Mi suegra te cuida el agua como si fuera oro. Es que ella se crió en el campo y aunque por suerte el aljibe en la pampa húmeda siempre estaba lleno, sabían que el líquido elemento era fuente de vida y pecado desperdiciarlo.
Hasta los franceses te lavan los platos en el mismo agua y usan depósitos de inodoro con medida de descarga de acuerdo a si hacemos el uno o el dos.
Hasta los franceses te lavan los platos en el mismo agua y usan depósitos de inodoro con medida de descarga de acuerdo a si hacemos el uno o el dos.
Hoy con mucha alegría lo veo a Don Luis Landriscina en la televisión. Viejito y todo mantiene su chispa , tanto que no me pude abstraer del encanto que tiene para contar historias reales con chispazos de humor entremezclados. Si bien el relato lo agarré empezado, supongo que estaba contando cómo era la vida en el campo y específicamente en su propia casa, es decir, la casa paterna.
Contaba que el agua escaseaba en la temporada seca, que la gente la cuidaba mucho y que incluso a veces había que comprarla. Por eso se usaba principalmente para las comidas, pero para la higiene diaria había otro tipo de medidas muy diferentes a las de ahora.
Decía que en la casa había tres palanganas. Una arriba de una mesa que era para lavarse la cara y los sobacos, otra en el piso para lavarse los pies y una tercera que era el depósito de todo el agua que se había usado.
Cada día se lavaban la cara pero sin jabón. Sólo una vez por semana se usaba jabón porque arruinaba el agua y no se podía volver a usar para la limpieza. Cuando el agua tenía jabón la pasaban a la tercer palangana.
Los sábados era día de baño, para lo que se juntaba el agua limpia y se la calentaba un poco. Después se la ponía en un recipiente que se podía abrir con un cordel y quien se quería bañar se metía en una palangana grande ubicada debajo del recipiente. Abría un cacho el paso del agua con el cordel y se enjabonaba bien. El agua usada quedaba en la palangana de abajo. Para enjuagarse abría una última vez y el contenido de arriba terminaba nuevamente abajo.
Como era agua con jabón se sumaba a la tercer palangana , que se usaba para baldear el patio o regar los canteros.
Claro que yo no se lo puedo contar tan bien como Don Luis, pero en una de esas un día consigo el vídeo o el cuento en el que lo relata y se lo adjunto a este post para su deleite. Mientras tanto va a tener que conformarse con lo que recuerdo y le cuento con tan poca gracia.
El fondo de la casa se dividía mediante alambrados. Primero venía el jardín, después un alambrado y la huerta, después otro alambrado y el gallinero y finalmente otro alambrado y el baño.
El baño no era otra cosa que una casilla de madera que en su interior ocultaba un agujero en el piso, o letrina, cuyo borde podía estar realizado mediante ladrillos con unas canaletas que permitían que cualquier desborde no afectara los pies del visitantes. Sin importar lo profundo, todo dependía de la capilaridad de la tierra para absorver los nuevos nutrientes y se ponía lo más lejos posible del aljibe o el pozo de agua.
Claro que estaba lejos de la casa y por eso había que llegar rápido en caso de urgencia.
Cada receptáculo alambrado tenía una puerta del mismo material que gracias a un trozo de goma de la cámara de una bicicleta, tendía a cerrarse apenas uno la soltaba. El camino que recorría las tres puertas estaba sobre elevado para que los días de lluvia el tramo no fuera un solo charco. Y lo más importante, todas las puertas abrían para el mismo lado. Para donde estaba el baño, ya que uno no contaba con tiempo para ir parando .
En pleno invierno uno debía abrigarse como para ir al Polo Norte para llegar a la pequeña y lejana casilla . Y aunque la puerta dejaba un gran espacio libre por debajo y por arriba, ni siquiera el corazoncito calado en su puerta podía evitar que nos quitáramos todo el abrigo para poder hacer lo nuestro con mayor comodidad.
Será por eso que la taza de noche había tenido tanto éxito habitando la parte baja de la cama ?
Como sea, los tiempos cambian y por aquí nos vamos olvidando del valor de éstos servicios.
Esperemos que no nos tengamos que acordar de la peor manera.
Taluego.
Claro que yo no se lo puedo contar tan bien como Don Luis, pero en una de esas un día consigo el vídeo o el cuento en el que lo relata y se lo adjunto a este post para su deleite. Mientras tanto va a tener que conformarse con lo que recuerdo y le cuento con tan poca gracia.
El fondo de la casa se dividía mediante alambrados. Primero venía el jardín, después un alambrado y la huerta, después otro alambrado y el gallinero y finalmente otro alambrado y el baño.
El baño no era otra cosa que una casilla de madera que en su interior ocultaba un agujero en el piso, o letrina, cuyo borde podía estar realizado mediante ladrillos con unas canaletas que permitían que cualquier desborde no afectara los pies del visitantes. Sin importar lo profundo, todo dependía de la capilaridad de la tierra para absorver los nuevos nutrientes y se ponía lo más lejos posible del aljibe o el pozo de agua.
Claro que estaba lejos de la casa y por eso había que llegar rápido en caso de urgencia.
Cada receptáculo alambrado tenía una puerta del mismo material que gracias a un trozo de goma de la cámara de una bicicleta, tendía a cerrarse apenas uno la soltaba. El camino que recorría las tres puertas estaba sobre elevado para que los días de lluvia el tramo no fuera un solo charco. Y lo más importante, todas las puertas abrían para el mismo lado. Para donde estaba el baño, ya que uno no contaba con tiempo para ir parando .
En pleno invierno uno debía abrigarse como para ir al Polo Norte para llegar a la pequeña y lejana casilla . Y aunque la puerta dejaba un gran espacio libre por debajo y por arriba, ni siquiera el corazoncito calado en su puerta podía evitar que nos quitáramos todo el abrigo para poder hacer lo nuestro con mayor comodidad.
Será por eso que la taza de noche había tenido tanto éxito habitando la parte baja de la cama ?
Como sea, los tiempos cambian y por aquí nos vamos olvidando del valor de éstos servicios.
Esperemos que no nos tengamos que acordar de la peor manera.
Taluego.
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