Si no me conoce le informo que soy el típico argentino que desprecia profundamente el cine de su patria, casi tanto como el lacónico cine francés. Nunca pagué por ver una de bañeros, de gordos y flacos, de apologías varias como terrorismo, droga o vagancia peronista, ni las pretenciosas obras de arte que nadie disfruta con actrices en cámara lenta como Graciela Borges.
Pero de tanto en tanto me embarco en la tarea de ver una nacional. Por suerte ahora no pierdo la plata de la entrada y por lo general no me remuerde la conciencia.
Mi más reciente intento fallido fue "El ciudadano Ilustre" una película que no pude resistir más de 20 minutos y que por lo tanto no puedo criticar con fundamento, salvo que me pareció extremadamente pueril y previsible.
Mi más reciente intento fallido fue "El ciudadano Ilustre" una película que no pude resistir más de 20 minutos y que por lo tanto no puedo criticar con fundamento, salvo que me pareció extremadamente pueril y previsible.
De los mismos creadores encontré esta pieza llamada "Mi Obra Maestra" y debo confesar que más que por su director y guionista me decidí a darle la chance por la dupla que la protagoniza.
Si, me gusta Franchela como actor y Brandoni es un maestro que como el buen vino, mejora con los años.
Guillermo Francella es Arturo, dueño de una pequeña galería de arte, y Luis Brandoni es Renzo, un excéntrico pintor caído en desgracia, incapaz de vender una obra por sus actitudes frente a la vida. A ambos los une una vieja amistad, un vínculo que derivará en todo tipo de situaciones risueñas muy bien manejadas.
El mundo de las exposiciones en galerías, los museos y las pinturas, parece una ambiente ideal para desarrollar la historia. Andres Duprat, guionista habitual de la dupla que compone su hermano con Mariano Cohn, es además el director del Museo Nacional de Bellas Artes, por lo que conoce el paño a la perfección, permitiéndole cargar el argumento de ironía, clichés y la farsa que muchas veces rodea a los "artistas de moda".
El dúo Francella – Brandoni funciona a la perfección: el primero, como el pensante, adaptado a los caprichosos cambios del mercado, y el segundo, como el anárquico, nostálgico y estereotipado artista que se siente incomprendido. Juntos hacen fluir un argumento en el que los diálogos mordaces, las secuencias que apelan al ridículo y los giros dramáticos construyen un sólido retrato dividido en tres actos claros: una comedia casi costumbrista que deriva en un drama cargado de melancolía para finalizar en una estafa con aires reivindicatorios.
El efectivo elenco secundario también cumple a la perfección: el español Raúl Arévalo como símbolo de cierta juventud idealista y utópica, y sobre todo Andrea Frigerio, caracterizada como una galerista top en una performance divertida que parodia el snobismo de ciertos personajes relacionados con el negocio del arte.
http://www.sdd-fanatico.org/p/mi-obra-maestra/
Técnicamente impecable, "Mi obra maestra" presenta gran parte de sus escenas como si fueran pinceladas de una gran muestra, de hecho muchos de los fotogramas funcionan como cuadros en movimiento. Algunas escenas en Río de Janeiro y sobre todo las que están rodadas en la inmensidad de las montañas jujeñas, tienen una clara influencia pictórica.
Técnicamente impecable, "Mi obra maestra" presenta gran parte de sus escenas como si fueran pinceladas de una gran muestra, de hecho muchos de los fotogramas funcionan como cuadros en movimiento. Algunas escenas en Río de Janeiro y sobre todo las que están rodadas en la inmensidad de las montañas jujeñas, tienen una clara influencia pictórica.
Sin embargo la trama vuelve a ser predecible y hasta infantilmente simplista, cosa que es puesta en segundo plano por la excelentes interpretaciones de los actores principales.
Sin duda una película argentina con muchos de nuestros defectos y muchas más virtudes.
Taluego.
Consultamos a Alexis Puig
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