No se trata de la Comarca Hobbiton en Nueva Zelanda. Incluso es más probable que en lugar de un pequeño hombrecito de enormes pies peludos, salga de ella un coloso de casi dos metros de altura descendiente de los vikingos con dedicación casi exclusiva a la pesca en el Mar del Norte. Es que luego de mi anterior post dedicado el lago sobre el océano que transcurría en las Islas Feroe, las imágenes de las típicas casas vikingas anidaron en mi mente y me llevaron a redactar esta nueva entrada.
Las llaman Turf House, cuya traducción sería, casas de césped.
Las llaman Turf House, cuya traducción sería, casas de césped.
Las casas de césped son uno de los primeros ejemplos de arquitectura sostenible que mencionan los arquitectos. Ante la falta de determinados materiales constructivos entra en juego el ingenio del hombre planteándose la construcción de manera eficiente utilizando materia prima disponible en el entorno, tales como piedra y césped, que en definitiva se integrarán armoniosamente y sin impacto en el medio ambiente.
Las casas de césped más antiguas de que se tiene constancia en el norte de Europa se conocen desde el siglo IX de nuestra era, y se han reportado en Noruega, Escocia, Irlanda y Groenlandia, aunque donde más se extendieron y donde aún hoy se pueden observar en mejor estado de conservación es en la remota y gélida Islandia ( o en las Islas Feroe como decíamos antes).
En Islandia, a diferencia de los otros países donde se construían como viviendas de los más desfavorecidos económicamente, era una técnica muy empleada tanto para la construcción de las casas de los jefes y las iglesias, como las de los campesinos y los establos. Cuando se requería un hogar cálido y seco, aparecía la solución de las casas de césped.
Todas se hacían de los mismos materiales, sin importar cual fuera su uso. Se utilizaba madera para el marco interno, es decir, el esqueleto de la casa, mientras el techo y las paredes eran de césped, que muchas veces se sostenía empleando piedras, ya que la madera era un bien muy escaso en esa isla donde apenas crecen grandes árboles debido al rigor del clima ártico.
De hecho, mucha de la madera que empleaban se recogía en la costa gracias a que las olas traían maderos de tierras lejanas e incluso de naufragios. Solo los más ricos podían darse el lujo de emplear buenas maderas para un sostén y un aislamiento climático más eficientes.
El césped, que es un material abundante y gratuito, se cortaba empleando diversas herramientas dependiendo de la variedad requerida, y se iba colocando cubriendo por fuera lo que serían las paredes y los techos. Con el tiempo el césped enraizaba y se mantenía por sí mismo y, en ocasiones, se conservaba sin necesidad de reemplazo hasta por 70 años.
La primera ventaja es, por supuesto, la accesibilidad de la materia prima principal, que estaba al alcance de todos. Pero lo más importante sin dudas era el extraordinario efecto aislante que tiene este material, con una gran capacidad para retener el calor, razón por la cual se mantenía el interior de la vivienda a una temperatura constante, de manera independiente a las bruscas fluctuaciones del exterior, que son extremadamente hostiles en estas latitudes donde se pueden alcanzar hasta los 50 grados bajo cero o más.
En otras palabras, funciona como un sistema de calefacción central ecológico, pues mantiene la temperatura hogareña sin contaminación y por el contrario, produciendo oxígeno y en perfecta armonía con la naturaleza.
La otra ventaja evidente es la facilidad para trabajar el material, pues el césped es muy fácil de manejar cuando se conoce la técnica, a diferencia de la piedra, que era el otro material más abundante en la isla.
Hoy en día, estas antiguas casas están mayormente deshabitadas, algunas usadas para el turismo y otras solo como graneros o letrinas, mientras que los pobladores que conocen la técnica de construcción cada vez son menos. No obstante, atendiendo a las ventajas de las casas de césped y los intentos cada vez mayores por construir con materiales ecológicos, algunos arquitectos ya han comenzado a hablar y a trabajar en función de revivir la antigua tradición, mezclando los conocimientos de la arquitectura moderna a los de nuestros ancestros, para quizás en el futuro, presentar nuevas casas ecológicas de césped como una alternativa viable en la modernidad. Como en las ciudades donde se comienzan a implementar los techos de césped como una solución casi vital contra la contaminación urbana.
Volver a los orígenes y aprender de la naturaleza puede ser una salida interesante para no terminar viviendo una distopía antinatural
Taluego.
Fuentes:http://www.vix.com y https://www.arquitecturayempresa.es
Volver a los orígenes y aprender de la naturaleza puede ser una salida interesante para no terminar viviendo una distopía antinatural
Taluego.
Fuentes:http://www.vix.com y https://www.arquitecturayempresa.es
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