lunes, 8 de febrero de 2016

Médicos descartables

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Según informó la Asociación Civil de Actividades Médicas (ACAMI), Argentina es el segundo país del mundo con más médicos por habitante, detrás de Italia (180 habitantes por médico), al contar con uno cada 200 personas. Esto es cuatro veces más que Chile donde hay uno cada 900 y que Brasil, con un profesional de la medicina por cada 780 habitantes, y aventaja a España (240), Alemania (290), Francia (330), Estados Unidos (360), Canadá (440), Japón (520) y Reino Unido (600).
Pero cantidad no es calidad.
Aunque tengamos cientos de miles de médicos de primera línea, el ingreso irrestricto y la falta de rigor académico nos está dejando con una inmensa cantidad de médicos  descartables que van ocupando cargos en el sistema de Salud Pública.

La residente de cuarto toma mate con facturas en la sala de descanso con sus amigas de facultad. En la televisión están pasando un capítulo de Dr.House que hipnotiza a otros dos residentes que piensan que sus deducciones son "lo máximo". La médica de emergencias les pide que hagan el traslado de un paciente, lo que implica subirse a una ambulancia y asegurar que llegue a salvo a otro hospital. Los residentes se niegan y siguen mateando. Dicen que no les corresponde, que hay una ley que lo prohibe porque están en etapa de formación y que ya lo han hablado entre los de su misma condición y es una medida de fuerza que no han de abandonar. 
No hay ningún mecanismo para hacerlos trabajar, todo queda librado a la buena voluntad y compromiso de aquellos que ya son médicos pero no quieren involucrarse con la profesión. Y el problema fundamental radica en que los sistemas de educación profesional ya no cuentan con elementos de coacción o de premios y castigos.
La médica de emergencias se les queda mirando. Ella cuenta con tres especialidades y veinte años de trabajo y experiencia. Recuerda cuando aún con las mejores notas los profesores la bochaban tan sólo por haber realizado una percusión teniendo una pulsera puesta y se pregunta qué ha pasado con los valores y la ética que regían la formación de los nuevos profesionales.
La médica con experiencia debe suplir la falencia y dejar una guardia con un médico menos para poder hacer el traslado. Se pierde en la primera línea de atención, un profesional con un nivel de  experiencia que no se compra en cualquier mercado, ni tomando mate todo el día, ni viendo todas las temporadas de Dr House, y que podría estar atendiendo a aquellos que lo necesitan con urgencia, o enseñando sus conocimientos a un residente auténticamente interesado.


En Argentina, se reciben 6.000 médicos por año según el Ministerio de Educación, pero sólo la mitad realiza la residencia, que es el período de formación en alguna especialidad reconocida bajo la supervisión de tutores en hospitales. Esos médicos que no hacen la residencia igual pueden salir en ambulancia para atender pacientes graves, recetar medicamentos, y hasta llegar a operar sin el entrenamiento adecuado. Aunque esta situación no está fuera de alguna norma –ya que nadie está obligado a hacer la residencia–, la falta de entrenamiento es hoy una gran preocupación para autoridades sanitarias y universitarias.
Hoy en día uno va vislumbrando los resultados obtenidos a partir del momento en que las universidades argentinas cayeron en las listas mundiales hasta lugares que de tan malos eran inimaginables. Porque hay que ser conscientes de que aquello que aprenden en los claustros suele ser lo único que tendrán como herramienta y experiencia para desempeñarse.
Tal vez por eso en los países desarrollados no les permiten reválidas ni ejercer a nuestros profesionales de la salud.
Y es así que en la salud pública nos vamos quedando con los peores médicos,  y en algunos años, no muchos, sólo nos servirán para paliar el dolor, sentir que al menos alguien nos sostiene la mano y firmar nuestro certificado de defunción.
No hacen cursos, así que hay que obligarlos a que los realicen so pena de perder algún adicional que se liquida por recibo de sueldo. No cumplen horarios y viven borrados. Piensan que total todo está en Google y si no, se lo deriva.
Uno, que los ve de afuera, sospecha que el motivo viene de décadas atrás, cuando se comenzó a modificar el paradigma educacional y todas las variables se hicieron laxas. 
Hoy en día, con esfuerzo y paciencia cualquier energúmeno obtiene su título. Usted no sabe si el médico que lo está atendiendo en el sistema público compró el título, cursó treinta años como crónico o fue el mejor de su clase, requisitos mínimos de información para pertenecer a una prepaga o a una clínica de calidad. 
Si el tipo es buen negociante y mejor gerenciador, posiblemente se convertirá en un modelo a seguir para aquellos que han comprendido a la profesión como una escalera hacia la realización económica personal y estará trabajando en el consultorio de papá, como directivo en una clínica de renombre o será funcionario político de algún ministerio.


Claro que podemos concentrarnos en esas raras avis que siguen siendo los buenos médicos por vocación, pero el sistema de ingreso irrestricto y las facilidades con que se encuentran para distender la carrera, hace que los malos sean una supremacía imponente difícil de eliminar o pasar por alto.
Por eso esta nota en mi blog es tan pero tan negativa que usted se está enojando porque siente que estoy agrediendo a su médico amigo. No es así, hasta yo tengo mis preferidos.
Con el tiempo los buenos, a los que todos queremos cerca y que sean los que nos atiendan,  se van del país, trabajan en el sistema privado o elijen especialidades de bajo riesgo y alto ingreso.
De diez años a la fecha la cosa ha ido empeorando y gracias a que los sistemas de educación en países como Brasil, Colombia y Perú son caros o de ingreso por notas imposibles de alcanzar por la mayoría, todos esos estudiantes fracasados con vocación, que han reprobado el ingreso hasta tres veces, van cayendo en Argentina donde obtendrán un título con el que volver a sus países para intentar ejercer libremente.
Aquí, en Argentina, hay casi 200 mil profesionales, ya que la medicina es la disciplina matriculada con mayor cantidad de egresados en el país, seguida por el derecho, con 148.306, las ciencias económicas con 105.987, la psicología, 63.804 y la odontología, 53.011.

 
En la medida en que se vayan jubilando los buenos médicos de ayer y nos quedemos con los pocos buenos del hoy, las probabilidades de caer en manos de un matasanos con título, se van agrandando. Y uno nota la preocupación en los médicos con experiencia que ven aproximarse su jubilación y sienten que quienes los atenderán en el futuro no les llegan profesionalmente ni a los talones.
Ojalá muchos encuentren el compromiso y el orgullo profesional que tienen aquellos médicos que han dado todo por la profesión y los pacientes, porque quiero que llegado el momento, ellos sean los que me atiendan sin importar los resultados.
Así evitaremos tener que recordar momentos así de tristes.

La mujer se debatía entre la vida y la muerte en la sala de emergencias del hospital. Adentro las manos no alcanzaban para atender a los dos infartados que había . Uno de los médicos salió al pasillo y le pidió ayuda a su compañero, quién con un trozo de pizza en la mano le dijo mientras masticaba, que lamentablemente se encontraba en horario de descanso. 
La mujer murió.
Nunca sabremos si le había llegado la hora, o tan sólo fue obra de la desidia de un profesional sin vocación de servicio.


Taluego.


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El artículo Médicos descartables fue publicado por OPin el lunes, 8 de febrero de 2016. Esperamos que le sea de alguna utilidad o interés. Gracias por su visita y no olvide dejar su comentario antes de partir. Hasta el momento hay 0 comentarios: en el post Médicos descartables

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