Siguiendo con el tema automotor que siempre me interesa, le cuento que en argentina se realizaron prácticas similares a las que se realizaban en el resto del mundo. Con esto quiero decir que las marcas en un principio tenían mucho más que ver con la fabricación del chasis y la carrocerías que con el motor. Armar autos en nuestro país cuando se terminaba el siglo XIX y comenzaba el XX era una aventura que muy pocos podían encarar. Quedan registros de Celestino Salgado quien en 1901 sacó a la luz un automóvil para cuatro pasajeros motorizado por una máquina a vapor de 6 HP. (Recordemos que el primer automóvil con motor a explosión había sido patentado por Karl Benz tan solo cinco años antes.) Este artilugio autóctono lo había encargado un pitucón de la época, Enrique Anchorena, que se cuidó de que las fotos y notas de prensa circularan por todo el mundo. Apareció incluso en la famosa "Caras y Caretas", donde decían que era de formas elegantes y de color rojo con tapizados marroquí color lacre. En noviembre de 1901 participó en la primer carrera de autos en el Hipódromo Argentino.
El primer auto construido en Argentina. Obra del mecánico español Celestino Salgado
El primer auto construido en Argentina con componentes nacionales fue obra de otro inmigrante español, Manuel Iglesias. Este carpintero y mecánico ferroviario de profesión fue influenciado por las notas de "Caras y Caretas" sobre los automóviles y los aviones de aquella época. Adquirió por su cuenta un motor a explosión y luego de un estudio detallado comenzó la construcción de las partes componentes de su primer vehículo. El mismo sería muy simple, en madera, con ruedas de rayos sin cubierta y capacidad para dos personas. No contaba con rodamientos sino que todo estaba reemplazado por bujes de bronce que él mismo fabricaba.
Finalmente, el 20 de noviembre de 1907, luego de cuatro años de intensa construcción, Iglesias, junto a su esposa que ese día cumplía años, recorrió con su auto las polvorientas calles de Campana ante el alboroto y asombro de sus vecinos.
Replica del auto de Manuel Iglesias y detalle del motor y caja de velocidad
Por otro lado en la ciudad de Buenos Aires el hijo de una acaudalada familia vasca, Horacio Anasagasti, se recibía de ingeniero en la universidad de Buenos Aires en 1902, cuando contaba con 23 años de edad, habiendo sido uno de sus maestros el prestigioso ingeniero Otto Krause.
En 1907 al ganar un concurso viajó a Italia para capacitarse en una fábrica italiana de motores Isotta Franchini. En 1908 junto con Ricardo Travers y José Gálvez fundó una sociedad para representar la marca, que pronto abandonaría para iniciar uno de los mejores proyectos de su vida. En 1909 cuando ya era vicepresidente de le Sociedad Científica Argentina, decide fundar la primer fábrica de automóviles en serie de Argentina, la "Horacio Anasagasti y Compañia Ingenieros Mecánicos" sita en la Avenida Alvear 1600 donde hoy se encuentra la Avenida del Libertador. Allí se ofrecían motores para automotores y aeronáutica. La idea era ir reemplazando poco a poco los insumos importados por similares de fabricación local.
El primer automóvil por él creado se presentó el 17 de septiembre de 1911 en la carrera de Rosario-Córdoba-Rosario, donde terminó relativamente bien ubicado.
Anasagasti modelo Landaulet
Para 1912 el taller ya fabricaba una buena cantidad de autopartes y al público se ofrecían dos modelos de automóviles el Doble Phaeton y el Lanadaulet de los cuales se lograron fabricar unas cincuenta unidades.
El precio era de unos 12.000 pesos de la época financiados en cuotas de 300 pesos por mes.
Cuentan que el primer Anasagasti tenía montado el comando de la caja de cambios a la derecha y el freno de mano se accionaba del mismo lado, no quedando lugar libre, el automóvil contaba con una única puerta del lado izquierdo.
Lamentablemente las finanzas de la empresa desmejoraron por la desconfianza del público en un producto argentino y por la falta de pagos de quienes tomaban este sistema de cuotas. El final se avizoró cercano cuando desde Europa se dejaron de exportar las piezas que aún no se fabricaban en el país debido principalmente al inicio de la Primer Guerra Mundial.
Anasagasti modelo Doble Phaeton
Anasagasti no sólo era un ingeniero de los mejores que ha dado el país, sino que incluso hablaba varios idiomas cosa que le facilitaba la comunicación con la gran cantidad de empleados casi todos inmigrantes europeos de la época. Resultó ser un ser humano especial, muy querido por la gente y principalmente por estos empleados, quienes al ver las dificultades económicas por las que estaba atravesando, continuaron trabajando en su fábrica sin cobrar un solo centavo por un año completo. Es que los beneficios laborales que Anasagasti le brindaba a sus obreros eran tan humanitarios y plenos de respeto por sus trabajos, que mas tarde fueron tomadas como ejemplo y base para la elaboración de las leyes de Condiciones de Trabajo de la República Argentina.
Horacio Anasagasti (1915)
Lamentablemente Anasagasti debió cerrar su planta, victima de la economía en tiempos de guerra.
Horacio Anasagasti falleció el 8 de abril de 1932 por un paro cardíaco. Sus restos se encuentran en el cementerio de la Recoleta y una calle de Buenos Aires lleva su nombre.
Muchos de sus autos siguieron circulando como taxis, llegando hasta el día de hoy el que él mismo donara por medio de su amigo Jorge Newbery a la Escuela de Aviación militar y otro que luego de restaurado permanece en el Club de Autos Clásicos de San Isidro.
Para variar, nunca está de más sentirse orgulloso de otro argentino.
Taluego
Fuentes:
Autohistoria.com ,
Autopasión.com ,
Pilotosmuertos.com
Que tal. Celestino Salgado, era mi vis abuelo.
ResponderEliminarUn gran visionario.