lunes, 27 de febrero de 2012

El escudo insensible

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Sé que hay gente que puede soportar el dolor ajeno mientras que considera insoportable ver sufrir a un animal. Casi podría llegar a comprenderlos, pero me cuesta, y mucho, se lo juro.
Les daría una paliza.

Soy un tipo que lamentablemente tiene un bajo umbral para soportar el dolor ajeno y por lo tanto hay cosas que prefiero no sufrir, no vivir, o no ver. Pero me las banco.

Un pusilánime irredento que sin embargo le ha puesto el cuerpo a las peores situaciones venciendo las propias fobias, pero viviendo el calvario de quién siente una profunda empatía con quién se encuentra en desgracia.

Desde ese punto de vista puedo comprender perfectamente a quienes ante una gran tragedia o un accidente de tránsito quedan paralizados o se retiran del lugar víctimas de la más profunda consternación. Pero también a otros, mucho más encomiables en su actitud, que se detendrán a prestar ayuda y aún cuando sus esfuerzos sean vanos, tratarán de sostener la mano de quién ha caído en desgracia o tratarán de ayudarlo en lo poco o mucho que puedan.

Son dos aspectos del ser humano en su constante dualidad,  reconocidos y entendibles, ya que uno se ha acostumbrado a esperar ambos comportamientos como algo natural. Si, usted tiene razón y en lo más profundo de su ser uno ruega para que en el caso de sufrir una tragedia se nos acerque alguno de los del segundo grupo tendiendo su mano amiga.

Pero hay una tercera posición recién estrenada, que a medida que la tecnología crece y lo permite, se posiciona como un comportamiento escabroso y una actitud humana frente a la desgracia que al menos deberíamos analizar y cuestionar un rato largo.

En los recientes episodios trágicos de Argentina donde la opinión pública ha depositado su atención, aunque se la niegue a cada muerte individual o estrella amarilla pintada en el cemento, se observa que son muchos más quienes están dispuestos a la ayuda desinteresada a sus semejantes que quienes, víctimas del shock sufrido, se apabullan y retiran raudamente.

Vemos con orgullo como voluntarios con sus autos particulares llevan a las víctimas hasta el hospital más cercano y como, a diferencia de los jueces que nunca suspenden sus vacaciones, los médicos, bomberos y personal de emergencias dejan gustosos sus lugares de veraneo con tal de poder dar una mano aunque ese mismo público, siempre desagradecido, después los critiquen y hasta los quieran linchar cuestionando su accionar por algún error involuntario.

Pero el orgullo se disipa de inmediato cuando notamos que existe un nuevo grupo que cuesta entender y analizar. Le cuento un caso con dos fotos viejas para que usted entienda a qué me refiero, aunque los hechos en sí sean muy diferentes.

En el año 2011 se desató una gran polémica en los “Swedish Picture of the year”, un concurso sueco donde se premia a la mejor foto del año, y en el que venció una toma del fotógrafo sueco Paul Hansen realizada en Haiti.

En ella se muestra el cuerpo sin vida de Fabienne Cherisma, una jovencita de tan solo 15 años, que tras el devastador terremoto que asolo Haití, se unió a un grupo de saqueadores por necesidad que buscaban, víctimas de la desesperación, algo útil entre las ruinas de la ciudad para seguir subsistiendo. La policía disparó para dispersar a los saqueadores y una muy mala leche o mala puntería de origen divino, hizo que una bala le pegara a Fabienne en la cabeza.
Esto ocurrió el 19 de enero del 2010, tan solo a una semana del terremoto.

Esta trágica imagen se llevó el premio a la mejor fotografía y usted comprenderá que si hablamos de periodismo de trinchera puede ser entendible que lo ganara en buena ley. Después de todo la chica ya estaba muerta y no se podía hacer nada por ella.

La macana es que otro fotógrafo cuyo nombre es Nathan Weber, y que justamente se encontraba en el mismo lugar y en el mismo momento, generó la polémica con una toma realizada desde otro punto de vista donde entre otros se podía observar al ganador del premio mientras sacaba la foto.


En esta imagen, otros 6 fotógrafos disparan sus flashes intentando lograr una foto ganadora. Nathan comentó en su momento que 14 fotógrafos se pararon frente al cadáver de la niña para intentar la mejor toma.

¿Me entiende?

En la reciente tragedia de Once y en muchas otras hubo gente, público, transeúntes, pasajeros que escaparon de la misma formación siniestrada, que lo primero que atinaron a hacer fue enfocar sus celulares y grabar la tragedia para que fueran nombrados en algún noticiero que publicara sus tomas sin mediar dinero. No existe ni siquiera un interés pecuniario en este comportamiento.

A diferencia de los fotógrafos profesionales no hay "oficio" en este accionar, donde además, no sólo había gente muerta que no podía ser auxiliada, sino que había cientos de heridos pidiendo socorro mientras ellos filmaban, gravaban o sacaban sus fotografías.

A ninguno parece habersele cruzado por la mente el darle una mano a quienes colgaban con medio cuerpo lacerado fuera de las ventanillas, ni salir corriendo víctimas de la impresión como sería humano y entendible llegar a hacer.

Parecería que la cámara se convierte en un escudo protector, un medio que aísla al observador del observado mediante años luz de indiferencia y distancia. Que lo que vemos a través de ese medio digital que es la cámara, deja de ser tangible para convertirse en una ficción informativa digna de la pequeña pantalla o de ser subido inmediatamente a YouTube.

Poca gente habría hecho esto en el pasado, aún contando con los medios técnicos necesarios. Existía algo llamado ética y respeto por el dolor ajeno.
Hoy aún son pocos quienes pueden hacer esto, quiero creer que la mayoría de mis compatriotas prestarían ayuda mientras otros tantos harían su duelo repletos de dolor o huirían presas del pánico.

Pero, qué quiere que le diga, escribo esta entrada con la tristeza y el convencimiento de estar presenciando una época donde aquellos que atinan a prender sus cámaras a instantes de haber ocurrido una tragedia están cruzando y nos obligan a cruzar, un límite del que no creo que se pueda regresar.

Taluego.


Info de las fotos tomada de éste artículo:
http://tejiendoelmundo.wordpress.com/2011/06/04/reporteros-consiguiendo-la-foto-ganadora-a-cualquier-precio/
 

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El artículo El escudo insensible fue publicado por OPin el lunes, 27 de febrero de 2012. Esperamos que le sea de alguna utilidad o interés. Gracias por su visita y no olvide dejar su comentario antes de partir. Hasta el momento hay 11 comentarios: en el post El escudo insensible

11 comentarios:

  1. Me puso de mal humor, de un humor triste, porque es la purita realidad.

    Un abrazo

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    1. Si, por acá andamos muy tristes y para no poner el dedo en la llaga preferí hablar de este otro costado de las tragedias.

      Cariños,

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  2. Lo que es inequívoco es que la capacidad humana para convertir en excremento todo lo que toca es inmensa y que la porquería que surge del ser humano cuando lo único que busca es su propio beneficio a costa del sufrimiento ajeno es aún superior a la capacidad de sorpresa del resto.

    En cierto modo así te puedes responder tu mismo cuando dices que no entiendes cómo ciertas personas pueden querer más a los animales. Su nobleza es eterna y no buscan nunca el reconocimiento por la desgracia ajena.

    Un saludazo.

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    1. Don C S Peinado. Solo una parte de los seres humanos, amigo, por eso remarco que las mayorías son solidarias o asustadizas, el problema es la tercera posición que está emergiendo.

      Sobre los que soportan el dolor humano pero no el de sus mascotas, me veo en la obligación de inferir que no han visto sufrir a nadie amado, pues de lo contrario estarían mostrando un total desprecio por sus congéneres.

      Un abrazo

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  3. Excelente comentario!
    Business is business...si yo no la saco lo hará otro...no la saqués ,boludo, ya habrá otra mejor ...it´s the economy stupid? ... it´s ethics,stupid!
    Atte/

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    1. Don Jorge. Gracias por la nota, hace rato que no me saco un excelente ;) (ni un muy bien felicitado)

      El diálogo está genial...

      ¿Será que si no lo hace uno lo hace otro? Nahaaa....

      Un abrazo

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  4. Socio, cuánta razón, cuánta mala leche gastamos las personas. Es cierto lo que cuenta, es doloroso, es más doloroso leerlo mientras se van descubriendo esas fotografías. Mi cabeza bulle a cien grados, y mi corazón está encabritado mientras pienso en lo leído mientras sobrevuelo el cadáver de esa niña de quince años pasto de los periodistas. Seguro, convencido estoy, que de estar viva, algunos hubiesen esperado a que muriese para sacar la instantánea vencedora. No sé, pero algo huele peor que la propia tragedia.

    Muchas gracias, otra vez, todas las veces, por sus aportaciones. Cada día que pasa es, créame, un ritual tomarme el café con algunas de sus letras, o hacer sopas de palabras con la dieta a la que su inteligencia me invita, o algo así.

    Eso sí, soy de los que no soporto ver sufrir a ningún animal, persona, de lo contrario me convertiría en cosa, nada más. Fante y Durrell amaban por igual a personas que animales. Y yo, claro, más o menos estoy con ellos.

    Le dejo un abrazo, sin dolor. (Porque, entre otras cosas, soy de los que soporto muy poco el dolor, qué poco aguante, uf...)

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    1. Don Mario. Será cosa de gente sensible como el Gaucho Santillán ;)
      Cada día que pasa uno se cuestiona cosas que pasan desapercibidas pues en cada noticiero se muestran imágenes que uno no sabe bien de donde y como las han sacado.
      Más abajo el Gaucho hace mención a un caso que marcó una época y al que se puede acceder con el enlace que dejo al final del post.
      Allí se tocan esos extremos a los que nunca desearíamos llegar.

      Un abrazo amigo.

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  5. Recuerdo una foto de los años 90,donde un fotografo saco una foto de una niña de unos 4 años, a punto de morir, y detràs de ella un buitre,esperando.

    Le preguntaron "Que hiciste por la niña?", y el respondiò que nada.

    Pero mas tarde se suicidò. No soportò lo que habìa hecho.


    Creo que tanta vileza, tiene su costo.

    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Don Gaucho. Si usted va al enlace que dejé al pie del post podrá leer la historia completa que tan bien recuerda.

      Un abrazo.

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  6. Yo si que he visto y me han hecho sufrir muchísimo y por ello mi perro me parece un bálsamo en según que momentos. No tengo ninguna duda de que se puede amar a la humanidad, pero en algunas ocasiones da asco ver cómo la misma Humanidad se empeña en odiarse por sí misma y matarse o destruirse. Eso Opin, no lo veremos nunca, por poco inteligentes que sean, en los animales.

    Un saludazo.

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