Hay temas que nadie quiere tocar, ni siquiera con un puntero láser, pero aquí estamos para llevarle la contra a todo el mundo, como para variar.
Sometidos a la creatividad constante del cine americano ver una más de zombis no creo que a usted le haga mucho mal. Bueno la verdad que no es un tema de zombis, todo lo contrario, acá no se mueven ni están muertos, son vivos que están inmóviles. Serían Sibmoz. Hablamos de la catalepsia, que no es un ejercicio para reducir los rollitos, sino un enfermedad que no es mortal mientras nadie venga a ayudarlo y termine enterrándolo vivo. Puede ser producida por el mal de Parkinson, epilepsia, por efectos de la cocaína, esquizofrenia, entre otros. Alternativamente, el individuo podría presentar signos vitales, pero es incapaz de controlar sus extremidades. Los síntomas pueden ser: rigidez corporal, el sujeto no responde a estímulos; la respiración y el pulso se vuelven muy lentos, la piel se pone pálida. En gran número de casos, este estado lleva a creer que la persona que padece un ataque de catalepsia ha fallecido. Entonces aparece Edgard Allan Poe y con cuatro cuentos bien estructurados genera un negocio redondo y además le da a los tanatólogos, otro tema del que hablar.(Edgar Allan Poe explotó (y exacerbó) dicho temor con algunos de sus cuentos: El gato negro (1843), El entierro prematuro(1844) y El barril de amontillado (1846).) El miedo a ser enterrado vivo es muy real y son varios los famosos que han dejado sus indicaciones póstumas para evadir cualquier tipo de confusión terrenal.
Por ejemplo:
“Lo único que deseo para mi propio entierro es que no me entierren vivo”. Lord Chesterfield, 1769.
“Que me entierren como Dios manda, pero no permitan que se me ponga en una cripta antes de que hayan pasado dos días de mi muerte”. Petición de George Washington en su lecho de muerte.
“Júrame que harás que me abran, para que no me entierren vivo”. Últimas palabras de Chopin
"Si me muero, matame". Yo mismo.
Durante la era Victoriana, por razones que se desconocen, aumentó el miedo colectivo de ser enterrado vivo. Fue entonces cuando los registros de patentes muestran varios diseños de los llamados "ataúdes de seguridad". Básicamente se trataba (ver figura inicial) de un sistema de alarma, como podría ser una campana conectada por un cordel al interior del ataúd, por si el finado se despertaba. Si usted es de esos que pasean por los cementerios en medio de la noche, ya sabe lo que significa el tañir de una campana. No, no es que puede salir al recreo.
Hasta hay, dentro de esas patentes, diseños donde al menor movimiento del cuerpo se izan banderas, se envían señales telegráficas o se disparan fuegos artificiales.
Como si fuera poco hay modelos que incluyen una pala, una escalera y hasta provisiones de comida y agua, por si con las anteriores no lograba escapar.
Por suerte o desgracia, la gente que pagó enormes sumas por el uso de estos diseños, nunca logró utilizarlos. Es decir, cuando palmaron, palmaron en serio. No hay registros de nadie que haya sobrevivido a un caso de Catalepsia mediante estos dispositivos. Pero, para ser honestos, casi todos los modelos tenían graves defectos de diseño y es poco probable que funcionaran correctamente.
Aún hoy en día (ver link aquí) existen quienes siguen lucrando con estos miedos. Pero mi amigo, no se preocupe, por algo los velatorios duran 24 horas y los médicos tienen tantos protocolos para determinar si usted esta muertito o es un simulador nato. Despreocúpese que total va a tener poco aire. Para mí que en todos esos casos en que los joncas aparecen con arañazos del lado de adentro son jodas de los Peculos que se matan de risa con lo crédulos que resultamos los que vivimos afuera de las cocherias. Nuestro país no puede quedar excluido de esta perturbadora enfermedad y nos encontramos con un caso documentado en exceso, vaya uno a saber por qué, que ocurriera a principios del siglo XX. La víctima se llamaba Rufina Cambaceres y tenía una relación lejana con nuestro ex presidente Hipólito Yrigoyen. Para mejor información ver aquí. Su tumba se encuentra en nuestro primer cementerio oficial, originariamente llamado Cementerio del Norte y desde hace algunos años denominado De la Recoleta. De cualquier forma, enfermedad o no, este tipo de hechos morbosamente macabros forman parte de la más enraizada mitología urbana y jamás dejarán de repetirse, aún en sus más disparatadas variantes.
Aún cuando es muy poco probable que a usted o a mí nos ocurra, yo diría que por las dudas consideremos la cremación, de allí difícil que se despierte, claro, salvo que lo cremen y usted se llame Fenix.
Taluego.
p/d Gracias Gaucho Santillán por la idea
¡Done órganos!
ResponderEliminarMire si tiene catalepsia...
Yo estuve muerto una vez, pero al tercer día resucité, todo por culpa de un Cointreau casero.
ResponderEliminarDon unSer: Se me chispoteó, cierto, mejor donar y morir en el intento (Como la donación de órganos de Monty Phyton). Aunque , en realidad, lo mío ya ni me sirve a mí.
ResponderEliminarDon Mostro:Menos mal que no lo metieron en una cueva sin ventilación como al barba...
Un abrazo a ambos
Es el morbo!! es el morbo!!!!
ResponderEliminarComo la exposiciòn de "Bodys".
Puaj!!!
Saludos
La exposiciòn de "Bodys", como puso el gaucho. Un horro que la gente haga cola para ver eso. "Es educativa" me dijo una amiga, educativo es un libro, un documental, andá a cagar.
ResponderEliminarPerdón, me exalté.
Muchachos, prendan la tele que hay mas morbo que en "Bodys". Ahora sale un reality que se va a llamar "Tripas". ¿No está bueno ? Creo que es de un hospital o una morgue. Por las dudas miro para otro lado.
ResponderEliminarUn abrazo