Aún hoy es muy fuerte la tendencia de la colectividad judía de que sus hijos concurran únicamente a escuelas y ejerciten allí su idioma y cultura. No ocurre lo mismo con otras corrientes inmigratorias, pues en general todos cumplen con el contrato social donde se intenta lograr igualdad de oportunidades respetando las mismas obligaciones ciudadanas para todo residente en la República Argentina.
La escuela pública debe cumplir un papel unificador dentro de una sola cultura, la nuestra, atendiendo a la diversidad cultural pero sin dejarse inmovilizar por ella.
Valga como comentario y nadie piense que estoy haciendo un juicio de valor.
El año pasado la hijita de 8 años de una conocida volvió de una escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires triste porque en el recreo se aburría. La madre le preguntó el porqué a lo que la nena le dijo que se sentía como una extranjera.
Averiguando un poco parece que la mayoría de sus amiguitas en los recreos prefieren hablar Aimara y Guarany.
No es joda ni crítica. Es real.
Para aquellos que se dedican a la educación, el tema no era nuevo ni los sorprendía, simplemente sabían que cualquier docente se encuentra de manos atadas por la tendenciosa acusación de algunos populistas que promueven la permisividad y la anarquía dentro de las aulas argentinas.
Los más politizados buscaron argumentos tan viejos como aquellos que los judíos utilizaron para exponer el racismo de los regímenes fascistas hace más de setenta años.
Con el reloj atrasando, cualquiera que pretenda que la inmigración respete los usos y costumbres de su nuevo país de residencia es tildado de fascista, racista o genocida encubierto.
En realidad Argentina ya no puede darse el lujo de tener una política inmigratoria que perjudique a sus propios habitantes. Ya es suficiente con brindar medicina y planes gratuitos para ciudadanos extranjeros que NO habitan nuestro suelo. Lo que hace falta son políticas de integración que no perjudiquen a los residentes e integren a los inmigrantes en igualdad de condiciones y de manera regulada en base a la necesidad. Y debe entenderse como imperativo un nivel de igualdad de derechos y obligaciones de tal forma que si uno exige que en las escuelas públicas argentinas los alumnos hablen castellano, no se lo tilde de segregacionista cuando simplemente intenta proteger su cultura nacional.
Por eso en casita los alumnos podrán hablar el idioma que prefieran, aimará, guarany, yidis, inglés, alemán o armenio. Pero en la escuela pública no.
Ellas no son escuelas pagadas por las colectividades.
Taluego.
lo venimos comentando. Propongo que las personas que deseen recibir educación desde el nivel inicial hasta el doctorado y la salud atendida en hospitales públicos, tengan ayuda de su país de origen. El colado es perjudicial en cualquier parte.
ResponderEliminarDoña Marga. Una muy buena idea, pero parece que la legislación vigente nos desproteje.
EliminarHay cosas raras, mire...hasta que llegó Macri, toda la gente con servicios prepagos de salud que se atendía en los hospitales públicos, lo hacía gratis. Es decir que hasta hace cuatro años usted pagaba, digamos OSDE y si se atendía en un hospital de la Ciudad, esa atención la pagábamos entre todos. OSDE ganaba, usted gastaba y los impuestos se eran mal utilizados.
Ahora se pregunta si tiene obra social o pre paga y si es así se le pasa la cuenta a quien corresponde.
Con todo debería ser así, porque de esta forma habrá más recursos para quienes verdaderamente no cuentan con cobertura.
Cariños.