Desde no hace mucho tiempo soy seguidor de una página de Fascebook llamada "Pueblos de Buenos Aires" que principalmente muestra imágenes de esos pequeños pueblitos perdidos en la inmensidad de la provincia. La mayoría de ellos abandonados por el levantamiento de ramales ferroviarios que los condenan al olvido, otros sumergidos en las aguas de inundaciones o progreso, pero todos con ese característico y personal sabor a campo que todos sentimos como propio pero que miramos desde lejos.
Yo al igual que quienes llevan adelante la página, soy de retratar éstos ámbitos, pero en mi caso de manera no sistemática. Una cadena con candado, un cartel de estación, puertas desvencijadas y almacenes perdidos en medio de la nada, son objetivos del lente de cualquier cámara. Pero en este caso hay persistencia, kilómetros recorridos y amor por el terruño, unido al amor por la fotografía.
Copio y pego aquí una nota de la revista del domingo del diario El Día (el enlace a la nota original se encuentra al pie de página) para que nos deleitemos con la historia de dos fotógrafos aficionados que seguramente pronto editarán un libro con sus mejores tomas.
Juan Viel y Fedra
Grosso son dos aficionados a la fotografía que recorrieron, desde 2012,
más de 400 pueblos olvidados del interior bonaerense, retratando a sus
paisajes y su gente. Una aventura que los llevó a recorrer más de
100.000 kilómetros por toda la Provincia y tomar más de 10.000
fotografías
Cascada es uno de esos pueblos perdido entre las red de caminos
vecinales bonaerenses, dueño de un esplendor que quedó lejos, con la
partida del último tren y que ahora es casi puro pasado. Tiene su
iglesia, su plaza, su almacén de ramos generales y a Coronel Suárez como
la referencia más cercana. Juan Viel dice que, además de todo eso,
Cascada conserva dos habitantes. Pero, aunque antes de llegar al pueblo
le pasaron ese dato, él no los pudo encontrar. No le parece muy extraño.
Desde que a partir de 2012 comenzó a recorrer recónditos pueblos
bonaerenses con sus equipos de fotógrafo aficionado, se acostumbró a que
los escasos habitantes de esas a veces pequeñas poblaciones, a veces
apenas parajes, a veces caseríos, se muestran reacios a contactarse con
él”.
“Muchos se esconden, a veces tardan horas en aparecer y preguntar cómo y
para qué llegue al pueblo. Y hasta no faltan las oportunidades en que,
inquietos, llaman a algún policía. Es que es frecuente que se trate de
gente muy mayor que nunca se movió de sus pueblos y que no está
acostumbrada a recibir visitas”.
Juan Viel también es bonaerense, vive en San Isidro y hace dos años
comenzó a hacer, junto a su novia Fedra Grosso, un viaje muy especial.
Consiste en recorrer y retratar esos pueblos perdidos de la Provincia
que tienen mucho en común. Sus orígenes, vinculados a la actividad rural
y a la llegada del ferrocarril, su fisonomía con corazón de plaza y en
los últimos tiempos, en los casos más entremos, una lucha diaria con la
naturaleza, que trata de ganarle terreno a las viejas estaciones, los
viejos galpones ferroviarios, invadiéndolos por dentro y dibujando un
paisaje nuevo.
Desde que la aventura de Viel comenzó, ya llevan recorridos más de
100.000 kilómetros, que les permitieron visitar alrededor de 400 pueblos
y sacar más de 10.000 fotografías.
La idea era sumar las mejores de esas fotos y publicar un libro y ese
proyecto sigue vigente. Pero en el medio se cruzaron las redes sociales y
Juan Viel y Fedra Grosso crearon una página de Facebook, Pueblos Buenos
Aires, con las fotos que van sacando. Y ese perfil ya tiene más de
50.000 seguidores.
No son los únicos que transitan la red de caminos que llevan a los
pueblos olvidados de la provincia. Otro perfil de Facebook, el de
Proyecto Pulpería, andan por los mismos caminos. Pero en este caso se
trata de una ONG que nació a partir de la iniciativa de Leandro Vesco,
un periodista porteño que comenzó recorriendo los pueblos para sacar
fotografías y hoy trata de favorecer la recuperación de esos sitios a
través de la creación de bibliotecas, puesta en valor de pulperías y
otras iniciativas de índole cultural (ver aparte). Una de las
características del perfil de Juan Viel es que está centrado en los
paisajes. Allí se ven construcciones ferroviarias, viejas almacenes de
ramos generales, veredas, caminos de tierra, grandes extensiones de
campo, escuelas...
Una de las características del perfil de Juan Viel es que está centrado
en los paisajes. Allí se ven construcciones ferroviarias, viejas
almacenes de ramos generales, veredas, caminos de tierra, grandes
extensiones de campo, escuelas, plazas, tanques de agua.
Los nombres de los pueblos son para muchos completamente desconocidos:
Las Mostazas, Cascadas, Chas, Pillahuinco, Las Nutrias, El Pensamiento,
San Mauricio y la lista sigue.
En las imágenes que dejan los pueblos se ven caballos, viejas
edificaciones carcomidas por el tiempo, autos de modelos inconseguibles,
casas perdidas en la inmensidad del verde pampeano.
Menos común es que en las fotos aparezcan pobladores y esto tiene que
ver conque, por lo general, las visitas a los pueblos son rápidas y la
actitud de los habitantes de los pueblos, reticente a aparecer, dice
Viel.
EL ORIGEN DE UNA IDEA
Juan Viel cuenta que se le ocurrió empezar a recorrer los pueblos
bonaerenses para fotografiarlos, en principio, “por aburrimiento”. Sus
hijos vivían en Lincoln y él en San Isidro y eso lo obligaba a manejar
desde el conurbano norte al interior bonaerense todos los fines de
semana.
“Para no aburrirme empecé a cambiar de camino y eso me llevó a rutas
diferentes y de a poco me fui acercando a los pueblos. Por entonces mi
hijo había empezado a manejar y para practicar salíamos a los caminos
vecinales y desde allí a conocer nuevos pueblos”, cuenta. “Son pueblos
que estuvieron muy ligados a la actividad rural y al ferrocarril. Cuando
a partir de la década del ´70 los ferrocarriles se empiezan a
abandonar, muchos de estos pueblos se quedaron detenidos en el tiempo”
Viel, que es hijo del poeta Héctor Viel Temperley, se autodefine como un
aficionado a la fotografía. Su trabajo es otro: junto a Fedra vende
semillas para césped y eso también lo lleva a salir cada tanto a la ruta
para trabajar. Y de paso, visitar y fotografiar pueblitos.
Juan Viel cuenta que adoptaron la modalidad de buscar los pueblos en
Google Earth y salir a la ruta hasta encontrarlos y retratarlos.
Después, muchas de esas fotos son subidas por ellos al sitio de Google.
“Una de las cosas que se va desprendiendo de nuestra experiencia es el
estado de las rutas. Cómo siendo Buenos Aires la provincia más
importante del país tiene rutas en un estado lamentable, como la 7, la
9, la 5. Muchos de los pueblos que visitamos está virtualmente aislados
por el estado de los caminos vecinales, muchas veces anegado. Si eran
pueblos demasiado vinculados al tren, que estaban muy lejos de la ruta,
seguramente son pueblos que hoy están casi deshabitados y abandonados.
“Son pueblos que estuvieron muy ligados a la actividad rural y al
ferrocarril. Cuando a partir de la década del ´70 los ferrocarriles se
empiezan a abandonar, muchos de estos pueblos se quedaron detenidos en
el tiempo”
Tal es el caso de San Mauricio, un pueblito ubicado a 20 kilómetros de
Rivadavia donde hay alrededor de medio centenar de casas viven sólo
cinco personas.
Viel cuenta que muchos de esos pueblos están habitados sólo por persona
mayores que nacieron y crecieron en ellos y que no conocen otro sitio.
En otros, también se pueden ver casas utilizadas como viviendas de fin
de semana por gente de pueblos cercanos. O hasta por gente llegada desde
las grandes ciudades que se instaló en una casa abandonada, una
estación de tren, una casa perdida en un viejo campo.
La economía de estas familias suele ser de subsistencia. Muchos están al
frente de pequeñas chacras dedicadas a una producción menor, destinada
al autoconsumo.
“La gente joven de estos pueblos salió a estudiar y muchos de ellos
jamás regresaron”, dice Viel, quien identifica un origen común en la
mayoría de estas poblaciones.
“Son pueblos que estuvieron muy ligados a la actividad rural y al
ferrocarril. Cuando a partir de la década del ´70 los ferrocarriles se
empiezan a abandonar, una tendencia que se va a profundizar en los años
´90, muchos de estos pueblos se quedaron detenidos en el tiempo”, dice
Viel.
Viel, que tiene 50 años, agrega que son más de 1.000 los pueblos que
reúnen estas características en la Provincia y sueña con recorrerlos y
fotografiarlos a todos. Para eso, junto a Fedra y a veces a su hijo
Segundo (19) hace salidas que duran algunos días en las que recorren y
fotografían grupos de pueblos en distintos partidos.
Ahí ven algunos elementos que ya no es tan común encontrar en las
grandes ciudades. Como las canchas de pelota, las canchas de bochas, las
pulperías, los grandes almacenes de ramos generales que, en algunos de
los pueblos, sobreviven como encapsulados en el tiempo.
La nota original en http://www.eldia.com.ar/edis/20141123/Viaje-pueblos-bonaerenses-pelean-contra-olvido-revistadomingo0.htm
Juan Viel y Fedra
Grosso son dos aficionados a la fotografía que recorrieron, desde 2012,
más de 400 pueblos olvidados del interior bonaerense, retratando a sus
paisajes y su gente. Una aventura que los llevó a recorrer más de
100.000 kilómetros por toda la Provincia y tomar más de 10.000
fotografías
Cascada es uno de esos pueblos perdido entre las red de caminos
vecinales bonaerenses, dueño de un esplendor que quedó lejos, con la
partida del último tren y que ahora es casi puro pasado. Tiene su
iglesia, su plaza, su almacén de ramos generales y a Coronel Suárez como
la referencia más cercana. Juan Viel dice que, además de todo eso,
Cascada conserva dos habitantes. Pero, aunque antes de llegar al pueblo
le pasaron ese dato, él no los pudo encontrar. No le parece muy extraño.
Desde que a partir de 2012 comenzó a recorrer recónditos pueblos
bonaerenses con sus equipos de fotógrafo aficionado, se acostumbró a que
los escasos habitantes de esas a veces pequeñas poblaciones, a veces
apenas parajes, a veces caseríos, se muestran reacios a contactarse con
él”.
“A veces se esconden, a veces tardan horas en aparecer y preguntar cómo y
para qué llegué al pueblo. Y hasta no faltan las veces en que,
inquietos, llaman a algún policía”
“Muchos se esconden, a veces tardan horas en aparecer y preguntar cómo y
para qué llegue al pueblo. Y hasta no faltan las oportunidades en que,
inquietos, llaman a algún policía. Es que es frecuente que se trate de
gente muy mayor que nunca se movió de sus pueblos y que no está
acostumbrada a recibir visitas”.
Juan Viel también es bonaerense, vive en San Isidro y hace dos años
comenzó a hacer, junto a su novia Fedra Grosso, un viaje muy especial.
Consiste en recorrer y retratar esos pueblos perdidos de la Provincia
que tienen mucho en común. Sus orígenes, vinculados a la actividad rural
y a la llegada del ferrocarril, su fisonomía con corazón de plaza y en
los últimos tiempos, en los casos más entremos, una lucha diaria con la
naturaleza, que trata de ganarle terreno a las viejas estaciones, los
viejos galpones ferroviarios, invadiéndolos por dentro y dibujando un
paisaje nuevo.
Desde que la aventura de Viel comenzó, ya llevan recorridos más de
100.000 kilómetros, que les permitieron visitar alrededor de 400 pueblos
y sacar más de 10.000 fotografías.
La idea era sumar las mejores de esas fotos y publicar un libro y ese
proyecto sigue vigente. Pero en el medio se cruzaron las redes sociales y
Juan Viel y Fedra Grosso crearon una página de Facebook, Pueblos Buenos
Aires, con las fotos que van sacando. Y ese perfil ya tiene más de
50.000 seguidores.
Una de las características del perfil de Juan Viel es que está centrado
en los paisajes. Allí se ven construcciones ferroviarias, viejas
almacenes de ramos generales, veredas, caminos de tierra, grandes
extensiones de campo, escuelas...
No son los únicos que transitan la red de caminos que llevan a los
pueblos olvidados de la provincia. Otro perfil de Facebook, el de
Proyecto Pulpería, andan por los mismos caminos. Pero en este caso se
trata de una ONG que nació a partir de la iniciativa de Leandro Vesco,
un periodista porteño que comenzó recorriendo los pueblos para sacar
fotografías y hoy trata de favorecer la recuperación de esos sitios a
través de la creación de bibliotecas, puesta en valor de pulperías y
otras iniciativas de índole cultural (ver aparte). Una de las
características del perfil de Juan Viel es que está centrado en los
paisajes. Allí se ven construcciones ferroviarias, viejas almacenes de
ramos generales, veredas, caminos de tierra, grandes extensiones de
campo, escuelas...
Una de las características del perfil de Juan Viel es que está centrado
en los paisajes. Allí se ven construcciones ferroviarias, viejas
almacenes de ramos generales, veredas, caminos de tierra, grandes
extensiones de campo, escuelas, plazas, tanques de agua.
Los nombres de los pueblos son para muchos completamente desconocidos:
Las Mostazas, Cascadas, Chas, Pillahuinco, Las Nutrias, El Pensamiento,
San Mauricio y la lista sigue.
En las imágenes que dejan los pueblos se ven caballos, viejas
edificaciones carcomidas por el tiempo, autos de modelos inconseguibles,
casas perdidas en la inmensidad del verde pampeano.
Menos común es que en las fotos aparezcan pobladores y esto tiene que
ver conque, por lo general, las visitas a los pueblos son rápidas y la
actitud de los habitantes de los pueblos, reticente a aparecer, dice
Viel.
EL ORIGEN DE UNA IDEA
Juan Viel cuenta que se le ocurrió empezar a recorrer los pueblos
bonaerenses para fotografiarlos, en principio, “por aburrimiento”. Sus
hijos vivían en Lincoln y él en San Isidro y eso lo obligaba a manejar
desde el conurbano norte al interior bonaerense todos los fines de
semana.
“Para no aburrirme empecé a cambiar de camino y eso me llevó a rutas
diferentes y de a poco me fui acercando a los pueblos. Por entonces mi
hijo había empezado a manejar y para practicar salíamos a los caminos
vecinales y desde allí a conocer nuevos pueblos”, cuenta. “Son pueblos
que estuvieron muy ligados a la actividad rural y al ferrocarril. Cuando
a partir de la década del ´70 los ferrocarriles se empiezan a
abandonar, muchos de estos pueblos se quedaron detenidos en el tiempo”
Viel, que es hijo del poeta Héctor Viel Temperley, se autodefine como un
aficionado a la fotografía. Su trabajo es otro: junto a Fedra vende
semillas para césped y eso también lo lleva a salir cada tanto a la ruta
para trabajar. Y de paso, visitar y fotografiar pueblitos.
Juan Viel cuenta que adoptaron la modalidad de buscar los pueblos en
Google Earth y salir a la ruta hasta encontrarlos y retratarlos.
Después, muchas de esas fotos son subidas por ellos al sitio de Google.
“Una de las cosas que se va desprendiendo de nuestra experiencia es el
estado de las rutas. Cómo siendo Buenos Aires la provincia más
importante del país tiene rutas en un estado lamentable, como la 7, la
9, la 5. Muchos de los pueblos que visitamos está virtualmente aislados
por el estado de los caminos vecinales, muchas veces anegado. Si eran
pueblos demasiado vinculados al tren, que estaban muy lejos de la ruta,
seguramente son pueblos que hoy están casi deshabitados y abandonados.
“Son pueblos que estuvieron muy ligados a la actividad rural y al
ferrocarril. Cuando a partir de la década del ´70 los ferrocarriles se
empiezan a abandonar, muchos de estos pueblos se quedaron detenidos en
el tiempo”
Tal es el caso de San Mauricio, un pueblito ubicado a 20 kilómetros de
Rivadavia donde hay alrededor de medio centenar de casas viven sólo
cinco personas.
Viel cuenta que muchos de esos pueblos están habitados sólo por persona
mayores que nacieron y crecieron en ellos y que no conocen otro sitio.
En otros, también se pueden ver casas utilizadas como viviendas de fin
de semana por gente de pueblos cercanos. O hasta por gente llegada desde
las grandes ciudades que se instaló en una casa abandonada, una
estación de tren, una casa perdida en un viejo campo.
La economía de estas familias suele ser de subsistencia. Muchos están al
frente de pequeñas chacras dedicadas a una producción menor, destinada
al autoconsumo.
“La gente joven de estos pueblos salió a estudiar y muchos de ellos
jamás regresaron”, dice Viel, quien identifica un origen común en la
mayoría de estas poblaciones.
“Son pueblos que estuvieron muy ligados a la actividad rural y al
ferrocarril. Cuando a partir de la década del ´70 los ferrocarriles se
empiezan a abandonar, una tendencia que se va a profundizar en los años
´90, muchos de estos pueblos se quedaron detenidos en el tiempo”, dice
Viel.
Viel, que tiene 50 años, agrega que son más de 1.000 los pueblos que
reúnen estas características en la Provincia y sueña con recorrerlos y
fotografiarlos a todos. Para eso, junto a Fedra y a veces a su hijo
Segundo (19) hace salidas que duran algunos días en las que recorren y
fotografían grupos de pueblos en distintos partidos.
Ahí ven algunos elementos que ya no es tan común encontrar en las
grandes ciudades. Como las canchas de pelota, las canchas de bochas, las
pulperías, los grandes almacenes de ramos generales que, en algunos de
los pueblos, sobreviven como encapsulados en el tiempo.
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