera algo como lo que le ocurrió a Miguelito, no será por haber sido permisivo o por haber propiciado esas actitudes como algo natural. A los sumo será una desgracia más que afrontar.
    No quiero pontificar, no soy "San OPin", pero sí quiero que este blog exprese los valores con los que fui criado.
    Todo se trata de contar historias que nos hagan aprender algo de los demás.
    Un cariño grande.

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  7. Entiendo, y creo que entendí de entrada su postura,Opin, ud personalizaba, yo englobaba,esa era la única diferencia, creo.

    Con su permiso,voy a escribir una entrada sobre el tema.Gracias por darme la idea, y por ser ud tan amable.

    Creo que Santa Noah, ni existe ni existirá :-)

    Un saludo cariñoso.

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  8. Doña Noah: Ya estoy yendo para leerlo en Tutu de Tul.
    http://tutudetul.crearblog.com/
    ¿Así era,no?
    Un abrazo

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  9. Pobre Miguelito. Da para pensar en la cuota de de culpabilidad de los padres, al haber creado y sostenido ese modelo, esa vida vacía.
    Pobre Miguelito.

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  10. OFFTopic.
    Voté que no en la encuesta. Por un lado te faltó agregar "Otros" y/o "De facto". Me parece que todos los funcionarios deberían ser analizados, no ellos, su patrimonio y compararlo con el que tenían al inicio de su función, hayan sido presidentes, ministros o intendentes, etc.

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  11. Don Mostro 1: Maestro, ya decía yo que estaba tapado de trabajo. Gracias por pasar en su día libre. Y si, Son varios los que comparten culpas de una pérdida así.
    Su pensamiento es reconfortante por diferente a la media, pues son muchos quienes actualmente sobreviven en el pensamiento de que la culpa siempre la tienen los demás. Como dice usted: "Pensamiento muy pelotudo"

    Don Mostro 2: Estrenó el "No", fenómeno. Pero "Otros" casi no hay y a los "De facto" ya los hicieron de goma en varios juicios. Es más, los van a seguir enjuiciando hasta que la condena sea del agrado de todos los locos que tienen la manija, o deje de ser redituable hacerse ver como quien impartió justicia a esos animales.
    A esta altura ya parecen discos rayados.¿La van a seguir muchas décadas más? Porque ya van a estar todos muertos ¿eh? se les termina el curro ideológico.

    Un abrazo.

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