Buenas costumbres

Hablar de la primer y segunda presidencia de Perón puede ser una tarea cíclopea imposible de encarar con la suficiente imparcialidad y por lo tanto ni lo intento, tal vez por la intolerancia que da la edad o las pocas ganas de abrirle la mente a tanto dogmático que anda dando vueltas por allí.  Sin embargo somos muchos quienes no habiendo nacido todavía en aquellas épocas, intentamos entender de qué se trató sin embanderarnos en una mitología que según  lo que se analice, dará como resultado gente a favor o gente en contra. 

Toda mi vida he sido trabajador y por lo tanto he escuchado a mis compañeros mayores y de ellos puedo deducir que un 50% adoraba a Perón y el otro 50% lo odiaba profundamente, eso descartando , por supuesto, a los "gorilas". El "porque" depende de cada uno, pero básicamente  se debe a que Perón fue una bisagra en la historia social de Argentina poniendo los derechos humanos al alcance de la mano de los desposeídos y de los trabajadores, con una mano tan férrea y pragmática que puede haber alterado a aquellos "rebeldes" que no querían que los subieran por la fuerza a los camiones para ir a La Plaza o no conseguir trabajo si no contaban con la correspondiente afiliación al partido. 

Como quiera que fuera, el cómputo final daba siempre a favor del pueblo.

De esa época en que no había nacido, me llega la historia a grandes rasgos, contada por mis padres, socialistas ambos (pero mamá claramente fan de Eva), de cómo fue el proceso de la casa propia de la mano del Banco Hipotecario y El Plan Evita.

"Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida" (Proverbio chino)

El chalesito obrero que se ofrecía en varios modelos era una preciosura que muchos arquitectos modernos deberían comenzar a copiar. Por aquel entonces, al igual que ahora, pero con mejores resultados, uno debía entregar una solicitud en el Banco Hipotecario Nacional, indicando todos los datos históricamente requeridos (nunca se reclamó libreta del partido para aplicar) y una vez aprobado se pasaba a la etapa de construcción, con terreno propio o incluido en el plan. Al beneficiario (en este caso mi viejo) le daban un monto X y un plazo de Y meses para llegar a un determinado avance de obra. El inspector visitaba la construcción y si se había alcanzado el punto requerido, se aprobaba la entrega de un segundo monto y así sucesivamente hasta terminar la obra y haber recibido la totalidad del préstamo.

Luego, treinta años sin inflación ni intereses para pagarlo, algo sólo visto en Europa en los últimos años.

Claro, mi viejo salía a trabajar, de lunes a viernes, a las 5 AM y regresaba a casa a eso de las 09 PM , pero ahí no terminaba la cosa porque los sábados eran "Ingleses" es decir, se trabajaba también pero sin derecho a horas extras y hasta la 01PM. 

Digame ¿cuándo podía subir el nivel del terreno, hacer los cimientos, rellenarlos, hacer los contrapisos, levantar paredes y supervisar al techista? ¿Pagar albañiles? por supuesto. Perjudica el presupuesto y hay que estarles encima controlándolos todo el tiempo, así que si él no estaba vigilando nada caminaba.

Gracias a Dios, había buenas costumbres.
Los trabajadores estaban todos en la misma y cuando se venía venir que el inspector llegaría y la obra no estaba en el avance exigido, la muchachada del trabajo se venía  el domingo a socorrer al compañero en peligro, con la única condición de un buen asadito y el compromiso tácito de que cuando alguno de ellos lo necesitara, el favor sería devuelto.
Y si sobraba un ratito, hasta se jugaba un picadito en el terreno del fondo.

Claro, nada que ver con quienes quieren que el Estado les regale propiedades en Recoleta o llora en televisión reclamando que le "entreguen" la casa propia porque tiene doce hijos. 

No. Había que irse a vivir a más de quince kilómetros del trabajo, soportar los medios de transporte de la época y estar dispuesto a criar a los hijos en base al propio sudor y esfuerzo acompañado por un Gobierno , así con mayúsculas, dispuesto a recompensar el esfuerzo ayudando a quienes se ayudaran a sí mismos.
Un ejemplo que a través del tiempo nos acerca cosas buenas que jamás se deberían haber olvidado.

Taluego.