El 2 de Agosto de 1981, en un accidente automovilístico moría el ganador de la medalla de oro de la maratón en los juegos Olímpicos de Londres en 1948, ese día fallecía Delfo Cabrera. Nacido en Armstrong, Santa Fe, en Abril de 1919, en el seno de una humilde familia, que lo rodeó de amor al igual que a sus 5 hermanos, Delfo de muy joven trabajó en tareas rurales y se movilizaba corriendo, llegó a correr más de 20 km diarios. En 1932, con solo 13 años se entera de la hazaña de Zabala en los juegos Olímpicos de Los Ángeles, esto le sirvió de inspiración. En 1937 lo descubre el entrenador Francisco Mura, quien lo lleva a San Lorenzo de Almagro donde entrenó profesionalmente mientras se desempañaba como policía.
En los juegos de Londres 1948 participó en la maratón, largó moderadamente resguardando fuerzas para el sprint final, ingresó al estadio Wembley en segundo lugar detrás del Belga Étienne Gailly al que rebasó a escasos metros de la meta, medalla de oro y gloria eterna.
Se le invitó a regresar en primera clase pero prefirió hacerlo con sus compañeros atletas en tercera.
A su regreso expresó abiertamente la admiración que profesaba por Perón y Evita, quienes fueron los padrinos de su primera hija. Recibió la medalla al mérito deportivo en la Plaza de Mayo y fue ascendido a cabo. Terminó sus estudios y se recibió de profesor de educación física.
La revolución libertadora arruinó su vida, fue despedido de la policía y olvidado.
Años después como el deporte Argentino no volvía a conquistar medallas en atletismo su figura renació, así fue que el 2 de Agosto de 1981 fue a Lincoln a recibir un homenaje. A su regreso chocó frontalmente con un Ford Falcon manejado por un militar alcoholizado. La familia le inició juicio al estado pero la dictadura militar se encargó que ningún abogado aceptara el caso. La causa estaba perdida hasta que un abogado de extracción radical y dirigente del partido aceptó el caso. Fernando De La Rua llevó adelante el proceso, fue amenazado y perseguido pero se mantuvo junto a la familia Cabrera hasta que ya en democracia, en 1989 ganó el juicio.
En los juegos de Londres 1948 participó en la maratón, largó moderadamente resguardando fuerzas para el sprint final, ingresó al estadio Wembley en segundo lugar detrás del Belga Étienne Gailly al que rebasó a escasos metros de la meta, medalla de oro y gloria eterna.
Se le invitó a regresar en primera clase pero prefirió hacerlo con sus compañeros atletas en tercera.
A su regreso expresó abiertamente la admiración que profesaba por Perón y Evita, quienes fueron los padrinos de su primera hija. Recibió la medalla al mérito deportivo en la Plaza de Mayo y fue ascendido a cabo. Terminó sus estudios y se recibió de profesor de educación física.
La revolución libertadora arruinó su vida, fue despedido de la policía y olvidado.
Años después como el deporte Argentino no volvía a conquistar medallas en atletismo su figura renació, así fue que el 2 de Agosto de 1981 fue a Lincoln a recibir un homenaje. A su regreso chocó frontalmente con un Ford Falcon manejado por un militar alcoholizado. La familia le inició juicio al estado pero la dictadura militar se encargó que ningún abogado aceptara el caso. La causa estaba perdida hasta que un abogado de extracción radical y dirigente del partido aceptó el caso. Fernando De La Rua llevó adelante el proceso, fue amenazado y perseguido pero se mantuvo junto a la familia Cabrera hasta que ya en democracia, en 1989 ganó el juicio.
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