jueves, 25 de octubre de 2012

Wagner en la Pampa

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Pareciera que Wagner paseó sus plantas por estos pagos llanos y extensos de la provincia de Buenos Aires, pero en realidad se trata de la impronta de la obra de Francisco Salamone un arquitecto italo-argentino, que construyó en apenas cuatro años, entre 1936 y 1940, más de 60 edificios en 25 municipios de la Provincia de Buenos Aires.
Salamone había nacido el 5 de junio de 1897 en Buenos Aires, hijo de un arquitecto de Catania, Sicilia aunque otros ubican su nacimiento en el pueblo de Leonforte en Catania.
Fue uno de los alumnos egresados del querido Colegio Otto Krause de Buenos Aires (donde he tenido el honor de dar clases casi un siglo más tarde) luego de haber decidido seguir los pasos de su padre en el oficio de la construcción. Seguidamente fue a estudiar en la Universidad Nacional de La Plata para terminar con un título de la Universidad de Córdoba de donde en 1917 terminó egresando como arquitecto e ingeniero.



La obra que en definitiva lo inmortalizará comenzó en la década de 1930 en la misma provincia de Córdoba, pero antes debió enfrentar algunos reveses de la fortuna, como en Villa María donde hizo una obra de pavimentación que fracasó, un matadero, el  parque del cementerio, algunas plazas (en especial la denominada Centenario). Todas estas obras realizadas en una intendencia plagada de hechos de corrupción. Salamone debió irse de la ciudad sin terminar algunos de sus trabajos (por ejemplo el matadero, que tuvo varias deficiencias), en tanto que obras como el asfaltado de calles no resistió las primeras lluvias. Luego se fue a trabajar a la provincia de Buenos Aires donde Salamone tenía como amigo al gobernador , Manuel A. Fresco, quien era admirador de Mussolini como muchos por aquella época de preguerra cuando esa ideología aún no tenía mala prensa (el gobernador tenía el retrato de Mussolini y de Hitler en su oficina). Esta ideología se hacía más evidente viendo el autoritarismo de Fresco y su apoyo a grupos nacionalistas en distintos lugares de la provincia. Éste le encomendó a Salamone el trabajo de realizar edificios públicos en la Pampa húmeda, dándole carta blanca para sus proyectos. La idea era fomentar el crecimiento de algunas pequeñas ciudades y pueblos del interior. “Las obras deben estar inspiradas en el lema Dios, Patria y Hogar”, le dijo Fresco. Salamone hizo su propia interpretación del lema y planeó una serie de obras monumentales de gran impacto visual para transmitir la imagen de fortaleza y eficiencia que pretendía dar un gobierno fascista .


Balcarce fue la primera ciudad intervenida por Salamone: el palacio municipal, el matadero, la plaza central, la Escuela Normal y el portal del cementerio tienen su sello. En sus obras el arquitecto usó hormigón con revoques lisos y blancos. También diseñó los interiores con pisos de granito y azulejos en las paredes y eligió los herrajes, muebles e iluminación de cada sitio.
El plan de obras siguió en Laprida, Coronel Pringles, Rauch, Alberti, Alem, Tornquist, Alsina, Pellegrini, Tres Lomas, Salliqueló, Azul, Gonzales Chaves y Guaminí, entre otros distritos. 
Corría ya el año 1937 y el estudio de Salamone trabajaba contrarreloj para proyectar cada uno de los gigantes de hormigón.
A pesar de la premura, el arquitecto no repitió sus diseños. Cada obra tuvo su sello distintivo, pero con un mismo espíritu. 
Salamone llegó a construir más de 60 grandes obras en pocos años, y otras tantas obras menores. Lo que quizás más deba resaltarse de la obra de Salamone es la espectacularidad de aquellas construcciones que llegaban a elevarse a unos treinta metros al lado de casitas de poco más de dos metros. 
La arquitectura de Salamone nada tenía que ver con el contexto en que se erigió y hacía uso masivo de la llamada "Piedra líquida" más tarde llamada hormigón..
Su trabajo se caracteriza por tres tipos de construcciones: municipalidades, portales de cementerios y mataderos, aunque también realizó plazas, pórticos, mobiliario urbano y de interior a los palacios municipales, como así también veredas y luminarias para mantener un estilo coherente. 
 


En los Palacios Municipales, las características principales son la monumentalidad y las torres que simbolizan la avanzada de la civilización sobre el desierto. El Palacio Municipal de Coronel Pringles es uno de los tantos exponentes. De la misma forma hay que nombrar como originales y emblemáticos los Palacios Municipales de Carhué, Guaminí, Pellegrini, Rauch, Tornquist, Puán, Alberti, Laprida, Adolfo Gonzales Chaves, Vedia. Su obra más importante es el Palacio Municipal de Carhué (la torre con reloj de la tercer foto de abajo), inaugurado el 3 de diciembre de 1938, que combina Art decó, Futurismo Italiano, y Funcionalismo inspirado en el Bauhaus. Fue declarado “Monumento Arquitectónico Municipal”.




Los Cementerios también se caracterizan  por su monumentalidad y enormes portales que simbolizan el cuerpo humano reintegrándose a la tierra. Suelen ser obras integrales y no solo pórticos. Son especialmente impactantes los que proyectó en las ciudades de Azul, con un gran Ángel de la Muerte custodiando la entrada y la gigantesca sigla RIP realizadas en cemento, y Saldungaray, donde aparece el Cristo crucificado en un frente circular.
Por su lado los Mataderos son funcionales en su representación arquitectónica. Uno de los principales exponentes es el de Coronel Pringles, cuya torre simboliza la hoja de una cuchilla.


A fines de 1938 el proyecto Fresco-Salamone tropezó con problemas económicos y políticos. Los bonos que muchas municipalidades colocaban en la Bolsa de Valores para financiar sus obras se desplomaron. A su vez, se desató una interna política entre el gobernador bonaerense y el presidente Ramón Castillo que derivó en la intervención de la provincia en 1940. El arquitecto vio demoradas sus obras en Tres Arroyos, Pilar, Lobería y Chascomús.
Salamone siguió trabajando para el gobierno con una empresa de pavimentación que había montado con su hermano. Debió cambiar los monumentales pórticos de los cementerios por la planicie monótona de las rutas. Hasta que las nuevas autoridades decidieron deshacerse del arquitecto. Acusado de irregularidades en un proceso de licitación, Salamone se exilió en Montevideo. Todavía le debían dinero de sus últimas obras. Cuando los tribunales desestimaron la causa en su contra, el creador de los gigantes de hormigón regresó a Buenos Aires. Compró un petit hotel en la calle Uruguay al 1200 y puso una nueva empresa constructora con la que levantó un par de edificios sobrios en la Capital.


Francisco Salamone falleció el 8 de agosto de 1959, relativamente olvidado, pero dejando una herencia arquitectónica monumental en la pampa argentina. Sus restos descansan en el cementerio Jardín de Paz.


Luego de muchos años su obra se vio nuevamente reconsiderada, valorizada y citada por parte de la prensa especializada, estudios de arquitectura, y muestras de fotografías de las mismas, invitando a que en plan turístico la gente se acerque a conocerlas.



Fuentes:
 Wikipedia
 http://www.estudiovis.com.ar/mundosalamone/
 http://sur.infonews.com/notas/el-despertar-de-los-gigantes-de-hormigon

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El artículo Wagner en la Pampa fue publicado por OPin el jueves, 25 de octubre de 2012. Esperamos que le sea de alguna utilidad o interés. Gracias por su visita y no olvide dejar su comentario antes de partir. Hasta el momento hay 0 comentarios: en el post Wagner en la Pampa

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