Si, en realidad ya va por la temporada dos y me olvidé de avisarles que es una serie de las imperdibles. Por allí van a ver que uno de sus productores ejecutivos es la espectacular Charlice Theron, que ha puesto plata y esfuerzo en un lugar muy digno. Mindhunter se estrenó el 13 de octubre de 2017 en Netflix y aunque uno tiende a olvidarse, su segunda temporadanos llega dos años después y parece haber sido filmada a continuación. Tal el nivel de detalle, continuidad y ambientación que ostenta. Mindhunter está basada en el libro Mind Hunter: Inside FBI's Elite Serial Crime Unit de Mark Olshaker y John E. Douglas.Dirigida por David Fincher, Asif Kapadia, Tobias Lindholm y Andrew Douglas, la serie está ambientada en 1977 y se centra en dos agentes del FBI —interpretados por Jonathan Groff y Holt McCallany—, quienes entrevistan a asesinos en serie en prisión para intentar resolver casos en curso y establecer un modus operandi desde la psicología del asesino serial.
La serie, que sigue a dos agentes del FBI dando los primeros pasos para crear perfiles psicológicos de asesinos secuenciales, como los llamaban a finales de los 70, opta por la austeridad y el enfoque intelectual. Siendo David Fincher uno de sus productores, y director de cuatro episodios, han sido inevitables las comparaciones con Zodiac.
Aquí lo que importa son las consecuencias que las entrevistas a diferentes asesinos en serie tienen sobre los agentes Bill Tench y Holden Ford. Apenas se ve algún cadáver; las acciones de dichos asesinos se representan porque ellos mismos se las cuentan a los agentes, y de una manera tan gráfica, que su horror queda perfectamente patente.
Y ese horror acaba impregando tanto a Tench como, sobre todo, a Ford, que es el personaje alrededor del que gira toda la historia. Jonathan Groff lo interpreta como alguien deseoso de innovar, de probar cosas nuevas, alguien con un entusiasmo que consigue labrarse su pequeña parcela dentro de una máquina burocrática tan reticente a los cambios como el FBI.
La evolución de Holden Ford a lo largo de la serie es uno de los aspectos más destacados de Mindhunter. Se zambulle con demasiada alegría en el estudio de estos asesinos en serie, se entusiasma demasiado ante la posibilidad de aplicar en casos reales lo que están aprendiendo en las entrevistas y, sobre todo, acaba creyéndose demasiado su propia publicidad. Llega un momento en el que casi se olvida que las víctimas de esos psicópatas no son teóricas, sino reales, y que está trabajando con personas, no con símbolos en una investigación académica.
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