Felizmente

Hay momentos geniales en la vida de las personas. Esos raptos de ingravidez en donde nos damos cuenta de que al fin, eso que siempre estábamos buscando, por lo que siempre trabajamos, es un hecho, se ha cumplido y es parte de nuestras existencias.

Parece raro y creo que me ha pasado unas pocas veces en la vida, pero hay oportunidades en que miro a mi alrededor y me doy cuenta que soy , por ese instante, completamente feliz. Que quienes me rodean son aquellos a quienes amo. Que hago todo lo que realmente me gusta y que soy fiel a mí mismo, en los hechos y en las ideas.

Vivo en creación libre, cumpliendo sueños que ni siquiera había soñado y no exactamente por falta de imaginación.

Es que la vida tiene reservado para nosotros todo tipo de sorpresas, alegres y tristes, pero suelen pasar las primeras desapercibidas por ser efímero el instante en que las percibimos como tales, mientras que las segundas dejan cicatrices que muchas veces cuestan olvidar pero que no las hacen más importantes.

Con la edad uno valora mucho mejor esos instantes e identifica y retiene como agua entre los dedos , no la alegría, sino la percepción de la misma.

La alegría posiblemente en el futuro se retire a cuarteles de invierno, me deje a un costado algo olvidado por un ratito, pero siempre con la promesa de regresar  tal como hoy, para reafirmar que está en la naturaleza de las cosas. Que no existen ni religiones ni sectas, ni dioses ni demonios, sino un universo que en su magnífico equilibrio siempre nos sabrá cobijar y hacernos sentir bienvenidos, no especiales.
Unas motas de polvo de estrella que se han juntado por un rato, hasta que al final regresen todas juntas a la feliz esencia de las cosas.

Taluego