En Alemania la prostitución es legal y sólo la llegada de una pandemia ha logrado ralentizar el negocio.
En la ciudad de Colonia se erige el burdel más grande de Europa. Lo nombraron Pascha por la palabra latina de origen griego. Pachá, una versión vulgarizada del vocablo que en español denomina al hombre que es fresco, sinvergüenza, bebedor, fumador y que se acuesta con todas las mujeres posibles.
A diez minutos de la catedral de la ciudad se encuentra el barrio de Nippes, lugar donde un edificio de once pisos muestra su nombre mediante seis letras de color rosa sobre su mole de hormigón color azul.
El burdel fue fundado en 1974 y alberga a 150 prostitutas provenientes de todos los confines de la tierra, principalmente de Europa del Este. La cifra varía constantemente, pero por lo menos se garantizan cien mujeres dispuestas a aceptar todos los pedidos imaginables. En Pascha hay lugar para todas las prácticas sexuales que una billetera esté dispuesta a pagar: sexo anal y oral, juego con vibradores, lesbianismo, sadomasoquismo, insultos eróticos, lamida del cuerpo y ano, masajes con aceites en el cuerpo y en los pies, sexo con discapacitados, striptease, sexo en grupo y hasta juegos sexuales con heces y orina.
El prostíbulo se publicita en diversos medios sin escatimar gastos y con predilección por los diarios amarillistas. Armin Lobscheid es el gerente general de Pascha, y el encargado de presentar la quiebra por la persistente pandemia que destruyó el negocio.
Cada piso de Pascha tiene entre 10 y 20 prostitutas provenientes de todos los confines del mundo: prostitutas de Tailandia, Ecuador, Suecia, México, España, África, Turquía, Cuba, Francia, Italia, Gran Bretaña, Polonia, Alemania, Albania, Moldavia, Venezuela, Hungría, Costa Rica, Croacia y hasta Colombia.. En total son once pisos pero los primeros ocho están destinados a las chicas y sus habitaciones.
Para el mantenimiento general se cuentan otras 60 personas entre operarios, cocineros, peluqueros, electricistas, masajistas, personal de limpieza y de seguridad
En promedio, mil hombres, entre alemanes y extranjeros, entraban diariamente a Pascha. Este es el consolidado que tiene Armin. Los fines de semana, el número desciende, pero por mal que le fuera contaba con al menos 700 clientes dispuestos a pasarla bien y dejar sus billeteras vacías.
Taluego.
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