jueves, 15 de diciembre de 2016

Ya se mearon en los pantalones ?

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Mientras las chicas hacían su marcha por el #NIUNAMENOS yo me puse a mirar televisión por cable. No por casualidad había más de una peli de terror, y si de terror hablamos lo más frecuente es que alguna mujer sea víctima de una posesión demoníaca, una violación precedida de tortura explícita o desmembramiento gore en HD. Siempre mujeres solas, caminando por donde deberían poder y todavía es terreno vedado. Mujeres secuestradas, torturadas, violadas, asesinadas, desmembradas y vueltas a la vida solo para poder matarlas una y otra vez ante los ojos ávidos de espectadores que buscan lo mismo en sus video juegos personales.
Hay algo perverso en esta dualidad moral. Y lo peor es que muchos de quienes consumen este cuestionable producto son mujeres que quieren ser aterrorizadas.
Claro que el papel de víctima no es exclusivo del género femenino, pero son mayoría.
Parece que nos gusta sufrir delante de la caja boba. Como prueba valen las horas que los fans dedican a elaboradas teorías que indiquen quiénes serán los próximos personajes en morir en sus series favoritas. Incluso durante la espera luego del fin de la sexta temporada de The Walking Dead se hizo famoso un video que analizaba los gritos de los actores para intentar averiguar a quién mataban en el inicio de la séptima temporada luego de que Negan preguntara si "ya se han meado en los pantalones ?"


Es posible que nos hayamos vuelto un poco insensibles al terror, casi como si estos productos fueran pequeños simulacros de entrenamiento de autoinmunización. En la comunidad psiquiátrica ya se inició un debate que sitúa también a los videojuegos en el ojo de la tormenta y plantea que tanto éstos como la realidad virtual podrían despertar serios interrogantes respecto del acostumbramiento y la desensibilización que generan en los gamers.
Cabe preguntarnos por qué nos sentamos frente a una pantalla para pasar un mal rato o sentirnos horriblemente deprimimos, Según los que saben, la neurociencia del miedo es poderosa y está comprobado que la respuesta natural de lucha o huida puede ser algo placentero de experimentar, y hasta adictivo. Es por ello, y a pesar de las manos sudorosas y el dolor de panza, volvemos una y otra vez a estas ficciones. No se trata sólo de preferencias ni idiosincrasias, sino también de química neuronal: nuestro cerebro libera mucha dopamina durante actividades que nos asustan y generan tensión o estrés durante lapsos cortos y controlados. Por supuesto que poder disfrutar de esto en la seguridad de nuestro hogar, alejados de todo apocalipsis zombi, asesinos seriales o de una sociedad futurista perversa, no hace más que reafirmar la pulsión por ver estas series.


El público de TWD esperó varios meses para saber qué personaje central era asesinado a los golpes con un bate de béisbol, en lo que podría ser uno de los cliffhangers más crueles del último tiempo en televisión, resultó ser demasiado para la audiencia. Incluso los fans más acérrimos tuvieron que admitir que el comienzo de la séptima temporada de The Walking Dead llevó las cosas un poco más lejos que de costumbre, haciendo que muchos se replantearan la posibilidad de seguir viéndola. La televisión británica cortó algunas imágenes por el bien del espectador pero aún así una pequeña cantidad de demandas por violencia innecesaria llegaron a los escritorios de los directivos.
Hablamos de un producto que ha hecho eje conceptual en la idea de la supervivencia a toda costa -con la consecuente pérdida de la humanidad- y que honra la tradición estética zombi y el gore, pero es más que un "show de zombis". Tal vez sea una práctica morbo donde se nos permite clavar un puñal en la cabeza de un ser humano porque éste ya no es tal y se ha convertido en una especie de monstruo patético.
Luego vemos en el noticiero de la noche que un esquizofrénico apuñaló sin motivo a dos niñas que simplemente pasaban el rato en una plaza céntrica. La foto en el diario sería la del atacante con su puñal clavado en la sien derecha gracias a un muchacho que logró detenerlo pero no matarlo.
Pero la violencia televisiva también pasa por series como The Killing que en su tercera temporada se centra en casos de un asesino serial que mutila y mata a pequeñas niñas de la calle. Les corta sus dedos y senos y las que se escapan se preguntan si alguien las va a querer. En TWD hemos visto cómo Andrea acunaba a su hermana recién convertida para luego dispararle en la cabeza, cómo el gobernador decapitaba al querido patriarca Hershel en frente de sus hijas y hasta escenas tan controvertidas como el asesinato de niñas pequeñas como medida preventiva, pero siempre de forma contextualizada y en función de la trama y los conflictos internos de los personajes. Como si poner cara de "lo lamento mucho" disminuyera el impacto moral de lo sucedido.
Sin embargo, ahora, con el episodio 07-01 de TWD la sensación general es que se ha cruzado una línea.


Dónde trazar exactamente la línea en un show tan sangriento como éste no es tarea fácil, pero mostrar detalladamente la escena en la que Negan (el nuevo villano interpretado por Jeffrey Dean Morgan) mata a golpes no a uno, sino a dos personajes queridos, parece un tanto innecesario. La crueldad se potencia por el timing con el que se manejó el episodio, una lentitud irritante diseñada para estirar el padecimiento lo más posible y que en conjunto con los flashbacks tan característicos de la serie y los fundidos a negro que sólo dejan escuchar sonidos volvieron una verdadera tortura ese primer capítulo.
The Walking Dead no es el único ejemplo en donde el diseño del show pareciera girar en torno a que las audiencias tengan reacciones viscerales cada vez más intensas, Black Mirror, ha llevado los niveles de sufrimiento físico o psicológico de los protagonistas a extremos no muy ATP y Games of Trones pareciera que utiliza el recurso para no darle aumentos contractuales a sus estrellas en ascenso.
¿Cuántas veces podemos ver a nuestros héroes caer en las garras de un enemigo, ver morir a alguien importante, escapar y reconstruirse para volver a caer y así ad infinitum? Los comentarios que se volcaron en las redes sociales parecen indicar que no muchas más. El Star Tribune compiló algunos de los mejores tuits relativos, y en la mayoría se cuestionaban las dosis de crueldad y miseria que pueden mostrarse en TV.

La evolución de los dramas de supervivencia a "elaborado drama de ejecuciones" quizá nos sugiere que todos somos un poco masoquistas.

¿Qué podría estar marcando este hito de crueldad televisiva? ¿Se trata de una necesidad de los productores de retener a audiencias escurridizas, déficit de atención millennial, falta de creatividad y sobreoferta de producciones mediante? ¿O es acaso que el espectador moderno requiere entretenimientos cada vez más truculentos para sostener el interés?

Cualquiera sea la respuesta es inevitable que tenga consecuencias nefastas en la vida real.



Taluego.

Fuente alterada:  para La Nación

Un día después de publicada esta nota veo que en Rusia un Reality permitirá violaciones y asesinatos.
http://www.lanacion.com.ar/1968058-un-reality-ruso-permitira-violaciones-y-asesinatos-como-parte-del-juego

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Pero no olvide mencionar la fuente.
NINGÚN TEXTO ES ANÓNIMO.

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