Pero, ¿haría falta dar explicaciones si en lugar de esos apodos le dijera que eran "El Zorzal", "El Diego", "El Lole", "Pampita", "Fito", "Charly", "El Bati" , "El Che", "Manu" o "La Sole"?. A que no se confunde, ¿ no?
Es que esta es una característica de la cultura popular traída por los inmigrantes y que utilizando el humor, la descripción gráfica o la ironía, rebautiza a aquellos que por cariño u odio preferimos nombrar de manera alterna.
Bajo esta aseveración debemos nombrar no solo a deportistas y celebridades de tipo artístico, también y sobre todo se incluyen los políticos objetos de la necesaria revancha ciudadana.
En su "Psicología de la Viveza Criolla", Julio Mafud asevera:
"Los motes, la viveza y la cachada son la creación más peculiar del arte popular argentino"
Entonces suena lógico que la mayoría de los políticos de estos pagos desde 1810 cuenten con un apodo ya que se corresponde con una tradición que parte desde el Virrey Cisneros ("El Sordo") hasta la actual presidente ( la "Reina Cristina").
Si muestreamos algunos en forma arbitraria veremos que aparecen por ejemplo Juan José Paso ("El Viejo), Feliciano Chiclana ("Hipoteca"), Lucio Vicente Mansilla ("Mantequilla"), Dalmacio Velez Sardfield ("Mandinga"), Carlos Tejedor ("El Camaleón"), Leandro N. Alem ("Cristo"), Ricardo Balbín ("El Chino"), Oscar Alende ("El Bisonte"), José Lopez Rega ("El Brujo") , Carlos Ruckauf ("Rucucu"), algunos afectuosos como el de Guillermo Brown ("El Viejo Bruno"), otros irónicos como el de Ignacio Alvarez Thomas ("El Capón"), muchos hirientes como el de Juan Lavalle ("Espada sin cabeza"), o descriptivos como el de José María Paz ("El Manco") y hasta vindicatorios como el de Juan José Castelli ("Pico de oro").
Algunos apodos, incluso, merecen ser explicados en cuanto a su razón de ser, pej.:
Alejandro Lanusse "El cano" El color blanco de su pelo.
Alfredo Palacios "El mosquetero" Su estilizado bigote y la tendencia a batirse a duelo.
Arturo Frondizi "El flaco" Su físico alto y esmirriado.
Arturo Illia "La tortuga" La supuesta lentitud de su gestión.
Bartolomé Mitre "Don Bartolo" El afecto que despertaba entre los porteños.
Bernardino Rivadavia "El sapo del diluvio" Su físico poco agraciado, similar a un batracio.
Carlos Menem "El turco" Los orígenes siriolibaneses de su apellido.
Carlos Pellegrini "El gringo" Ser hijo de inmigrantes franceses e ingleses.
Domingo Faustino Sarmiento "El loco" Su fuerte temperamento, tanto privado como público.
Edelmiro Farrell "El mono" La combinación de ciertos rasgos de su cara.
Eduardo Duhalde "El cabezón" El supuesto tamaño excesivo de su perímetro craneal.
Facundo Quiroga "El tigre de los llanos" Su destreza al mando de las tropas montoneras.
Fernando de la Rúa "Chupete" Su ingreso juvenil al mundo político.
Héctor Cámpora "El tío" Su supuesta hermandad política con Perón.
Hipólito Yrigoyen "El peludo" Su carácter taciturno, ajeno a la exposición pública.
Isaac Rojas "La hormiga negra" Su baja estatura, sumada al uso de grandes anteojos de sol.
José Evaristo Uriburu "Lechuza" La combinación de ciertos rasgos faciales.
José Félix Uriburu "Von Pepe" La ferviente admiración que tenía por Alemania.
José Figueroa Alcorta "Jettatore" La escasa suerte que traía su presencia.
José María Guido "Barón de Río Negro" Su comentada afición a un vino de esa marca.
José Pascual Tamborini "El ciprés" Al decir del diario "La Fronda" era "alto, triste y no daba frutos".
José Rondeau "Mamita" El buen trato que dispensaba a sus subalternos.
Juan Carlos Onganía "La morsa" El tamaño y forma de sus bigotes.
Juan Domingo Perón "El pocho" La gorra de esa marca que empleaba en su tiempo libre.
Juan Hortensio Quijano "Jazmín" Una ironía ante su tosquedad.
Juan Manuel de Rosas "El restaurador" Su rigor para desbaratar el estado de anarquía.
Julio Argentino Roca "El zorro" Su probada astucia política y militar.
Justo José de Urquiza "El tigre de Montiel" Su destreza e influencia al mando de sus tropas.
Lisandro de la Torre "Gato amarillo" Su pelo rubio, combinado con su mal carácter.
Luis Sáenz Peña "El pavo" La debilidad exhibida durante su breve presidencia.
Manuel Belgrano "Cotorrita" Estar siempre vestido de verde, su color predilecto.
Manuel Quintana "El maniquí" Su frase: "Es tiempo de ponerse los pantalones".
Marcelino Ugarte "El petiso orejudo" Sus picardías políticas lo asociaron al célebre criminal.
Marcelo T. de Alvear "El pelado" Su característica calvicie.
Marcos Paz "Buche" Sus mejillas fláccidas, que se movían al hablar.
María Estela Martínez de Perón "Isabelita" Un homenaje a su madrina, fallecida.
Mariano Moreno "El mulato" El color de su tez.
Martín Miguel de Güemes "El gangoso" Un inocultable defecto en el habla.
Miguel Juárez Celman "El burrito cordobés" La ineficacia de su gestión presidencial.
Néstor Kirchner "El pingüino" Su procedencia patagónica.
Nicolás Avellaneda "Chingolo" El complejo que tenía por su baja estatura.
Pedro Aramburu "El vasco" Los orígenes euskeras de su apellido.
Pedro Pablo Ramírez "Palito" Su extrema delgadez.
Ramón Castillo "El viejito" Su avanzada edad, al momento de ser presidente.
Raúl Alfonsín "El gallego" Los orígenes galaicos de su apellido.
Raúl Lastiri "El yerno" Estar casado con Norma López Rega.
Roberto M. Ortiz "El gordo" Su cuerpo voluminoso.
Roque Sáenz Peña "Protocolo" Su excesivo apego a las formas y cortesías.
Salvador María del Carril "Lingote" Las políticas económicas y cambiarias que aplicó.
Victorino de la Plaza "El chino" Su ascendencia diaguita, evidenciada en la forma de sus párpados.
La mayoría de estos son producto de la imaginación popular, de la crítica social del pueblo o simplemente de humoradas salidas de una charla casual y que han prendido férreamente en la identidad nacional. Otros parten de la intelectualidad y la crítica social elaborada por los medios de comunicación masiva, principalmente en forma de revistas de humor político como lo fueron "El mosquito", "Caras y Caretas", "PBT", "Tía Vicenta", "Satiricón" o "Humor®".
Todos tenemos un apodo o segundo nombre (ya ni hablar del Nickname informático porque ese lo elige uno mismo), el problema es que muchas veces usted lo desconoce. Nadie le va a avisar que lo llaman "El Gordo", "Cabezón", "Pelado" o miles de otros de uso cotidiano.
Digamos que el cariño se demuestra en la originalidad del mismo. Así puede observarse que algunos hijos ,incluso, quieran apoderarse del sobrenombre del padre, por divertido u original.
Como sea, resulta mucho mejor tener un sobrenombre, agradable o no, antes que pasar desapercibido en la imaginación popular.
Si le gustan los apodos y quiere rebautizar a algún amigo o , ¿por qué no?, enemigo le dejo esta dirección para que pase y elija libremente.
Taluego
Firma: Acuaman ("El Rey de los pescados")
Fuente: La Nueva, por Mariano Buren
Muy interesante.
ResponderEliminarA Menem, ademàs de Turco, le dicen cornudo.
A uno que trabaja en la fàbrica, le dicen "Rama seca" (està al pedo en la planta!).
A otro lo llaman "poìto" (pollito) por "Cara`e poìto que valùltimo" (tiene cara de triste)
En fin, nos divertimos con eso.
Saludos
Don Gaucho:
ResponderEliminarLo de Menem más que un apodo es una realidad.
Usted que anda por ahí, no me diga que Córdoba no es una usina de apodos única en el mundo. Seguramente debe tener muchos más, pero si pasó por el enlace habrá visto el compendio de apodos que han armado los muchachos.
Una maravilla.
Le mando un abrazo
Que pena que solo conozco a Menem :-)
ResponderEliminarEscribe ud. con ingenio y soltura.
Bravo, Opin.
Noah
Doña Noah: El impresentable Menem se ha hecho mas famoso que el dulce de leche, pero por motivos opuestos.
ResponderEliminarGracias por los cumplidos, pronto los creeré y me convertiré en el ser más insoportable (incluso más que Menem)
Un abrazo