Me quedé unos días sin Internet y gracias a ello lejos de sufrir el síndrome de abstinencia y quedarme sentado frente a la pantalla apagada, pude recuperar algunas actividades que tenía relegadas en el tiempo. Incluso un pequeño cuento que estaba elucubrando y que tenía cerca de treinta inicios, finales y desarrollos diferentes, pudo al fin llegar a tener un cierre aunque sea uno de apuro.
Hoy, entonces, gracias a las fallas del sistema de provisión de servicios, les traigo un nuevo cuentito después de tanto tiempo (desde Octubre pasado que no publicaba nada).
Mi croqueta ya no da más por el esfuerzo y termino trabajando sobre textos dispersos que con suerte terminan formando una historia digna de intentar ser contada. En este caso un post de éste blog que tenía que ver con una anécdota de mi infancia terminó sufriendo múltiples correcciones hasta convertirse en una historia mínima .
Si llega a tener ganas de perder su tiempo, le aviso que no es un poema como los que publican en NSE y tendrá que invertir su valioso cronos en un cuento medianamente largo, aunque, como siempre le digo, el cuento no esté acá, nunca está, si usted es cliente de la casa seguramente se acuerda, está
aquí, en
Cuentos sin Rumbo
lugar que nadie visita aunque lo ponga de lo más lindo. Incluso
modifiqué el estilo de las ilustraciones que acompañan los cuentos por
obras de pintores contemporáneos que lo alegran un poco más si esto es
posible, pero nada, no conseguí ni una visita. En este caso usé una hermosa obra del pintor César Galicia llamada Bodegón de Mickey que por las dudas trae al cuento un poco de la melancolía que pretendería tener.
Aunque
esta vez no hay muchas alternativas para que usted elija, es posible que igual
se me vaya a leer otro cuento en otro blog de otro autor en otro país.
Ojo, éste se llama:
Si
quiere lo llevo en el autito celeste parecido a un Renault 4L pero seguramente de origen inglés que está aquí abajo estacionado. Póngale ganas, dele, vamos, use el mouse y visite el viejo y abandonado blog
Cuentos sin Rumbo.
El autor se lo va a agradecer.
Taluego
Nos lo pone tan fácil con el cochecito..allá voy!
ResponderEliminarDoña Noah. Maneje con cuidado que los argentinos son muy animales para manejar y no respetan ni a su madre.
ResponderEliminarGuarda !!
Cariños.