La lluvia arreciaba y las esquinas de la ciudad se iban inundando poco a poco, dejando atrapados a aquellos desprevenidos que debían arremangarse los pantalones, inundar sus zapatos o cruzar descalzos la calle a riesgo de obtener un tajo en la planta del pie.
Pero en algunos lugares selectos, marcados por su facilidad para quedar bajo las aguas, existían pequeñas obras de la ingeniería local.
Se trataba de gigantescos mecanos de hierro pintados de colorado, con brazos que descansaban paralelos sobre las veredas hasta que la lluvia arreciaba y se convertían en objetos útiles. En uno de sus extremos tenían una gigantesca bisagra que les permitía girar libremente para encontrarse en medio de la calle con el tramo hermano que esperaba en la vereda de enfrente para acoplarse.
A tal fin y por unas pocas monedas, siempre había algún purrete que hiciera el trabajo y les evitara el esfuerzo y la posible mojadura a aquellos que ya iban arreglados para el trabajo. Porque de automáticos, esos artilugios, no tenían nada.
Usted ya entendió, pero debo aclarar a esta altura del post, que se trataba de los puentes instalados para que las personas pudieran cruzar las calles cuando la lluvia las inundaba. Se encontraban en sitios críticos donde unas pocas gotas ya hacían un río, pero no tanto como para superar sus alturas, que no eran mayores al metro.
Aquellos que los recuerdan nombran como ejemplo los que existían en la esquina entre Centenera y P Goyena,, Loria y Av. Garay, Sinclair y Seguí, Cuba y G. del Río, Guanacahe (hoy Roosevelt) y Conesa, entre muchos otros, La lista sería interminable si contamos los que también existían en Vicente López, San Isidro, San Martín, Villa Bosch y otros lugares del Gran Buenos Aires. .
En el caso del que se encontraba en Sinclair y Segui, años después, cuando ya lo habían retirado, en esa misma esquina se fundó un restaurante que se dio en llamar "El puente Colorado" en recuerdo de aquellos puentes de antaño.
También dicen imprecisamente que algún poeta los inmortalizó con estrofas como : "En las esquinas cercanas al arroyo desbordado/ existían unos puentes, pintados de colorado" del poema "En mi viejo Palermo" que aún no logro encontrar.
Finalizando la década del 50 comenzaron a ser desmantelados. Una tarea que duró hasta bien entrados los 60, aunque las inundaciones siguieron como siempre y los peatones debieron volver a arremangarse los pantalones, inundar sus zapatos, o cruzar descalzos la calle a riesgo de obtener un tajo en la planta del pie.
Taluego.
Fotos :Marcelo Caradonna y Gettyimages
Info: Comentarios de participantes de Fotos Antiguas Ciudad de Buenos Aires
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