miércoles, 5 de mayo de 2010

Ratearse en el bicentenario

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Soy de la época en que un buen "voleo en el culo" era considerado una obra de bien. El efecto psicológico de la palabra ya obraba maravillas en los infantes que en aquellas épocas donde los dinosaurios recién dejaban de chapalear en el barro, pensaban hacer alguna macana o desobedecer a sus progenitores. Su sucesor en el tiempo fue el chancletazo, pellizco, tirón de orejas y el consabido lavado de boca con agua y jabón a cualquiera que osara decirle cuanto mucho "mala" a su vieja (perdón "madre" porque viejos son los trapos). La variante doméstica agropecuaria muy de uso en las pampas argentinas era la rama de paraiso y su utilización como latiguillo adoctrinador.
Algunos padres exagerados se pasaron al cinturón, pero fueron los menos. Si los niños en cuestión peleaban entre sí, un padre consciente castigaba por igual a ambos bandos creando un ámbito propenso para la meditación y el arrepentimiento. Una opción menos dramática era la de encerrar a los niños en el baño a oscuras "para que mediten lo que habían hecho" y solo salir liberados al declarar su arrepentimiento.
En toda mi infancia debo haber sufrido dos voleos, un lavado de boca y un latigazo de paraíso, todos ellos merecidos. Nadie que yo conozca, ni yo mismo, recriminamos a nuestros padres por esta metodología. Por el contrario estamos agradecidos. Usted dirá ¡¡Que barbaridad está diciendo este OPin!!. No, atiéndame, nuestros padres no eran asesinos seriales, no nos mataban, nos enseñaban de una manera que hoy parece poco pedagógica pero que observando los resultados de las nuevas metodologías implementadas en la actualidad, era mucho más eficiente. Nadie se enojaba con el padre pues el castigo era justo y nunca era físico (no se lastimaba). Su función era asustar para precaver males mayores.
Si usted es de la era pos-Socolinsky no se dará cuenta del desastre que ha originado la permisividad en las nuevas generaciones. Confunden suavidad con ser justo, olvidando que un padre no es un amigo, es quién debe formarnos para encarar un futuro en solitario y por lo tanto debe ser firme y criterioso.
Si usted no entiende porque le cuento esto solo debe mirar esta nota sobre el rateo en Facebook, una piedra más en el arduo camino hacia la formación de una juventud acorde a las necesidades de la sociedad.
Siempre me pregunto que clase de médico me ha de atender cuando sea viejo, sabiendo la baja calidad profesional que presentan los recién recibidos. Cuantos edificios colapsarán,  por ejemplo, por los grandes genios de la ingeniería civil y la arquitectura que se están recibiendo en el país. Un país que, sorprendentemente o no, tiene una baja en la inscripción de estas carreras clásicas pues casi todos se inscriben en Económicas para poder currarnos con mayor autoridad profesional en el futuro.
Y los padres lo saben. Y los chicos lo dicen por televisión. Y la verdad que todo se va al carajo.
Pero es parte de la historia argentina que ya cumple 200 años para nada. Se cuenta que ya en los inicios del Colegio Nacional Buenos Aires algunos alumnos que no querían asistir a clases se escondían en los antiguos túneles que corren bajo la escuela y la conectan con La Manzana de las Luces. Allí abajo abundaban unos roedores típicos de las grandes ciudades, razón por la cual se comenzó a  decir que los alumnos "se hacían la rata" expresión que llega hasta el día de hoy sin modificaciones y como sinónimo de pegar el faltazo a la escuela sin el consentimiento de los señores padres, tutores o encargados.
Yo, la verdad,  les pegaría un voleo en el culo.
Taluego.

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Pero no olvide mencionar la fuente.
NINGÚN TEXTO ES ANÓNIMO.

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El artículo Ratearse en el bicentenario fue publicado por OPin el miércoles, 5 de mayo de 2010. Esperamos que le sea de alguna utilidad o interés. Gracias por su visita y no olvide dejar su comentario antes de partir. Hasta el momento hay 4 comentarios: en el post Ratearse en el bicentenario

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. La rateada fue en Mendoza, pero a partir de ella ahora están organizándose otras en el resto del país, siempre Facebook mediante.
    En esta red (anti)social también se arman grupos para pegarle a una chica porque es linda (y lo hacen) o para odiar a una niña (LINK).

    Si mis hijas se engancharan en una de esas, sabrían lo que es un voleo en el culo.
    Si en cambio fueran las víctimas... no respondo de mí.
    Como mis padres de las cavernas.

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  2. Don unSer: Comparto plenamente. Facebook merece toda una interpretación sociológica ya que aún cuando solo es una herramienta masiva de comunicación,ayudado por la telefonía celular, exacerba la anarquía en las familias. Los padres, por más que lo intenten, se ven impedidos de llevar un control que proteja a sus hijos porque estos mismos crean lazos más fuertes con los "amigos" virtuales que con su propio núcleo familiar. Y en ese mundo virtual la ventaja más relevante es que todo está permitido y nadie les pone límites. Resulta obvio inferir donde prefieren estar o pertenecer, aunque ésta última sea una palabra cargada de nuevos y violentos significados, tal como comenta usted.
    Bah, es sólo mi humilde opinión.
    Un abrazo

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  3. Ustedes entran en Fèisbuc??

    Yo no entro, mis hijos entran pero alguno ya se borrò. No les gusta.

    Y, aunque no lo creas, Opin, Jamàs le levantè la mano a un hijo.

    Me bastaba con mi "mirada congeladora de catàstrofe inminente", que tambièn me ha dado resultados cuando tuve criadero de perros.

    Juventù pirdida.

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  4. Don Gaucho: Muy bueno ¡¡¡ Recuerdo esa mirada de mi viejo y la obligación de mirarlo a los ojos por que tenía un detector de mentiras.
    Bueno,... también había reyes magos...
    Un abrazo

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